Al conocer los oscuros secretos revelados por el alquimista, la gobernadora Boa sintió cómo el terror se apoderaba de su ser. El peso de la verdad sobre el destino del niño confiado a la familia Kamalyan aplastaba sus sueños de un futuro perfecto. Se dio cuenta de que su egoísmo no pasaría desapercibido ante los dioses del universo, quienes seguramente la castigarían. Lágrimas amargas surcaban sus pálidas mejillas mientras un nudo se formaba en su estómago, impidiéndole respirar plenamente y causándole un dolor agudo en el pecho.
El remordimiento la devoraba, consciente de haber cometido un acto indebido que la sumía en la miseria. Sus pensamientos eran devastadores. —Desearía poder retroceder en el tiempo y cambiar mis acciones, pero sé que no puedo— murmuró entre sollozos.
El propio alquimista tuvo que prepararle una infusión para calmar sus nervios. —¡El Dios Imperial Shin-Dong me hará pagar por mi imprudencia! ¿Qué debo hacer?— exclamó Boa con angustia.
—Deberías haberlo pensado antes de actuar— respondió el alquimista con firmeza. —Si hubiera sabido antes lo que ahora sé, habría ido con ellos. Ahora solo nos queda ayudarlos y confiar en la benevolencia de los dioses. La transformación completa ocurrirá en el cumpleaños número 18 del chico. Espero que la poción esté surtiendo efecto.
Boa salió precipitadamente de la habitación, decidida a reunir a un grupo de valientes guardias para rescatar a sus hijos. La maldición parecía inevitable, pero ella estaba determinada a desafiarla. Según la voluntad del Dios Imperial, el castigo sería implacable.
Los guardianes, junto con el alquimista Heechul, se aventuraron por los peligrosos caminos, conscientes de que el tiempo apremiaba y de que el destino de sus hijos pendía de un hilo. Su única esperanza residía en obtener la colaboración del reinado Pegasus, quienes quizás les proporcionarían algunos de sus corceles alados para alcanzar a los jóvenes aventureros con mayor celeridad.
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A medida que avanzaban los días, la transformación de Minho se aceleraba implacablemente. Grandes moretones verdosos se multiplicaban por todo su cuerpo, mientras sus ojos cambiaban de color, tornándose rojos, como si estuvieran a punto de derramar sangre. Un calor sofocante lo envolvía constantemente, dificultándole la respiración. La debilidad que había marcado su corta vida desapareció por completo, dando lugar a una fuerza considerable.
Sus amigos, incluyendo al búho Mardig, se encontraban perplejos ante lo que estaba ocurriendo con Minho. Pasó de estar enfermo y al borde de la muerte a gozar de una salud radiante, acompañada de un vigor sobrenatural. Esta situación los desconcertaba profundamente, pero decidieron continuar con su viaje hacia las montañas. Si no surgía ningún contratiempo, llegarían al destino un día antes del cumpleaños número 18 de Minho, lo cual resultaba perfecto, ya que les daría tiempo para planear cómo enfrentar al último dragón.
Sin embargo, también hubo momentos de dolor y desesperación. La transformación no solo afectaba su apariencia física, sino también su mente. Minho luchaba por mantener la cordura y evitar que la ira que lo invadía en ocasiones se apoderara de él. En ciertas ocasiones, incluso alejaba a Taemin, lo cual hería profundamente al joven Ghulyan.
En un rincón del bosque, bajo la suave luz de la luna, Minho tomó la mano de Taemin entre las suyas y le susurró con ternura: —Mi querido Taemin, cada momento a tu lado ha sido un regalo en esta vida. Tu luz ha iluminado mi sendero y mi corazón ha encontrado en ti su hogar. Pero ahora, parece que enfrentamos un obstáculo insuperable. Estamos a punto de alcanzar nuestro destino y no sé qué nos aguarda en ese lugar maldito.
Perdóname, amor mío. Sé que te he herido más veces de las que puedo contar, y aunque te aseguro que nunca fue mi intención, me siento desdichado por haberte tratado mal. También me avergüenzo de mis acciones con los demás chicos; vinieron en esta peligrosa empresa para ayudarme y yo, de repente, los desconozco y les lanzo insultos sin sentido. No entiendo qué me está ocurriendo.
Taemin, con los ojos llenos de lágrimas, respondió con voz apenas audible: —Minho, mi dulce amor, no puedo soportar la idea de perderte. Sin ti, mi mundo se tornaría gris y vacío. Pero también sé que nuestro amor es sólido y puro, y ninguna adversidad podrá desvanecerlo.
Minho se aproximó y, con delicadeza, acarició el rostro de Taemin, secando sus lágrimas con ternura. —Aunque este sea nuestro adiós, deseo que atesores cada momento compartido. Tú eres mi inspiración, mi razón de ser, y no permitiré que la tristeza opaque nuestros recuerdos.
Taemin, con la voz quebrada por la emoción, le respondió: —Nunca te abandonaré, Minho. Nuestro amor supera cualquier barrera del tiempo y el espacio. Aunque el destino intente separarnos, sé que siempre estarás presente en cada latido de mi corazón.
Ambos se fundieron en un abrazo con tal intensidad que parecían querer fusionarse en un solo ser. El bosque, testigo silencioso, parecía susurrar palabras de consuelo mientras compartían un beso lento y tierno.
—Prométeme algo, Tae— susurró Minho. —Si llegara a perder la batalla contra el dragón, quiero que sepas que no me iré del todo. Permaneceré en cada atardecer, en cada brisa que acaricie tu piel y en cada estrella que ilumine tus noches solitarias. Si no logro matarlo, la maldición se cumplirá y, por ende, moriré.
—Minho, por favor— Taemin intentó interrumpir, pero fue callado con un gesto suave. —Déjame terminar, mi amor. Vive cada día como si fuera el último, ama sin reservas y nunca dejes que la oscuridad borre tu sonrisa. ¡Por todos los dioses, Taemin, eres tan hermoso! ¡Y te amo tanto! ¡Prométemelo!
—Lo prometo, Minho. Pero sé que triunfarás. Estoy seguro de que venceremos a ese maldito dragón.
Y entonces, sus labios se buscaron nuevamente, fundiéndose en un beso apasionado y rebosante de amor. En ese instante, sus corazones se entrelazaron para siempre en un lazo indestructible, dejando grabado el recuerdo de su amor y la esperanza de salir victoriosos de su lucha contra la maldición.
—Te amo, Minho Kamalyan, más allá de las estrellas y más allá del tiempo. Eres mi alma gemela, mi compañero en esta vida, y aunque las circunstancias nos separen, nada podrá romper el vínculo que une nuestros corazones.
—Y yo te amo, Taemin Ghulyan, con cada fibra de mi ser. Eres mi razón de vivir y de luchar hasta el último aliento. Siempre me das fuerzas para enfrentar cualquier desafío.
CONTINUARÁ....
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EL ÚLTIMO DRAGÓN (2MIN)🌈
FanfictionEn el mundo fantástico de Mitanyan*, cuenta la leyenda que el Dios Sumeyeong vivía solo y aburrido. Lo único entretenido era escuchar cantar a los Gallos emperadores del cielo y la tierra, al amanecer y al anochecer. Sólo que eso no era suficiente p...