CUATRO DÍAS MÁS TARDE.
En la cueva, la atmósfera estaba cargada de tensión mientras los amigos se agrupaban alrededor de Minho, cuyo cuerpo se encontraba en plena metamorfosis. Sus ojos destellaban como brasas ardientes, reflejando la intensidad de su lucha interna. En la penumbra, las antorchas parpadeantes proyectaban sombras inquietantes sobre las rugosas paredes de piedra, añadiendo un matiz de surrealismo a la escena.
Los corazones de la mayoría latían con la urgencia de hallar una solución al terrible destino que había caído sobre Minho. Solo Matilda seguía rechazando la nueva apariencia del joven Kamalyan.
—Deberíamos marcharnos antes de que termine por completo su transformación en dragón. Cuando eso suceda, es muy probable que acabe con todos nosotros —sentenció Matilda.
—¿Cómo puedes hablar con tanta frialdad y crueldad? ¿No afirmabas estar profundamente enamorada de Minho? —preguntó Kibum, visiblemente molesto.
Con un deje de rencor, Matilda respondió:
—Eso fue antes de que se convirtiera en esta horrenda bestia. Además, es evidente que él es el último dragón, y es muy probable que el alquimista lo supiera, trayéndonos aquí para servir de alimento a esta espantosa criatura.
El búho Mardig protestó de inmediato, saliendo en defensa de su amo, el alquimista Heechul.
—¡Cállate, torpe humana! De tu boca solo emanan tonterías. Mi señor es un hechicero milenario, respetado por todos los que lo conocen.
—No comiencen a pelear, como si no estuvieran aquí Minho y Taemin. Tengan respeto por lo que está sucediendo —dijo molesto Jonghyun.
Pero Mardig volvió a atacar a Matilda, sin estar dispuesto a permitir que se ofendiera al sabio alquimista.
—Pues entonces será mejor que alguien le cosa la boca a esta tonta.
Onew, molesto, ordenó:
—Salgan los dos ahora mismo de la cueva y resuelvan sus problemas allá afuera.
Mardig y Matilda salieron, tan enojados que quizás un poco de aire, aunque fuera azufrado, les ayudaría a tranquilizarse.
Mientras tanto, Taemin permanecía a un lado, con la cabeza de Minho descansando en su regazo, acariciando con ternura el poco cabello que le quedaba. En sus ojos se reflejaba el dolor y la desesperación. No había dejado ni un solo momento a Minho desde que la maldición se había manifestado. Cada palabra y gesto de amor era un testimonio de su conexión inquebrantable.
Con el paso de los días, la esperanza de encontrar una cura para Minho se desvanecía. Ni en la cueva ni en los alrededores de la montaña encontraron algo que pudiera ayudarles. Las cascadas en las que se habían sumergido inexplicablemente se secaron.
—Taemin, deberíamos enviar a Mardig de vuelta con el alquimista para informarle de lo sucedido. Tal vez él pueda hacer algo más. Nosotros ya no podemos hacer nada. No conocemos de hechizos ni pociones —mencionó Onew.
Pero Taemin apenas escuchaba. Estaba completamente sumido en su mundo de dolor. Incluso se negaba a comer, apenas picoteaba lo que le daban de alimento. Se estaba consumiendo junto a su amado Minho.
De repente, una voz familiar resonó en la cueva.
—¡Por fin los encuentro!
Era Heechul, con Mardig sobre su hombro, seguido por Matilda.
La mirada seria y llena de conocimiento del alquimista captó la atención de todos, quienes sintieron una mezcla de alivio y preocupación al mismo tiempo.
—¡Los dioses del universo lo han traído, señor! —exclamó Kibum con asombro. —Minho ha sucumbido a la maldición. El dragón que habitaba el cráter no era el último en realidad.
—Parece que el verdadero último dragón es nuestro amigo Minho —añadió Jonghyun.
El alquimista fijó su mirada en Minho, quien reposaba en el suelo, mientras Taemin, consternado, permanecía a su lado. Consciente de que era el momento de desvelar la verdad sobre la maldición del dragón y cómo el espíritu maligno persistía, alimentándose de la vida de Minho, el corazón del joven se debilitaba, sus débiles suspiros presagiaban el inminente desenlace.
—Heechul, está muriendo. Debemos poner fin a esta maldición —susurró Taemin, lleno de determinación. Los amigos intercambiaron miradas cargadas de dolor y resignación, pero también de apoyo mutuo. Con manos temblorosas, entregaron la espada de Tamahagane al alquimista. Taemin, con lágrimas en los ojos, gritó:
—¡NOOOOO! ¡No puedes hacer esto!
Consciente de lo que Heechul estaba a punto de hacer, se interpuso entre él y Minho, tratando de impedir el fatal desenlace.
Heechul alzó la espada sobre su cabeza, sintiendo el peso de su destino en ese instante. Con un grito desgarrador, hundió la espada en el corazón de Taemin. Un destello de luz y oscuridad envolvió a ambos, mientras los amigos miraban con terror cómo la sangre brotaba del corazón de Taemin.
—¡NOOOO!... ¿Qué has hecho? ¡Estás loco! —gritaron todos al unísono.
El cuerpo de Taemin empezó a transformarse, retorciéndose y cambiando. Escamas oscuras emergieron de su piel, sus extremidades se alargaron y sus ojos brillaron con una luz inhumana. Ante los ojos atónitos de todos, Taemin se convirtió en el dragón, revelándose como el último de su especie.
El dragón rugió con una mezcla de agonía y liberación, extendiendo sus alas y llenando la cueva. La sangre seguía brotando de su pecho. Los amigos, con lágrimas en los ojos, observaron cómo la sangre del dragón purificada comenzaba a cubrir a Minho.
El vital líquido entró en su boca y su respiración se hizo más fuerte, su color volvió a su rostro y sus ojos se abrieron con una nueva vitalidad. La maldición se desvanecía y la vida regresaba a sus venas.
La cueva se sumió en un silencio sepulcral, solo interrumpido por los latidos atronadores del corazón del dragón. Minho se puso en pie con dificultad, su rostro reflejaba confusión mientras trataba de comprender lo que estaba ocurriendo y de dónde había salido repentinamente ese imponente ser.
La maldición que había plagado la cueva encontró un desenlace inesperado. Con lágrimas en los ojos, el alquimista dirigió su mirada hacia Minho, cuyo semblante ahora estaba lleno de asombro y gratitud.
Matilda corrió hacia el alquimista y, con ambas manos, comenzó a golpearlo frenéticamente.
—¡MALDITO... MALDITO! ¡HAS MATADO A MI HERMANO! —gritó con furia desgarradora.
Un silencio abrumador se apoderó del lugar, el terror y la sorpresa paralizaron a todos, sumiéndolos en la mudez. Incluso Minho permanecía desconcertado.
—¡ÉL NO ES TU HERMANO, NIÑA! —afirmó el alquimista con voz firme.
—¿Qué está diciendo, señor? —inquirió Mardig, visiblemente desconcertado.
—Que cometí un terrible error, todo a causa de la gobernadora Boa. Ella es la responsable de todo esto —dijo el alquimista, arrodillándose ante el dragón, reconociendo la magnitud de lo que estaba presenciando.
CONTINUARÁ....
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Ya valió todo. 😱😖😭
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EL ÚLTIMO DRAGÓN (2MIN)🌈
FanficEn el mundo fantástico de Mitanyan*, cuenta la leyenda que el Dios Sumeyeong vivía solo y aburrido. Lo único entretenido era escuchar cantar a los Gallos emperadores del cielo y la tierra, al amanecer y al anochecer. Sólo que eso no era suficiente p...