(16).OLVIDO.

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  El alquimista avanzó con determinación hacia la cueva, consciente de que Taemin nunca lo perdonaría por haberle atravesado el corazón con su propia espada. Las circunstancias no deberían haber llegado a este punto, pero a veces los designios divinos son inescrutables. Esta vez, lamentablemente, habían hablado.

—Heechul, apresúrate —instó, sintiendo el peso de la urgencia—. No podemos permitirnos perder más tiempo. La cordura me abandona y pronto dejaré de reconocer a quienes estuvieron ligados a mí cuando habitaba el cuerpo de aquel joven.

—¿Pensé que el Dios Supremo les había otorgado una segunda oportunidad? —preguntó Heechul.

—Así es —confirmó—. Por eso aún estamos entre los vivos. Pero mi padre, el Dios Sumeyeong, no estuvo de acuerdo. Cegado por su sed de venganza, reclamó su derecho a impartir justicia por la muerte de mi madre.

Con el corazón entristecido, Heechul inquirió:

—¿Qué exactamente hizo tu padre?

—Manipuló la mente de Minho —explicó con pesar—. Sembró la semilla del olvido y la duda, distorsionando sus pensamientos y emociones para que me abandonara. Con el tiempo, me olvidará por completo. Será como si nunca hubiéramos cruzado caminos. No recordará absolutamente nada de mí.

—Perdóname, Taemin. Solo seguí las órdenes del Dios Supremo; jamás imaginé que esto terminaría así de doloroso.

—No te preocupes. Es la voluntad de mi padre. Lo comprendo. Mi madre era su todo, y yo habría hecho lo mismo por el amor de mi vida.

—Lo hiciste. Le diste la salvación con tu propia sangre. El hechizo se deshizo, y Minho podrá seguir viviendo sin la maldición. No es justo que tu padre los separe. Ustedes se aman.

—Yo también perderé la memoria y no recordaré haberlo conocido, así que no te aflijas —su voz sonaba impaciente—. Lo que quiero es que salgan todos de aquí. Hazlo ahora, no puedo contenerme más. Mis instintos naturales están a punto de apoderarse y voy a matarlos. ¡HUYAN!

Heechul no dijo más y salió corriendo de la cueva al notar que los ojos del dragón brillaban con un fulgor amenazante mientras exhalaba columnas de humo. Sus alas se desplegaron con todo su esplendor.

—¡CHICOS, VÁMONOS! —gritó Heechul desesperado.

—¿Qué está pasando? —preguntó Onew.

—¡NO HAGAN PREGUNTAS, SOLO CORRAN! ¡DEL OTRO LADO DEL CRÁTER ESTÁN LOS GUARDIAS Y UNOS PEGASOS!

Nadie se movió hasta que un rugido ensordecedor los obligó a hacerlo. El dragón majestuoso emergió de la cueva, sus escamas brillaban en tonos de fuego y oro mientras rugía con furia desatada. Ahora, la realidad aterradora se imponía: el aliento del dragón era un viento abrasador que arrasaba todo a su paso.

Corrían desesperados, el calor del dragón les acariciaba la nuca, como el aliento del mismísimo infierno persiguiéndolos. Las llamas crepitaban a sus pies y el estruendo de las explosiones resonaba en sus oídos. Sin embargo, cada paso los alejaba un poco más de la mirada penetrante de la bestia.

La tierra temblaba con cada paso del dragón, y las sombras de las llamas danzaban en los árboles cercanos. Minho sabía que no podía detenerse; su única opción era correr por su vida y encontrar refugio seguro. Sus pensamientos eran un torbellino confuso, sin claridad alguna.

Necesitaban adentrarse en el bosque para alcanzar el otro lado del cráter. Los grandes árboles y arbustos se convirtieron en un laberinto de sombras y ramas retorcidas mientras todos buscaban frenéticamente una vía de escape. Las hojas crujían bajo sus pies y las espinas de los arbustos les rasgaban la piel y la ropa, pero la urgencia de la situación los impulsaba a seguir adelante. Jonghyun miró hacia atrás solo para encontrarse con una pared de fuego y humo; el aliento del dragón consumía todo a su paso.

Heechul lanzó unas palabras al viento, convocando a los pegasos para que acudieran en su ayuda.

—Pegasin galis e mez dimavorelu, pegasin galis e mez dimavorelu.

Los majestuosos pegasos, percibiendo la angustia de los jóvenes y la amenaza del dragón, extendieron sus hermosas alas, ofreciendo sus lomos para que todos pudieran montar. Con un poderoso impulso, se elevaron en el aire, esquivando por poco las llamaradas de fuego lanzadas por el dragón Taemin.

La persecución en el cielo se volvió intensa. Los pegasos, con su vuelo ágil y su velocidad sobrenatural, intentaban escapar de las garras del enfurecido dragón. Taemin rugía y lanzaba fuego desde abajo, pero los pegasos demostraron ser hábiles y audaces.

Con el sol ascendiendo en el horizonte, los pegasos finalmente lograron alejarse lo suficiente como para que Taemin perdiera interés. Exhaustos pero aliviados, descendieron en un prado lejano, observando cómo la montaña Armaghan* quedaba atrás en la distancia.

—¡Por todos los Dioses, eso estuvo cerca! —exclamó Onew, mientras Matilda se aferraba a él. En esos momentos de terror y confusión, ella encontraba en él a la persona en quien más confiaba y respetaba. Su mundo con su mellizo ya no existía; a partir de ahora, su hermano sería Minho.

Key preguntó a Heechul por qué Taemin los había atacado.

—Él perdió sus recuerdos —dijo el alquimista con gran pesar. Los dioses han sido despiadados con Minho y Taemin, obligándolos a pagar culpas ajenas.

Jonghyun se acercó a Minho y le cuestionó.

—Amigo, ¿qué pasó en la cueva?

Minho respondió.

—No lo sé, ni siquiera sé por qué ese dragón nos atacó. Quizás invadimos su territorio.

—¿No recuerdas quién es el dragón? —preguntó Jonghyun. Entendió que a su amigo también le habían borrado la memoria y concordó en que los dioses supremos habían castigado a dos seres cuyo único pecado había sido amarse.

Finalmente, Taemin regresó a su cueva, pero su mente se llenó de inquietud mientras observaba el horizonte. Sabía que algo no estaba bien, que había algo que había perdido, algo que su corazón añoraba desesperadamente.

Cada noche, mientras el resplandor de las estrellas iluminaba su cueva, Taemin cerraba los ojos y una sensación extraña se apoderaba de él. Era como si algo le faltara. Aunque no podía entender completamente lo que estaba sucediendo, sabía que había algo más allá de su alcance y comprensión.

Un día, la voz resonante de su abuelo Shin-Dong, el Dios Supremo, resonó en su mente. Las palabras eran claras pero traían consigo una tristeza indescriptible. Un hechizo había sido lanzado, uno que había robado los recuerdos de él y de las personas que amaba cuando era humano. Se había creado una barrera inquebrantable. Su corazón se hundió al comprender que nunca podría volver a experimentar aquellos momentos de alegría y amor que alguna vez vivió.

—Yo sé que amaba a alguien, y que ese alguien también me amaba con la misma intensidad. Mi corazón lo siente cada vez que quiero recordar y no puedo.

Y así, en su solitaria cueva, Taemin el dragón permaneció, observando la luna y esperando en silencio el regreso de ese alguien.

La historia de Taemin y Minho, del dragón y el joven amante, se convirtió en una leyenda susurrada entre el mundo mágico de Mitanyan*. Y mientras el tiempo avanzó, el gran amor que un día los unió parecía seguir latiendo en la oscuridad del olvido, esperando el momento en que el destino decidiera entrelazar nuevamente sus caminos, y que su padre, el Dios Sumeyeong, se arrepintiera de tan cruel castigo.

CONTINUARÁ...

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Nos falta un pequeño epílogo.

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EL ÚLTIMO DRAGÓN (2MIN)🌈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora