Giyū Tomioka. (2) 🌊

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[Era moderna, escuela]

Era un nuevo día para todas las personas de aquel país. La mañana llamaba gustosa a la puerta de cada ser humano y vivo para decirles sigilosamente que era momento de seguir su rutina.

Quizás, no era lo más gustoso para los estudiantes tener que despertar nuevamente e ir a la escuela, solo para ser "el futuro del país".

Aún así, en aquella prestigiosa academia, llamada "Kimetsu", había dos personas que... no eran la excepción. A pesar de ser polos opuestos, su disgusto por tener que asistir a la escuela era mutuo.

—No quiero ir a la escuelaaa...— dijiste mientras caminabas al lado de tu amigo.

[Tanjirō Kamado, tu amigo desde la infancia a pesar de ser un año menor que tú.]

—¡T/N-chan! ¡Anímate!— te nombró, mostrándote una de sus muchas sonrisas cálidas.

—¿Cómo puedo animarme? Lo único que me motiva es la esperanza de no terminar bajo un puente con toda una manada de gatos o de perros siguiéndome a todos lados...— respondiste blanqueando los ojos.

—Pero qué cosas dices... aunque entiendo, a mí no me gustaría ser compañero de las ratas y cucarachas...— sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y mostró una mueca de disgusto.

—Ya hay suficientes en el salón.— dijiste riendo.

—Cierto, aunque en mi caso, tengo amigos.— respondió burlón.

Tú simplemente sentiste un "crack" venir de tu corazón.

Eso no era del todo falso. No eras una persona de muchas palabras en comparación de Tanjirō; eres sociable pero solo cuando te lo propones —y a veces terminas dando una mala primera impresión por tu torpeza— aún sí siempre has sido una estudiante dedicada pues lo único que en realidad te motiva, es lograr tus objetivos y llegar a la meta.

—Eso me dolió.— llevaste una mano a tu pecho simulando morir, dramáticamente. —Ciertamente solo hablo con Aoi...— musitaste decepcionada.

Pronto Tanjirō te sobó la espalda. —Tranquila, estoy seguro de que harás muchos amigos pronto, todavía te queda un año para seguir indagando.— respondió dándote ánimos.

—Gracias, Tanjirō... ojalá fuéramos de la misma clase.— dijiste mirándolo con una leve sonrisa.

—Pero no lo somos.— hizo una pausa y tú desvaneciste tu sonrisa. —Aún así debes seguir adelante, ¡anímate! Ya tienes un buen motivo para seguir viniendo a la escuela, además no es tan malo, con lo entrometida que eres, disfrutas estar en clase. Y yo siempre estaré aquí, para ti.— dijo pasando su brazo por tu hombro para apegarte a él.

—Gracias, tienes razón.— respondiste con una risilla.

Sin darte cuenta, aquel camino se había hecho más corto de lo normal y más cálido gracias a la compañía del peli burdeo. Finalmente entraron a la escuela y al comenzar a caminar por los pasillos, sonó la chicharra. Se despidieron para cada uno ir a su salón.

—¡T/N T/A! ¡¡TIENES QUE SABER ESTO!!— llegó corriendo una chica de cabellos azabache hacia ti y supiste al instante de quién se trataba.

—Aoi, pero que bienvenida.— dijiste y ella rodó los ojos, aclaraste tu garganta. —¿Qué pasa?—

—Verás, ¿ubicas el club de esgrima?— dijo y tú asentiste. —¡Hoy habrá un torneo entre el equipo flama y el equipo agua!— dijo emocionada pues sabía que eras fanática de un chico que participaba en este.

Después de todo la escuela no es tan mala.— pensaste. —¿EN SERIO? ¡¿A QUÉ HORA?!— respondiste más entusiasmada.

—Es después del receso, tal parece que las últimas cuatro clases no las tendremos.— respondió sonriente y tú más te emocionaste.

One shots KNY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora