🌼; Buenas buenas :3.
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—¡Ey, yo llegué primero!— reclamó furioso el azabache. Los demás lo ignoraron.
—¡Tú cállate, emo!— le gritó Sanemi.
La gente definitivamente se estaba divirtiendo con todo eso. Te pusiste de pie, inconscientemente.
Y, ni como negarlo, si todos se divertían, tú también. Se te escapó una risita al haber presenciado esa escena. Bueno, una risita no, una risotada. ¡Pero no era que te dieran gracia todas esas confesiones!, bueno, sí, pero en situaciones de mucha presión solías reírte sin razón alguna.
Todo se definió en una palabra: silencio. Todos se quedaron en silencio y lo único que resonaba por los pasillos era tu risa un poco escandalosa.
Y ni hablar de los cinco chicos que estaban frente a ti, todos te miraron confusos. ¿Cuál era la gracia?
<Oh por Kagaya-sama, ¡¿por qué en este momento nadie más se ríe?!>
—¡Ja, ja, ja..!— una risa (o mejor dicho, intento de risa), resonó a la par de la tuya, y provenía de uno de los varones frente a ti.
Todos los estudiantes amontonados se veían entre sí confusos, algunos incluso se burlaron de la situación.
—¡¿Quién se rió así?!, ¡JAJAJA!, ¡¡es la peor risa que he escuchado en mi vida!!— uno de los alumnos comentó entre risas.
—¡¿A eso se le puede considerar risa?!, ¡pfff!— le siguió el juego otro alumno.
Limpiaste tus lagrimitas de 'alegría' y viste a Giyū Tomioka demasiado rojo, incluso apretaba con fuerza el tallo de las flores.
—Tomioka-san...— musitaste, y él pareció escucharte, porque de inmediato te miró, tenía los ojos un poco llorosos y el rostro demasiado rojo, parecía que toda su sangre se había concentrado en esa parte de él.
<¿Se rió para ayudarme?>
—¡Por todos los cielos!, ¡¿qué está pasando aquí?!, ¡¿por qué tanto escándalo, jóvenes?!— todos dejaron de burlarse y de inmediato se dispersaron: unos corrieron por los alrededores, otros se hicieron los que no escuchaban, y se recorrieron a las esquinas donde pasaban desapercibidos, y otros no tuvieron ni tiempo a reaccionar cuando el prefecto (supervisor de los alumnos) escolar se posó detrás de ellos con una mirada que petrificaba a cualquiera.
¿No se había mencionado antes que el timbre del fin de receso ya había sonado hace minutos atrás?, como quiera, los pasillos ya se estaban vaciando poco a poco. Al fin un respiro de tranquilidad para ti.
—¡Joven Shinazugawa!, ¿qué hace aquí?, usted debería estar en las prácticas de matemáticas.— arqueó una ceja mirando al mencionado, quien solamente bufó y dejó el ramo a tu lado en la banca que ya estaba vacía. —El torneo está a la vuelta de la esquina.—
—Oh, ¡yo acabo de recordar que tenía un trabajo de artes para entregar en cinco minutos!— el otro albino (el más alto de los cinco atractivos chicos) también dejó el ramo al lado del otro y se fue con rapidez, no sin antes guiñarte un ojo (que provocó te sonrojaras).
