🪞 CAP.12 🪞

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—¡Hija!.— me dió un fuerte abrazo mi padre.

—¿Qué pasa?.— pregunté extrañada.

—Tan sólo faltan dos días y nos mudaremos a la nueva casa!.— dijo con emoción pero susurrando, apenas y lo pude oír.

—¡Bien!, Empacaré algunas cosas de Brahms.— dije entusiasmada.

—¡No!.— me sujetó fuerte del brazo mi padre.

—¿Por qué no?.— pregunté.

—Sólo obedece.— dijo enojado y se marchó.

Mi padre era demasiado raro, no sé si le daban miedo los muñecos o creía en espíritus. Tal vez él sabía algo pero sé perfectamente que no me lo dirá.

Caminé hacia mi cuarto pero antes pasé a la habitación de Brahms a arroparlo y darle su beso de buenas noches, cosa que a veces me daba escalofríos, seguí mi destino y antes de entrar mi padre salió de su habitación poniéndose un abrigo.

—¿Vas a salir?.— pregunté con una ceja arriba.

—Sí, me avisaron que falleció un conocido del pueblo, iré a ayudar a su familia.— dijo.

—¿Los conoces a todos?.— pregunté.

—Sí, éramos muy cercanos cuando vivía aquí. No me esperes, llegaré tarde.— dijo por último y se marchó.

Ya estaba acostumbrada a que nunca estuviera, según él, las cosas van a cambiar cuando estemos en la otra casa. Entré de una vez por todas a mi habitación y escogí la pijama que me pondría, tomé mi toalla y me metí a la ducha. Estaba tranquilamente hasta que escuché ruido afuera del cuarto de baño, arrastré la cortina hacia un lado y me quedé en silencio... Ya no había ni un sonido, me apresuré a bañarme y cuando estaba secando mi cuerpo con la toalla me percaté de que mi ropa ya no estaba, busqué como loca y no estaba por mi un lado, podía prometer que la había dejado ahí.

Salí del baño con la toalla envuelta en mi cuerpo y tan sólo estaba mi habitación bacía y triste, caminé hacia mis cajones y no lo podía creer, toda mi ropa había desaparecido, busqué en cada rincón y nada, no había nada. Caminé hacia mi cama con el corazón palpitante, ¿Cómo desapareció toda mi ropa?, en cuanto me senté en mi cama sentí algo sobre ella, tenía la esperanza de que fuera mi ropa, pero no, en su lugar estaba uno de los vestuarios que me había regalado mi queridísimo amigo Adam.

—No puede ser...

Dije cansada, pues claramente sabía que ésto era obra de Brahms. '¿Qué hago?, ¿Qué hago?' pensé, no iba a dejar que Brahms se saliera con la suya, ésta travesura estaba llegando demasiado lejos. Caminé furiosa hacia la puerta y giré el picaporte seguido de un empujón que, obviamente, no funcionó; Brahms me había encerrado.

—¡Brahms, abre la puerta!.— grité con furia.

Del otro lado de la puerta tan sólo se escuchó su risa burlona y un caminar curioso. Empujé la puerta con mi cuerpo pero dejé de intentarlo cuando caí en cuenta que la puerta era muy gruesa, no iba a poder tirarla. Rendida caminé a mi cama y miré dudosa la ropa sobre la cama, no quería ponerme la, pero tampoco quería dormir desnuda.

Pasó aproximadamente 3 minutos y por fin me decidí, tomé la poca ropa y me cambié en el baño, salí dirigiéndome nuevamente a la puerta con la esperanza de que ya Brahms la halla abierto, pero no, seguía cerrada.

—¡Brahms, abre de una vez por to...!.— en medio de mi frase se cortó la luz.

Corrí hacia la ventana y al parecer se había ido en toda la casa, ahora sí realmente me estaba dando miedo, quería gritar, llorar, cubrirme con las cobijas, pedir ayuda, pero nada iba a servir de algo. Rápido tomé una cobija y me encerré en el baño, como pude me acomodé un una esquina y traté de no pensar en nada malo.

| CONFUSIÓN |  Brahms Heelshire X readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora