♟️CAP. 3♟️

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Una respiración profunda se escuchó del otro lado del teléfono y después colgaron. Con un ligero temblor en las manos dejé el teléfono en su lugar y alguien tocando en la puerta principal hizo que saltara del susto, acompañado de un pequeño grito. Caminé a la puerta y abrí encontrándome con un chico aproximadamente de mi edad, rápidamente noté que era el que traía la despensa.

—Soy el de la despensa, ¿Puedo pasar?.— habló.

Quedé perpleja un momento, el chico era lindo.

—Sí, adelante.— dije y me hice a un lado.

El chico bajó todo de la camioneta y acomodó la despensa en su respectivo luga, como si ya hubiera estado antes aquí.

—¿Ya habías venido por aquí?.— pregunté.

—No, ¿Por qué lo dices?.— respondió.

—Bueno es que, sabes dónde va cada cosa.— dije desconfiada.

—Oh, lo que pasa es que antes de venir me dijeron dónde iba cada cosa, no había venido por aquí pero, conozco a otros que sí.— explicó.

—Mh, ya veo.— lo miré mientras hacía su trabajo —¿Conoces a Malcolm?.— pregunté.

—No lo conozco, o bueno, no lo conocí bien. Él trabajaba donde yo estoy trabajando ahora, justo después de entrar a trabajar ahí él desapareció, nadie sabe en dónde se metió o a dónde fue.— dijo.

Rápidamente supuse que él era el que traía antes la despensa.

—Realmente no le importó a muchos, la gente suele irse de aquí sin avisar.— comentó el muchacho.

—Ya veo, gracias.— dije.

—¿Por qué preguntabas por el?, No creo que lo hallas conocido.— dijo el joven dudoso.

—Oh no, creí escucharlo en alguna conversación de mi padre.— mentí.

—Ah ya, tu padre. ¿Piensan quedarse aquí?.— inició una plática el chico.

—Sí, bueno en la casa no sé pero, aquí sí.— dije tartamudeando un poco.

—¿Y ya conoces el pueblo?, ¿La ciudad?.— preguntó interesado.

—No, no eh tenido la oportunidad.— respondí.

—¿Te parece si un día de éstos vamos?.— dijo el joven coqueto.

—Claro, pero mi padre no me deja salir por ahora, tal ves después le pida permiso.— sonreí amable.

—Está bien, estaré esperando tu respuesta.— dijo el chico antes de caminar hacia la salida.

Lo seguí y...

—¡Wow!, ¿Ésto es tuyo?.— dijo el joven.

Me asomé tras su espalda y ahí estaba el muñeco, parecía tener una mirada más fría que la de antes, cómo si estuviera viendo directamente al chico de la despensa.

—Sí, es mío.— dije tomándolo en brazos.

—Bueno, me voy. Hasta luego.— se despidió y se fue.

¿Cómo había llegado el muñeco hasta abajo?, Esto ya me estaba preocupando.

Caminé hasta la cocina y piqué algo de fruta para comer mientras pensaba un poco. Estaba ya por terminar mi plato cuando escuché pequeños pasos por las escaleras, me paré de la mesa y me asomé para ver qué es lo que había sido, al no ver nada decidí ir arriba, tal vez se había metido un animal. Al llegar a la parte de las habitaciones caminé hasta la puerta de mi habitación, entré y fue escalofriante lo que encontré en ella. La habitación estaba llena de papeles pegados por paredes, techo y esparcidos por el suelo, todos con la frase 'Beso de buenas noches' y 'nunca dejar solo a Brahms ', recogí algunos papeles y los puse en mi pequeña mesa de coche, fue ahí cuando me percaté que el muñeco estaba en mi habitación, mirando en mi dirección con una nota en su regazo. Apresurada caminé hacia el muñeco y tomé el papel entre mis manos, lo miré y un nuevo escalofrío recorrió mi cuerpo, era un papel con las nuevas reglas escritas en un tipo de letra que desconocía, era una tipografía muy hermosa, pero era escalofriante.

| CONFUSIÓN |  Brahms Heelshire X readerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora