Ryuhei

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Lo vi apoyado en su motocicleta, como si estuviera en una especie de depresión o algo por el estilo, la verdad no le preste mucha atención a eso.

No lo veía hace tres años, y vaya que había cambiado.

A pasos rápidos me acerque a él, emocionada.

—Hola rubio, guapo.—al escuchar mi voz levantó la cabeza como un resorte.

—Hiraki.—dijo mi nombre, como si fuera un fantasma.—Estas aquí.

Me miró de pies a cabeza, y se mordió sutilmente los labios.

—Pues, sí.

Se bajo de la moto rápidamente, para tomarme en sus brazos.—Dios, ¡estas aquí!—grito haciendo que más de uno de los hombres que se encontraban allí miraran en nuestra dirección.

Yo solo los ignore, abrazando al rubio que tanto había extrañado, estos años.

Él me soltó, y tomó mi rostro en sus manos, viéndome con detalle.—¿por qué no me habías dicho que venias?

—Por qué obviamente, lo ibas a olvidar, así que decidí, venir buscarte yo.—sonreí, con mis manos en su cintura, manteniendo lo cerca de mi.

¿Siempre había sido así de alto?

—Estas hermosa.—sentí que me iba a decir algo, pero derrepente me sentía muy observada, así que mire alrededor, viendo como todos los motociclistas con un mismo uniforme, que cabe recalcar también tenía Ryuhei, nos estaban mirando, con alegría.

—Jefe, por que no nos presenta, a su amiga.

Kuroda, miró de manera asesina al hombre que había hablado.—Ella no es mi amiga.—yo lo mire confundida, y un poco dolida.—Ella es Hiraki, mi futura esposa y madre de mis hijos.—me dio media vuelta haciendo que mi espalda quedara contra su pecho, y me removi incómoda, al sentir algo que se me clavaba en la espalda de manera insistente.—Yo te recomiendo que no te muevas mucho, linda, no querrás causar un problema mayor.—me susurro al oído, haciendo que sólo yo escuchara y dejando a los demás con una mirada pícara en sus rostros.

Sentí como los colores subían a mi cara, y me aparte, dándome la vuelta y mirando mal a Ryuhei Kuroda, el solo me dio una sonrisa coqueta, y me fui indignada del lugar no sin antes escuchar su grito.

—¡Espera, Hiraki, yo te llevo!—escuche como prendía su moto y llegaba a mi lado en menos de un segundo.

—Ni loca me subo en esa moto con un pervertido como tú.

—Pero soy tu pervertido, guapa.—me lanzó un beso, a lo cual yo reprimí la sonrisa que quería surgir.

Lo había extrañado.

[Lookism]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora