23. la niña que canta y el padre del año.

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Salir del bosque estaba siendo tan difícil.

Se habían acostumbrado a la calma de la prisión, habían dado por sentada esa seguridad, porque el mundo real, el exterior, era más salvaje de lo que había sido nunca.

Daryl peleaba con tres caminantes al mismo tiempo, los apuñalaba, y luego los remataba, se aseguraba de que Beth no corriera peligro, y luego volvían a correr. Aun cuando era un nuevo día, y el sol ya estaba en su punto más alto, ambos corrían a través de la maleza, intentando alejarse de los muertos y escondiéndose de cualquier ser vivo.

Se dejaron caer en una pradera, con hierba lo suficientemente alta como para ocultarlos, y descansaron ahí, ambos respiraban agitados, Daryl tenía adormecidos los pies, prueba de todo lo que habían recorrido en tan poco tiempo.

—Acamparemos aquí, voy a buscar algo.

Beth no hablaba.

Esa era otra cosa, desde que todos habían presenciado la muerte de Hershell, la chica no había dicho una palabra, y Daryl no tenía experiencia suficiente con adolescentes como para saber que hacer, él no era muy conversador tampoco.

No quiso alejarse demasiado, por suerte encontró una madriguera y cazo una liebre lo suficientemente grande para los dos.

Ya había terminado su cena cuando la niña finalmente hablo.

—Debemos hacer algo.

Daryl estaba escuchando.

—Debemos hacer algo, no podemos ser los únicos que salieron... el autobús se fue, Alicia, Maggie y Glenn, Edward incluso Will pudieron haber llegado a algún lado...

Daryl rompió el hueso con el que había estado jugueteando.

El día anterior mientras huían, habían encontrado un autobús volcado, Daryl había entrado desesperado, pero no había reconocido a nadie, aun así, había rastros de sangre en la carretera, tanta sangre y tantos muertos...

Y William no estaba por ningún lado.

Ya no sabía si era Beth la que no hablaba, o el quien no escuchaba.

Había perdido a su hijo, lo había perdido y no sabía ni siquiera si podría seguir con vida.

—Es posible.

Daryl volvió a mirarla, creyendo que había pensado en voz alta.

—¿Sabes rastrear no? Puedes rastrearlos, vamos.

No quería hacerlo, no quería rastrear a nadie y descubrir que se habían convertido en caminantes, si Wiliiam había terminado así...

—Okay, si tu no quieres lo hare yo.

La niña se fue, mientras Daryl pensaba en la primera vez que William lo había seguido al bosque, con sus ruidosas pisadas y su ruidosa presencia, había alterado todo su mundo.

Justo como Beth estaba haciendo ahora.

Y por eso, y porque no podía dejarla ir sola por el bosque, la siguió.

Encontró un rastro a medio día.

Eran un par de huellas, pero era algo, estaban secas y eran delgadas, había pasado tiempo desde que alguien había ido por allí.

Pero no se permitió pensar en las posibilidades.

No cuando vio un par de liebres... destrozadas, en su misma madriguera.

Aparto la vista y siguió caminando.

Mas adelante, siguiendo esas mismas huellas, el rastro se alteró.

SAVED BY A STRANGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora