64. la feria

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Todo estaba preparado para la Feria de Intercambio que El Reino preparaba.

Will observo a su alrededor, el lugar siempre conseguía maravillarlo, pese a todo, no había cambiado con los años, y si bien su sistema presentaba deficiencias que debían ser revisadas, ese ambiente mágico y esperanzador aún se mantenía en el aire.

—Aquí estas, te estuve buscando.

Se giro para encontrar a Edward comiendo una manzana.

—No puedo creer que Ezekiel haya montado todo esto...

—Bueno, es persistente, y ya lo conoces, me sorprende que esto no se vea más... medieval.

Dejo salir una carcajada.

—Déjalo en paz.

—Enid le ha pedido un espacio, para exhibir sus pinturas.

Eso sí que capto su atención.

—¿Qué?

Edward entrelazo su mano libre con la suya, meciéndolas con suavidad.

—Quiere hacer una especie de galería, un taller para enseñar a los niños... No quiere saber nada de metales o medicina durante la feria, solo ella y sus oleos.

Will asintió mientras una amplia sonrisa se abría paso en él.

—Es maravilloso... ¿para qué me buscabas?

Vio el brillo en los ojos esmeralda de su rizado, dio un paso dejando que Edward lo envolviera por completo.

—Tiene un regalo para ti.

—¿Un regalo?

—Esta junto a un puesto de ropa, frente al edificio principal.

Will entrecerró los ojos, dejando que Edward besara de manera perezosa sus labios.

—Estoy oficialmente intrigado.

Edward dejo salir una suave risa y lo guio a través de las calles, donde la gente ya paseaba de un lado al otro entre carpas, encargándose de los últimos preparativos y detalles de la feria.

Se detuvieron frente a una carpa de color blanco, las telas caían con gracia alrededor del puesto, había caballetes por todas partes, y en medio del lugar, su cabellera castaña brillaba por la luz del sol.

—¿Enid?

La joven se sobresaltó, cubrió lo que tenía frente a ella con una manta mucho más pequeña y bajo la cabeza, sus hombros se veían tensos, cuando se giró, su vista se dirigía al suelo.

Edward aflojo su agarre sobre el, incitándolo a acercarse.

—Me entere que tendrás un lugar mañana en la feria, eso es sensacional, estoy muy orgulloso.

Enid levanto la vista, su rostro redondo se llenó de luz, estaba sonrojada y eso hacía que sus ojos se vieran aún más oscuros.

—Gracias, Will...

—Ed me dijo que... ¿tenías algo para mí?

Sus ojos buscaron al rizado, y parecieron compartir una conversación de la que Will no formo parte, porque en un instante su semblante se relajó, soltó un suspiro y dirigió su mirada de nuevo al ojiazul.

—Si... Yo espero que te guste.

Enid tomo el cuadro que estaba sosteniendo cuando recién llego, lo coloco sobre un caballete y se hizo a un lado, esperando.

Edward se colocó junto a ella, mientras ambos lo miraban fijamente.

Decidió terminar con la intriga y levantar la manta que cubría el cuadro.

SAVED BY A STRANGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora