II - TZUYU

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Tzuyu jamás esperó verse envuelta en algo como esto.

Después de luchar día y noche, pasar desvelos estudiando para poder ser aceptada en una prestigiosa universidad en un país extranjero como lo era Corea del Sur; incluso cuando podía entrar fácilmente por el prestigio dentro del campo médico de sus padres, ella dedicó vérselas por sí misma y luchar por sus sueños.

Pasaba días enteros mordiéndose las uñas; cuestionándose sus propias habilidades y si realmente era digna de una profesión tan honorable como lo era la medicina. Pasó por tantas inseguridades y múltiples bajones para llegar hasta donde estaba.

Luchó los últimos tres años en su carrera; quedándole otros tres más para poder ser interna y posteriormente especializarse en su área soñada: Neurología. Amaba esa especialidad, por más pesada que fuera, pero ella anhelaba ser una gran neuróloga en algún hospital de Taiwán; especialmente en el mismo donde trabajan sus progenitores.

Pero, después de tantas lágrimas y cuestionamientos, ¿vino a parar a hacer esto? ¿Tanto esfuerzo fue para terminar siendo un juguete sexual para sus compañeras? ¿Para eso se había esforzado los últimos diez años de su vida? Apostaba lo que fuera a que si sus padres la vieran en estos momentos la verían con decepción y lástima de que su hija ahora sería como la prostituta personal de sus compañeras.

No fue nada fácil para ella ver la mirada de desprecio con la que le miraba Jihyo.

— Ya no te metas en nuestros problemas, ahora mírate: Serás una perra más del montón. — La morena le empujó, haciéndola retroceder. Nayeon solamente miraba en silencio la escena. — Me das asco.

La chica salió dando un portazo; dejando solas a la asistente del directo, a Nayeon y a Tzuyu. La pequeña quería revolcarse a llorar.

— Solo me das lástima.

Un segundo portazo, una segunda amistad quebrarse.

La mujer solamente la miró con insensibilidad, casi riéndose en su cara. — Llama a tus compañeras, debo decirles de esto. Y apúrate, que todavía tenemos muchas habitaciones con las que hablar.

Obedeció y salió del lugar; encontrándose con las dos chicas que anteriormente estaban adentro arrinconadas hablando en una de las esquinas del despacho. Las demás solo la veían con curiosidad.

Tomó aire y se tragó el nudo en su garganta, reuniendo valor para hablar:

— La señora Kang quiere hablar con ustedes, pasen a su oficina.

Las seis chicas se levantaron y casi corrieron hasta el lugar, sin prestarle ni la más mínima atención al comportamiento de su menor.

Tzuyu tomó un nuevo respiro y se sentó sobre uno de los sillones que estaban en la habitación. Escondiendo su rostro entre sus manos.

No tenía porqué dirigirle la mirada al mundo. No tenía ninguna razón, solamente daba vergüenza.

Pero, a pesar de todo; no se arrepiente. No se arrepiente de haber cuidado a sus compañeras, a pesar de que estas la trataron como un pedazo de basura cualquiera. Se alegra de que no sean ellas quienes pasen ese trágico asunto.

"¿En serio fue lo mejor?" Se pregunto a sí misma en su mente.

Una puerta de abrió, frente a ella estaban seis mujeres con expresiones parecidas: asco.

— No sabía que estabas tan desesperada, Chou. — Dice con voz gélida Momo. — No tuviste ningún voto y aun así te metiste como la antiestrés.

Mientras esté ese tonto "acuerdo" tendremos que recurrir a ti para satisfacernos, no tenemos ninguna otra opción. Yo no quiero un mocoso que da el pene a cualquiera. — La voz de Jeongyeon tenía un tono desagradable. — Que puto asco.

Nayeon se levantó de su asiento y se acercó a sus compañeras. — Por mí no existe ningún problema, tengo a un chico que me satisface mejor que cualquiera en este país. Así que no tengo porqué meterme con esta asquerosa.

— ¿Te gustan las mujeres? — Cuestiona Sana, mirándola incrédula.

Tzuyu se levantó de su asiento y las encaró. — Oigan, esto es nuevo para mí. Yo nunca he tenido una atracción hacia una mujer, he tenido múltiples novios; y aunque no fuera así, no les da el derecho de tratarme de esa forma.

Todas se quedaron en silencio, la menor de todas respiraba agitadamente y las demás le miraban con desprecio.

Después de unos minutos, tuvieron que salir puesto que otro grupo tenía que entrar y no tenían mucho tiempo; se quedó hasta el final, no tenía la valentía suficiente como para observar a sus "amigas".

Cuando estaba por salir, siente un empujón que la lleva nuevamente al interior de la oficina vacía. Sus labios fueron aprisionados por un dedo y sus sentidos por unos ojos cafés.

— Hoy, después de que cenemos quiero probar tus servicios. Más vale que prepares tu bonita cara. — Ahora la voz de Momo era abrasadora, sacándola de su lugar unos segundos.

¿Acaso eso no era muy rápido?

Ahí fue cuando Chou Tzuyu entendió que para el sexo nada es muy rápido.

desestresante » tzuyu haremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora