11 • ¿Dónde está tu postura?

75 9 0
                                    

Félix se levantó pensando que se había despertado con el sonido de algo cayéndose o rompiéndose, pero al percatarse del llanto de Minnie en el piso de abajo, descartó la posibilidad de algo roto. 

Se rascó la cabeza y bostezó para salir de mala gana de su cama. Cuando estaba por abrir su puerta para dirigirse al baño, su vejiga tuvo que resistir un poco más cuando su madre abrió antes que él.

—Ah, Félix, hijo —fue su manera de saludar. Se le notaba atareada—. Hay alguien abajo esperándote, un amigo. Lo dejé entrar porque el sol estaba pegando muy fuerte afuera, así que ve a atenderlo. Yo ya me tengo que ir —le avisó antes de volver al primer piso.

Félix rodó los ojos y suspiró. «Ya va tarde al trabajo» supuso mientras iba rápidamente al baño. Al acabar de saciar su vejiga, de estiró, se lavó las manos y enjuagó su rostro para espabilar mejor. «No sé cómo aún no la despiden.»

Recordó de pronto: «Oh, es sábado...»

Al bajar las escaleras encontró a su madre yendo de allí para acá, acomodando a Minnie en su silla del comedor con un biberón y a Jeongin viéndola con ternura desde el sofá.

—Jeongin —llamó Félix como saludo, sobresaltando al pelinegro.

—Eh, Félix, hola —sonriente, se levantó—. Por fin puedo conocer a tu hermanita. Es muy linda —la apuntó y la niña rió.

—Hijo, debo irme ya. Cuida a Minnie —se va a la puerta luego de agarrar su cartera, mas su hijo le detiene antes de girar la perilla—. ¿Qué? ¿Qué pasa?

—No trabajas los sábados —le bisbiseó entre dientes para que la conversación no fuese escuchada por Jeongin a pocos metros—. Mamá, ¿adónde mierda te vas hoy? —arrugó la cara en profundo enojo, haciendo resistir su control.

La mujer lo meditó por unos segundos, echó un vistazo a la pequeña en la cocina y puso una mueca.

—Me voy a ver con Carlos —admitió.

Félix se atragantó en aire por un segundo.

—Si nada bueno sale de ahí, regresaré lo más pronto-

—¿Qué mierda, mamá? —no pudo evitar elevar un poco el tono— ¿No estabas con ese tal Matthew? —enrojeció.

—No, hijo- Matthew no-

—No me importa —aclaró de inmediato—, no me interesan ningunos de esos hombres con los que andas. Solo regresa en cuanto puedas para ir a buscar a Minnie hoy.

—¿No irás a recogerla donde la abuela?

—No, solo la llevaré.

—¿Vas a salir?

—Sí, con unos amigos.

—¿Qué amigos? —indagó la mujer.

—Con unos traficantes de órganos —bromeó sin humor, empujando levemente a su madre—. Vamos, mamá, solo ándate. Regresa temprano para recoger a Minnie; es lo único que pido.

La mujer de alborotado cabello enrulado se acomodó mejor la cartera antes de abrir la puerta.

—Ah —se detuvo bajo el umbral—. Come algo, hijo.

Félix alzó una ceja.

—Vale.

—Lo digo en serio, Félix —le amenazó (más o menos) con su dedo, retirándose de la entrada.

—Claro —cerró suave al divisarla metros más allá—, como si de verdad te importara —masculló entre murmuros para luego volver a la sala de estar.

F.U.C.K • minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora