4 • Un poco de fiesta nunca mató a nadie

104 13 4
                                    

Jisung se levantó de su siesta aún con estupor, casi con un letargo increíble, mas recordó que la razón de su alarma se debía al cumpleaños de Jeongin. Más específicamente, por el deber de ir a buscar a Minho a su casa. Recordó que Minho no sabía la dirección de la fiesta, pues se llevaría a cabo en la casa de Changbin, y él le dijo que nunca había ido. Por ende, como el amable amigo que era, lo guiaría hasta ella, aunque tuviera una considerable pereza.

Ese miércoles habían tenido clase de educación física, y tanto Minho como Jisung habían quedado desgraciadamente averiados. Sin saber si les quedarían suficientes energías para el cumpleaños. 

Mas era extraño. La situación resultaba extraña, pues Jisung no solía contar con tan poca resistencia. No se supo quien era el arrítmico ahora. Le costaba mantener una respiración acorde a las corridas y ya no sentía mucha estamina en sus brazos y piernas. Le asustaba a veces cuando sentía que ya no podía más, pero prefería sobre-exigirse a tener que pasar vergüenza.

Por un instante meditó en los pésimos efectos que le brindaban sus medicamentos, y consideró hablarle a su madre para agendar una visita al doctor de siempre. De seguro este le volvería a recomendar la terapia antirretroviral, como lo había hecho hace más de un año, pero no había dinero, y Jisung prefería morir antes que hacer sufrir a su madre con más cuentas por pagar. Quizá su funeral le saldría más barato.
El tratamiento con zidovudina en ese entonces, ponía en duda muchos puntos. Luego de ensayos y experimentos durante tan solo dos años, no reflejaba muy bien la total efectividad del AZT. Se suponía que valía para el ámbito oncológico, pero al no haber dado buenos frutos, años más tarde se habría descubierto la paulatina efectividad contra personas con VIH positivo. Sin embargo, ¿qué tan efectivo sería aquello en Jisung? Él tenía SIDA. El medicamento se había sacado a relucir hace solo unos meses. ¿De cuánto dinero en juego se estaría hablando? ¿Sería realmente plausible en sus condiciones?

Barrió esas interrogantes y decidió hablar con su madre mañana, o cuando se sintiera desfallecer. Se quitó las cobijas de encima y se preparó para darse un baño no muy prolongado. Sería su tercera ducha del día. El cumpleaños comenzaría a eso de las nueve, así que se preocuparía por bañar cada rincón e ir a recoger a Minho a las siete y media. 

Jisung debía tener todo calculado, ya que Minho se angustiaba cuando las cosas no iban como lo acordado. Era una particularidad de muchas otras más que Jisung había conocido de él.

—¿Ya te vas? —preguntó su madre, leyendo un libro desde el sofá, con el televisor encendido— Yuqi se te adelantó. ¿Te quedaste dormido?

—Algo así —se acercó a sentarse a su lado con una sonrisa.

—¿Llevas dinero por si acaso? ¿Vas abrigado? ¿Llevas tus llaves? Por si llegan más tarde —las interrogantes iban dirigidas a ambos hijos, mas conque uno fuese receptor, el mensaje sería remitido.

—Sí, llevo todo —respondió, dejando que la mujer le diese un beso en la frente y revolviese el cabello perfumado—. Oye, ma.

—¿Mm?

En una segunda opinión, decidió no mencionarle nada a su mamá. No necesitaba ver a otro doctor. Él mejoraría con el tiempo. No querría hacerle gastar más dinero de lo presupuestado.

—Nada —amplió la sonrisa—. Te quiero.

La madre se enterneció y arrulló a su hijo entre sus brazos, regando pequeños besos sobre la cabeza.

—Yo también, bebé. Pásala bien.

Salió finalmente de su hogar, se colocó la mochila, se acomodó su sudadera y se subió a su bicicleta, notando la ausencia de la de su hermana. «Habrá ido a buscar a Soyeon».

F.U.C.K • minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora