Un pedazo de pan seco

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Me despertaron muy temprano ese día para que ayudara a preparar todo lo de la cena navideña. Lo normal de cada año, picar cualquier cosa, ayudar a arreglar la mesa, hacer mandados, buscar cosas y un sin fin de cosas mas. Pero no me molestaba hacerlo al contrario, me gustaba pasar este día ocupado en cualquier cosa, hacer chistes y bromear con que no me provocaba hacer nada. Me causaba gracia ver a mi madre y mi abuela molestas porque no paraba de mamar gallo mientras hacia algo.

Este día no hable con Mariana y la verdad es que quise sacarla de mis pensamientos para poder concentrarme en todo lo que tenia que hacer, no pensé en verla porque sabia que iba a pasar la navidad con mi familia como normalmente lo hago y se que ella también lo haría entonces ni siquiera lo pensé. Algunos dicen que soy el motivo por el cual cada año nos reunimos, dicen que puedo ser intenso y muy melodramático cuando esta cerca esta fecha, trato de arreglar los problemas que hayan surgido, hacer que olviden las discusiones y sus constantes diferencias para que este día siempre sea especial. Tengo una razón muy especial por la cual siempre lo hago, y es que este día me importa mucho.

Me importa porque después de que mi padre nos abandono, me sentí muy solo, pero con los años encontré la manera de no sentirme mal este día, porque sabia que no estaría con él y solo quería que a mi familia no le faltara en la noche de navidad ninguna de las sonrisas que él nos quito. Cada año al rededor de una familia riendo y divirtiéndose era mi mejor regalo de navidad y al alzar nuestras copas de vino brindando por nosotros y pidiendo algún deseo desde lo profundo de nuestro corazón, yo pedía siempre que mi padre estuviera siendo feliz en donde sea que se encontrara.

A veces cuando alguien se va las cosas cambian mucho, cambian las actitudes de las personas a las que afectó con su ida repentina, las manías, los pasatiempos, las tradiciones y varias cosas mas, incluso las mañanas cambian. Había algo gracioso que hacia cuando era niño, mi padre solía llegar muy temprano de trabajar cuando yo todavía seguía durmiendo, me traía el desayuno todos los días y lo ponía sobre la mesa para que yo lo agarrara cuando me despertara y luego se acostaba a dormir porque llegaba muy cansado. Al despertarme nunca veía lo que él me traía, siempre iba a darle los buenos días, lo abrazaba y le preguntaba ¿Qué me has traído hoy para desayunar? el se reía y me decía: te he traído un pedazo de pan seco.

Era un chiste que teníamos, yo sabia que eran rollos de jamón y queso con un pequeño jugo, porque él siempre me traía lo mismo, era mi desayuno favorito, él lo sabia, pero a mi me gustaba bromear con eso cada mañana y él me seguía el tonto juego. Mi padre era increíble, fue el mejor padre que pude tener el tiempo que estuvo a mi lado. Algunas veces creo que tiene otra familia, que esta feliz rehaciendo si vida y que se olvido completamente de nosotros, pero quiero equivocarme, quiero que sus razones hayan sido mas determinantes que eso, porque recuerdo como nos veía y en sus ojos nunca parecía que quisiera irse, al contrario veía que éramos lo mas importante para él y lo único que tenia.

Después de la cena, salí con un primo a comprar unas cervezas y otras cositas que me había encargado mi mamá, luego de comprar todo lo que teníamos que llevar íbamos de camino a mi casa otra vez, íbamos caminando y pasamos cerca de una fiesta, me quede viendo distraído a la gente que estaba ahí, pare de caminar cuando la vi, era ella mi hermosa Mariana. Estaba feliz bailando sola, le encantaba bailar, y a mi me encantaba verla bailando, se veía totalmente hermosa, tanto que no pude evitar quedarme ahí hipnotizado mirándola, fuera de este mundo, fuera del universo y de toda la galaxia viendo mi sonrisa favorita, así como la primera vez que la vi.

La sonrisa de marianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora