Sentía que no tenia a nadie

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La brisa suave movía mi cabello, me encontraba sentado en una silla vieja de madera, cerca de los cultivos que tenía mi abuelo en la finca. Escribía en un cuadernillo, historias que dibujaba en mis pensamientos con las nubes. Algo que normalmente hacía cuando iba de viaje con mi padre, aburrido en el camino, observando la belleza de las nubes y las miles de formas que le podría encontrar, desde la ventana del auto.

Perdido entre mis pensamientos, estaba recordando viejos tiempos con mi padre, ese día se cumplirían exactamente 7 años desde que nos abandonó a mi madre, mi hermanito y a mí. Él nunca volvió, nunca nos dio una razón lógica por la cual tomo la decisión de irse y me hacía mucha falta, siempre lo hizo.

Nuestra relación padre e hijo era muy buena, todo estaba bien en mi familia, no habían discusiones no habían problemas, mis padres estaban felices y de la nada, él empacó todas sus cosas, ni siquiera miró atrás, no nos dio un solo abrazo y simplemente se marchó. Con el paso de los meses, yo seguía teniendo fe en que volvería, pero él no lo hizo, nunca volvimos a saber nada de él. Mi madre aún lo extraña, seguimos viviendo en la misma casa porqué mi madre sigue esperándolo desde el primer dia que se fué.

A veces me reprocho en que tal vez me faltó ser mejor hijo, constantemente intento dar lo mejor de mí porque siento que las personas me van a abandonar como lo hizo él.
Y lo necesite tantas veces, lo necesite para que me apoyará, para que me diera ánimos de hacer todo lo que quería, para que me ayudara cuando me caía y no tenía la fuerza para levantarme, fue difícil, muy difícil, sentia que no tenía a nadie. Pase de tener todo su cariño, atención y motivación, a simplemente no tener nada.

Nunca logré entender porque yo lo he extrañaba pero él no nos extrañaba a nosotros, me pregunte a mí mismo muchas veces que nos faltó, para que su amor por nosotros fuera más grande que cualquiera de las cosas por las que se pudo haber hido. Su ausencia me dejo muchas heridas, esas que talvez algún día podré tener la valentía de curarlas.

Mi hermanito me sacó de mis recuerdos, escuché como a lo lejos gritaba mi nombre y me paré de la silla porqué sabía que el llamado habría sido para decirme que ya nos íbamos para la casa. Al llegar a mi casa seguí un poco melancólico pero hablar con Mariana un rato, hizo que me olvidara de todos los pensamientos que me estaba cargando. Me puso muy alegre y no solo el hecho de estar hablando con ella, si no que la sentía un poco más tranquila y calmada.

Después de todos los problemas que había pasado, estaba volviendo a sus actitudes normales y su hermosa sonrisa estaba volviendo a ser normalmente constante. Ella estaba intentando arreglar los problemas con su madre y olvidarse de todo lo que había pasado, lo estaba logrando poco a poco y estaba muy orgulloso de ella, el solo saber que ella estaba feliz me hacía feliz a mí.

Es normal sentirse desanimado, cansado, consumidos por algo que nos atormenta o simplemente no sentirse emocionalmente bien, porqué en realidad nadie está totalmente bien. Todos tenemos problemas, bajones o momentos de mucho estrés. El dolor es inevitable ¿y que tiene de bueno una vida en la que no podamos sentir nada?. Todos estamos jodidos de algún modo y eso no se puede curar, pero somos capaces de sacarnos por si  solos de nuestros líos, todos tenemos la capacidad de hacerlo, solo es cuestión de encontrarla. Muchas veces queremos rendirnos y tirar la toalla porque creemos que así podremos estar "bien".

Pero la paz no se encuentra abandonando sueños, porque en el fondo siempre habrá algún sueño que nos motive, por más pequeño o insignificante que creamos que es y  abandonarlo no es la solución. No tenemos porque aguantar cosas que no merecemos, es difícil, pero no es algo imposible, debemos cuidar de nuestros sueños, cuidarnos a nosotros mismos y no dañarnos, eso pude aprenderlo de Mariana.

La sonrisa de marianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora