Me moría por besarla

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Después del abrazo de Mariana me quedé paralizado, me terminé la próxima botella de vino pensando en ella otra vez, en sus lágrimas, en cómo su cuerpo me hizo saber que me extrañaba tanto. En ese momento comprendí que si lo que yo sentía era complicado, el amor que me tenía Mariana hacía las cosas más difíciles. Se que cada uno estaba bien sin el otro, nuestro amor no era una necesidad para vivir, los dos teníamos intereses distintos, éramos buenos en equipo pero al separarnos teníamos mucho más potencial.

Pero había algo que cambiaba, el sentimiento se engrandecia, no de necesitar estar con el otro, sino de extrañarlo, mi cuerpo pedía al suyo para hacernos uno solo, y era un amor tan bonito, tan puro, que me dolía, nos dolía, porque lo estábamos dañando por simplemente guardarnos el sentimiento. Mariana si me demostró mucho, pero aún así, se que se guardo cosas que no le hacían bien y que se merecía una explicación de todo.

Me dormí casi en la madrugada, no dormí mucho porque sabia que tenía que preparar el desayuno y hacer varias cosas de la casa. Estaba muy cansado y me tomé una siesta después del almuerzo, después de unas horas desperté y estuve hablando con Mariana.
Ella me dijo que iría a mi casa porque estaba muy aburrida en la suya, la esperé y cuando llegó nos sentamos a hablar, como normalmente lo hacíamos.

Estábamos riendo a carcajadas, cuando de repente Mariana saco el tema de que yo le debia un beso, recordaba perfectamente eso, pero me hice el loco para ver como ella se amargaba mientras yo me reía. Me encantaba hacerla enojar, la hice pensar seguramente que no me importaba pero lo que ella no sabia era que me moria por besarla. Enojada se veia lindisima, recuerdo que ella miro a un lado y sin voltear la cabeza fijo sus ojos en mi mientras sonreia, luego giro totalmente hasta quedar mirandome frente a frente y a su vez movio suavemente su cabello hacia la parte trasera de su hombro.

No se por qué pero me fascino tanto que ella hiciera eso y fue algo tan expontaneo en ella, estoy seguro que nisiquiera lo hizo con la intención de dejarme fascinado. Su tan sola manera de moverse la hacía ver aun mas hermosa de lo que ya era y yo me quede enbobado mirando cada pequeño detalle en su precioso rostro. Ella seguramente no comprendia porque la miraba asi, pero igualmente me siguio la locura.

Me acerqué a ella, nestros ojos estaban fijos en los del otro, estabamos muy cerca, cualquier movimiento de alguno de los dos provocaria un beso muy asegurado, a ella se le notaba muy nerviosa y aunque yo no despegue mi mirada de sus ojos sabia que sus manos estaban temblando. No sabía que tenía tal impacto en ella y me puse aun más nervioso de lo que ya estaba.

La besé, mi cuerpo se impuso solo para hacerlo, me gano el deseo que sentía por descubrir si esos labios perfectos me engancharian para siempre y tal como me lo había imaginado sus besos eran dulces, delicados y adictivos, así como lo es ella. Ese beso me hizo sentir muchas cosas o mejor dicho recordarme que ese sentimiento era más grande de lo que yo pensaba. Estaba loco o perdidamente enamorado de alguien a quien no sabía como tratar, estaba intentando recuperar la confianza que perdí.

Cuando ella se fue me quedé muy pensativo, ese beso fue el momento mas hermoso que he tenido con ella y eso que tuvimos muchos, porque a pesar de todo y de nada, momentos buenos son los que nos sobran. Y aun así me quedé sin cosas por hacer con ella, acariciar su rostro, darle muchos besos mientras la abrazaba, hacerla sentir que conmigo estaba segura y que no pusiera en duda mis sentimientos.

Sueños que tire al aire, que creí que dejándola ir la alejaría de todo el daño que yo le pudiera causar, sin aceptar que podía llenarla de amor si tuviera la determinación para tomar la decisión correcta y sabia que no volvería a herirla si elegía contarle todo y no volver a hablar con ella dejandole indirectas al aire. Mi Mariana no era una adivina y mi confusión la dañaba.

La sonrisa de marianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora