𝐒𝐚𝐛𝐨𝐫 𝐚 𝐭𝐢 | Tener el negocio de tus sueños no era algo fácil.
Yeonjun adoraba la gastronomía, deleitar a las personas con su comida siempre fué de sus cosas favoritas. Levantar su propio restaurante no fué tan difícil como hacerlo reconocid...
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No había sido una muy buena noche de sueño. Beomgyu y Yeonjun se quedaron dormidos justo después de terminar el itinerario y contar el dinero que invertirían para sustentar los gastos del restaurante.
Definitivamente ver que necesitaban más comida los alegró enormemente, ahí se notaba lo consumido por sus clientes.
Los dos tuvieron que levantarse con pesadez al escuchar la alarma, tomaron una larga ducha para intentar despertarse y posteriormente se vistieron para ir al trabajo.
Normalmente el restaurante era algo tedioso en las mañanas pero gracias al cielo este día parecía ir más tranquilo, como si se estuvieran apiadando de las pocas horas de sueño que ambos cargaban consigo. Nunca creyó que organizar la comida y hacer una lista de lo que deberían comprar sería tan tardado.
— Toma, lleva esto a la mesa dos, por favor — pidió Beomgyu entregándole una bandeja con desayuno para dos — tengo que terminar esto — señaló otro platillo aún sin terminar.
Yeonjun asintió y le llevó la bandeja a una bonita pareja que amigablemente charlaban. Esta vez no dijo nada, solo acomodó los platos y cubiertos pues la pareja parecía tener una buena conversación o una magnífica conexión porque ambos parecían tener corazones en los ojos por la manera en la que se miraban.
Volvió nuevamente en la cocina, con la imagen de aquellos dos enamorados qué ahora se tomaban de la mano y reían de probables coqueteos.
Fue entonces que Yeonjun recordó que no había citado a Soobin esta noche.
Se golpeó mentalmente por haberlo olvidado, ¡pero no era su culpa! Esa maldita lista realmente le quitó todo el tiempo y atención. Yeonjun ya se imaginaba a Soobin encontrando a alguien más para pasar el rato, alguien que no lo dejaría plantado y seguramente se fijaría del partidazo que era Choi Soobin, todo guapo, alto, educado y amable.
— Despierta, hyung — Beomgyu le chasequeó los dedos frente a sus ojos, lo que logró sacarlo de sus pensamientos — no puedo cocinar todo yo solo.
— S-sí. Lo siento, Gyu.
Yeonjun volvió al trabajo, cocinando casi todo el día pero esta vez con una mirada afligida y sin tanto animo como días anteriores.
Bueno, fue bonito mientras duró.
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