Capítulo 5. [☑️]

174 20 32
                                    

🎀

La habitación estaba iluminada por la suave luz de la tarde que se filtraba por la ventana. Ringo, sentado en el borde de la cama del hospital, miraba a George con gratitud mientras este revisaba la última entrada en su expediente médico.

—Ringo, después de revisar tus últimos análisis y evaluarte, creo que es hora de que te vayas a casa. Has progresado increíblemente bien, y estoy seguro de que continuarás recuperándote cómodamente en tu entorno.

Ringo sonrió, pero su mirada reflejaba una mezcla de emociones. George, notando la intensidad del momento, se acercó y tomó suavemente las manos de Ringo.

—Estoy muy contento de que te sientas mejor. Has sido un paciente excepcional, Ringo, y también una agradable compañía.

Los dos se miraron fijamente, y en ese silencio, las palabras parecían innecesarias. Una conexión especial se forjaba entre ellos, más allá de la relación médico-paciente. George, con una leve sonrisa, acercó su rostro al de Ringo, dejando que el momento hablara por sí mismo.

Justo en el instante en que sus labios estaban a punto de rozarse, la puerta se abrió de golpe. Min Han, con una expresión indignada, irrumpió en la escena.

—¡¿Qué están haciendo?! —exclamó Min, con los ojos entrecerrados y un gesto de desaprobación— ¡Esto es completamente inaceptable!

George y Ringo, sorprendidos por la interrupción, soltaron rápidamente sus manos. La atmósfera romántica se desvaneció, y en su lugar, se instaló una incómoda tensión.

—Min, esto no es lo que parece. Estábamos simplemente...

Min Han, interrumpiendo a George, elevó una ceja con escepticismo.

—No quiero excusas. Este hospital no es lugar para este tipo de comportamiento inmoral.

Ringo, visiblemente molesto, intentó explicar.

—Min, George solo me estaba diciendo que podía irme a casa. No había nada más.

Min Han, ignorando las palabras de Ringo, mantuvo su mirada fija en George.

—El respeto y la decencia deben prevalecer en este hospital. No toleraré acciones indecentes que pongan en peligro la moral de este lugar.

George, consciente de los prejuicios y la intolerancia de Min Han, decidió no ahondar más en la explicación.

—Lo siento si interpretaste mal la situación. Ringo, puedes irte a casa cuando quieras. Min, no habrá más "acciones indecentes," te lo aseguro.

Min Han, con una mirada de desaprobación, salió de la habitación sin decir más. La puerta se cerró tras ella, dejando a George y Ringo en un silencio incómodo. Antes de que pudieran abordar el tema, la puerta se volvió a abrir, revelando al Doctor Andrews, el director de médicos del hospital. A su lado, Min Han lo acompañaba, con una expresión de indignación evidente en su rostro.

—¿Qué está sucediendo aquí, Doctor Harrison? —inquirió el Doctor Andrews, con una mirada severa.

George, aún sintiéndose incómodo por la reciente interrupción, intentó explicar la situación.

—Ringo estaba siendo dado de alta, y solo estábamos hablando sobre su recuperación. Min-Han malinterpretó la situación.

Min Han, interrumpiendo a George, exclamó con vehemencia:

—¡No es solo eso! ¡Este hombre está teniendo comportamientos homosexuales inaceptables en el hospital!

El Doctor Andrews, aunque compartía las opiniones conservadoras de Min Han, comprendía la delicadeza del asunto. No había presenciado directamente ninguna conducta inapropiada, pero decidió advertir a George con firmeza.

—Doctor Harrison, sea más cauteloso con sus acciones y la percepción que pueden generar. No queremos escándalos ni malentendidos en este hospital. Mantenga su conducta dentro de los límites apropiados.

Con estas palabras, el Doctor Andrews y Min Han salieron de la habitación, dejando a George y Ringo en una atmósfera de tensión acumulada. A pesar de la advertencia, el vínculo especial entre George y Ringo persistía, pero ahora debían enfrentarse a la realidad de un entorno hospitalario lleno de prejuicios y juicios.

George esbozó una sonrisa triste hacia Ringo y salió de la habitación, para después dirigirse a su oficina.

George se sumió en sus pensamientos mientras revisaba algunos informes médicos. Sin embargo, apenas había comenzado cuando la puerta se abrió nuevamente, y esta vez era Min Han quien entraba, cerrándola tras ella con determinación.

—Doctor Harrison, quiero disculparme por mi reacción anterior con Ringo. Fui impulsiva y malinterpreté la situación. No creo que seas... ya sabes, gay. —dijo Min Han, buscando aclarar malentendidos.

George, sorprendido por la repentina disculpa, respondió con cautela.

—Aprecio la disculpa, señorita Han. Sin embargo, mi vida personal no debería ser motivo de especulación en el entorno laboral.

Min Han, ignorando la advertencia, se acercó a George con una sonrisa sugestiva.

—George, sé que eres un hombre muy sensual y masculino. No puedo creer que yo consideré la posibilidad de que fueras... Eso. —insinuó, coqueteando verbalmente.

El doctor Harrison, sintiéndose incómodo, se apartó de ella.

—Señorita Han, por favor, comprenda los límites profesionales. No es apropiado que continuemos con esta conversación.

Sin embargo, Min Han persistía en su actitud seductora. Jugando con su cabello y retirándose el suéter de manera sugerente, buscaba provocar una reacción en George. La atmósfera en la oficina se volvía cada vez más tensa, y George se sentía atrapado en una situación incómoda.

—George, a veces es necesario dejarse llevar por la atracción. No deberíamos ignorar lo que realmente queremos —murmuró Min Han con una voz suave, pero cargada de insinuación.

George, manteniendo su compostura profesional, retrocedió, tratando de poner distancia entre ellos.

—Señorita Han, por favor, entienda que este tipo de interacciones son inapropiadas en el entorno laboral. Necesitamos mantener un profesionalismo adecuado.

Min Han, lejos de desistir, avanzó con determinación, bloqueando la salida y cerrando aún más la brecha entre ellos. Sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y deseo.

—George, no podemos dejar que las reglas nos impidan explorar nuestras conexiones más profundas. ¿No sientes la tensión entre nosotros?

A pesar de la insistencia de Min, George se mantenía firme en su posición ética. La tensión en la habitación aumentaba con cada momento, y el coqueteo verbal estaba acompañado ahora de gestos más atrevidos.

—Min, esto debe detenerse. No es apropiado y va en contra de las normas de conducta profesionales. Le pido que reflexione sobre sus acciones.

En un último intento, Min Han se acercó rápidamente, buscando besar a George. Este, sin embargo, logró esquivar el beso, reforzando su rechazo a cualquier avance no deseado.

—Señorita Han, por favor, respete los límites. No puedo permitir este tipo de comportamiento en mi oficina.

La tensión alcanzó su punto máximo, y George, visiblemente afectado por la situación, buscó una salida mientras Min Han, frustrada pero no vencida, permanecía en la oficina. La persistencia de Min dejó una huella incómoda en el ambiente, y George se vio enfrentando no solo prejuicios en el hospital, sino también la difícil tarea de mantener su integridad profesional.

Dr. Harrison • Starrison • 𝓔𝓷 𝓔𝓭𝓲𝓬𝓲𝓸𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora