Capitulo 24

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Sam quedo boquiabierta al oír esas palabras, sonaba de corazón. Por lo tanto le quedaba claro que en algún punto de esta aventura se habían acercado tanto que crearon un vínculo especial entre las dos, sin siquiera darse cuenta.

Sidney se abalanzo sobre ella, espachurrándola en un gran abrazo. Sus lágrimas le empapaban el vendaje que la cubría, ya no le molestaba recibir aquella calidez, el amor por parte de ella, ya no. Solo se aparta levemente cuando empieza a sentir un dolor sórdido en la parte media de su pecho.

—Lo siento, no pretendía hacerte daño. Espera aquí, voy a llamar a una enfermera.

La joven sintió intranquilidad al momento, no quería saber nada de médicos. No quería que se alejara de ella. Tenia miedo de estar sola.

—Por favor, no te vayas —agarra su mano—. Quédate conmigo.

—De acuerdo, no me moveré de aquí —le retira el pelo de la cara con delicadeza—. Además, no estás sola. Probablemente no lo sepas, pero tu abuelo ha estado aquí contigo estos días.

—Lo sé, también ha estado Tara con Danny y los mellizos. Creo que también Mark vino en algunas ocasiones.

—¿Has estado consciente más veces? —pregunta, perpleja de que nadie se hubiera dado cuenta.

—No, yo... a veces parecía que se trataba de un sueño, otras pensaba que quizás ya estaba muerta y escuchaba voces del mas allá —ríe, al segundo se contrae por el dolor—. Lo que quiero decir es que no podía moverme, no podía abrir los ojos. El único sentido que me funcionaba era el oído. A ratos largos, si tenía suerte.

La máquina comenzó a pitar más rápidamente lo que alerto a Sidney, la joven juraba una y otra vez que se encontraba bien. Aun así no escucho y salio a buscar una enfermera. Quedándose en la sórdida habitación, intenta alcanzar el mando para ver el noticiario. Quería saber si hablaban de ella o su madre. Sobre Kirby...

El sonido de la puerta abriéndose de golpe la sobresalta, odiaba esa sensación de peligro cada vez que pasaba. Para su tranquilidad, solo se trataba de su abuelo. La abraza delicadamente por los hombros a la vez que le besa la cabeza, entra una enfermera que la examina de pies a cabeza bajo la atenta atención de su abuelo y Sidney.

—Es un milagro que estés viva, sin secuelas aparentes. El monitor indica que todo está correctamente. Su ritmo cardiaco es normal, la saturacion de oxigeno en sangre vuelve a ser 97% y...

—Por favor, hable claro para los no estudiantes de medicina —al sentirse confusa, decide preguntar—. ¿Qué paso después de que yo...?

—¿Te interpusieras entre una bala y yo? —le regaña por segunda vez, sin maldad alguna.

—Exacto.

—El proyectil perforo tu esternón, alejándose no muy lejos de la zona localizada. El problema es que sufriste una insuficiencia respiratoria durante un largo periodo de tiempo, la sangre se acumuló rápidamente en tu cavidad torácica. Debido a que una arteria se vio gravemente comprometida, para tu suerte no fue cortada. Si ese hubiera sido el caso no podríamos haber hecho nada por salvarte la vida. Ayer mismo mostraste señales de mejoría, pudimos retirarte la intubación, y parte de la medicación que te mantenía sedada, pero con el paso de las horas seguías sin despertar. Lo que nos preocupó bastante, nos hizo pensar que podrías haber sufrido algún tipo de daño cerebral por no haber recibido oxigeno suficiente en lo que duro tu traslado. Sin embargo te veo muy bien —le explica, mientras le hace seguir la luz de una linternita con la mirada—. De todos voy a seguir monitoreándote antes de sacar ninguna conclusión y si todo va bien, podremos trasladarla a una planta —añade dirigiéndose esta vez a los invitados.

EL REFUGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora