Capitulo 23

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Las últimas palabras de Sam retumbaban en su cabeza una y otra vez.

Bajo la presión de su mano podía sentir como el corazón de la joven latía cada vez más lento, hasta que dejo de ser perceptible. Su cuerpo se relajó por completo. Sidney la meció con cariño, mientras trataba de despertarla.

Ver a Billy morir, le resulto indiferente. Ver a Nancy no le provoco sensación alguna, salvo quizas, alivio. Pero no podía soportar lo que sentía su corazón en aquel momento, su emoción era totalmente dolorosa, como si hubiera perdido a uno de sus propios hijos.

—¡SAM, NO, NO NO...! ¡DESPIERTA POR FAVOR, NO TE VAYAS, QUEDATE CONMIGO! —suplica con llanto—. ¡NO ME DEJES, SAM!

—¿Sid? ¡Sidney! —escucha una voz gritarle a lo lejos.

Unos brazos la agitan ávidamente. Abre los ojos y se incorpora de golpe, su corazón golpeaba incontrolablemente contra su pecho, sentía como si el aire no quisiera entrar a sus pulmones.

—Estabas teniendo otra pesadilla —le explica Mark a la vez que deja un vaso de agua y una pastilla a su lado. Se sienta junto a ella—. No te preocupes, los niños aún siguen dormidos. ¿Estas segura de que quieres ir al funeral? Pienso que seria mejor si te quedaras descansando.

Se aleja hasta la orilla , quedando sentada sobre el lateral de la cama del hotel, en el que se estaban hospedando temporalmente. Coloca sus manos sobre su rostro y lo frota con cansancio.

—Sabes que tengo que estar allí, todo el mundo notaria mi ausencia si no acudiera, y además... se lo debo —dice con pesar; agarra el medicamento y lo traga rápidamente con ayuda del agua—. Ella me importaba.

—Sidney, han pasado solo tres días. Aquella noche fue muy dura para todos, tu podrías haber muerto de nuevo —la última frase sonaba como un regaño, respira profundamente, se sienta junto a su mujer y la agarra de la mano—. Simplemente quiero que estés tranquila.

—Aquella noche como tú la llamas, acabo con mi tranquilidad de pies a cabeza —le espeta.

Va hacia la maleta, revuelve entre los diferentes compartimentos y saca de el un sencillo vestido negro.

Alguien llama tímidamente a la puerta, y Mark invita a la persona a pasar. La manilla se mueve torpemente del otro lado, como si alguien tuviera dificultad para abrirla. Sidney camina hasta ella y abre ligeramente.

—Hola, mami —saluda Maureen, cabizbaja. Cargando a su hermano entre sus brazos.

—¿Qué hacéis fuera de vuestra habitación? ¿Dónde está Tatum?

—Ella ha despertado a Dani, no deja de llorar —explica entre balbuceos.

La mujer le hace una señal a su marido para que se quede con los pequeños, mientras ella, aun con el pijama sale al pasillo para averiguar que ocurre con su hija mayor.

Estaba a punto de dar la vuelta al percatarse de que no había cogido la llave, pero no hacía falta, la puerta estaba entre abierta para cuando llega. Pasa al interior y la encuentra llorando junto a la cama.

—Cariño, ¿Qué te ocurre? ¿Tú también has tenido una pesadilla como mami? —le cuenta, en un intento torpe por quedar en igualdad y hacerla sentir mejor.

—Papa me conto dónde ibas, quiero ir contigo —exige, mientras se sorbía los mocos—. También os oí anoche. Yo también quiero ver a Sam una vez más, antes de que nos vayamos de Woodsboro.

—¿Has estado escuchando otra vez nuestras conversaciones privadas? —le regaña levemente.— Eres una niña muy pequeña, no voy a permitir que veas ese tipo de cosas.

EL REFUGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora