Capitulo 18

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Tras volver a revisar el contenido de su móvil, Sam pide al conductor que se desvíe de su trayectoria original, para llevarla a otro punto del pueblo. Para su sorpresa, la foto que le hicieron no fue subida a internet. ¿Para que la tomaría el asesino si no tenía intenciones de usarla? ¿Quizás le diera algún tipo de morbo psicopata?

Al llegar a su destino, baja del coche, paga al conductor y se encamina hacia el puesto de admisión del ya reconocido motel.

Volviendo la esquina contempla su coche no solamente arreglado, si no también limpiado de arriba abajo, el interior estaba impoluto, sin migas de comida y botellas de alcohol vacías. Sabía que esto no podía ser la obra caritativa de ningún mecánico, sube las escaleras y llama a la puerta tímidamente.

—¿Alfred? —saluda, mientras entra a la pequeña sala—. Soy Samantha Carpenter. Vi su mensaje hace unos días, solo venia a por mi coche.

—Oh, gracias a los cielos. Pareces estar bien —se acerca a la joven y la abraza.

—¿Por qué no iba a estarlo?

—¿Estas de broma? La noticia de lo que os paso a ti y Sidney en tu hogar ha resonado por todo Woodsboro a lo largo de la semana. En las noticias no entran demasiado en detalles, creo que se nota la ausencia de Gail Weathers —ríe por lo bajo, Sam lo acompaña, sabiendo que el sentimiento era mutuo. Su expresión pasa de la jovialidad a la tristeza y pregunta;— ¿Podrías decirme solamente si Sidney se encuentra bien? Puedes serme totalmente sincera, esto quedara entre nosotros.

—Hemos estado en plantas diferentes, hasta donde sé, estuvo bastante grave... sin embargo ahora parece estar recuperándose favorablemente. La vi hace unas horas.

—Tendremos que rezar porque se recupere pronto y pueda abandonar este pueblo lo antes posible, estar aquí no es bueno para ella.

Abre un cajón y empieza a revolver su contenido.

—¿Y cómo está usted? ¿Sigue enfadado con su hijo?

—Me sorprende que preguntes sobre ello...

—Es solo que no me gusta ver a las familias enfadas y separadas.

Realmente solo se preocupaba por el amable y afable señor, su hijo más bien le importaba un cojon y medio. Pero le resultaba más educado preguntarlo si lo metía en la ecuación.

—Después de aquel día me fue realmente difícil comunicarme con él, quería saber por qué lo había hecho, pero al parecer estaba ocupado con algo.

—¿Sabe con qué?

—Ni idea, puede que estuviera de fiesta o con alguna mujer. Hubo un día que estaba ahogándome en el trabajo, estaba a punto de llamarle para pedirle ayuda cuando le vi rondando la zona baja del parking. El muy idiota llevaba los brazos vendados de arriba abajo, me dijo que se cayó de la moto —parece encontrar lo que buscaba y lo saca triunfante—. ¡Aquí estáis!

Lanza las llaves del coche a Sam. La joven le pregunta si fue el, la causa de la limpieza de su coche, al principio Alfred parecía preocupado por si le había molestado la intromisión. Sin embargo Sam le agradece y aunque quedaron en que los gastos correrían de su cuenta, la joven le tiende un billete de 10 dólares en muestra de agradecimiento.

Entra en su coche, hecha su chaqueta sobre el asiento del copiloto y contempla como la pantalla de su móvil cobra vida. 7 llamadas pérdidas y un mensaje del grupo.

"LOS CUATRO PROTAS"

-Ya hemos llegado al aeropuerto, el vuelo ha ido bien. A excepción de que Chad se ha pasado el viaje roncando como un mamut. M.

EL REFUGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora