Capitulo 11

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El desorden queda solucionado para cuando la noche había caído. En ningún momento pensaron que un día podía alargarse tanto. Sidney hablaba con Mark, al parecer llegaría esa misma noche para llevarse a su mujer y sus hijos a un lugar seguro. Lo cual resultaba ser un gran alivio para la joven, no quería que sus vidas estuvieran en riesgo por más tiempo.

—¿Sam? —pregunta Tara llevándose un trozo de pastel a la boca—. ¿Mama te ha dicho algo? Pensé que me escribiría al llegar al aeropuerto...

—No te preocupes, es típico de ella. Además tú quiere muchísimo y estás conmigo, seguro que te acaba llamando en algún momento solo para comprobar que sigues con vida —expresa, poniendo los ojos en blanco.

Su hermana menor le proporciona un codazo juguetón.

—No digas tonterías, ella también te quiere y lo sabes.

—Sí, lo dejo más que claro en la tienda —Sam se levanta de la mesa y tira su plato en fregadero.

Si hubiera aplicado un poco más de fuerza lo habría roto con total seguridad. Sam teclea algo en su móvil y lo guarda tan rápidamente lo había sacado. Tara toco un tema demasiado delicado sin querer, pretende disculparse con su hermana pero se ven interrumpida por el inmenso grupo que retiraban sus platos a la cocina. Ellas dos decidieron cenar apartadas del resto con la intención de poder hablar tranquilamente.

—Bueno, ¿Y ahora cual es el plan? —cuestiona Gail observando al resto.

—Deberíamos dividirnos —dice Kirby y Mindy la mira como si estuviera loca—. En grupos, por supuesto. Así algunos podrían vigilar la casa, mientras el resto trata de descansar.

—Yo he dormido durante todo el vuelo, me quedare fuera en el coche —agrega Danny con determinación.

—Antes de montar guardia, ¿podrías pasar por la "tienda" y traerme un par de cosas?

Por cosas se refería a la píldora del día después, Sam no tomaba anticonceptivos y no habían usado protección durante su sesión en la ducha. Danny pillo la indirecta cuando la joven señalo discretamente al baño.

—Entonces sería buena idea que yo me ocupara de la planta de baja —dice Tara.

—Ni hablar. Ya han conseguido entrar aquí dos veces y en una de ellas casi te pierdo. Tú te vas con Chad y Mindy —sentencia Sam.

—¡No puedes decidir por mí! Nosotros también queremos protegerte.

Sus pequeños brazos señalan a los mellizos que asienten en acuerdo a sus palabras. El timbre de la casa suena y todos se vuelven hacia su sonido.

—Tarde, ya lo hice y ahí está vuestro UBER —añade, alejándose hacia la puerta para abrirla. Antes de hacerlo mira por la cristalera, asegurándose de que realmente es quien creía que era—. Hola, Carlos —le da la bienvenida al abrir.

Le invita a pasar, acepta y lo lleva junto a los demás. Ayuda a su hijo con la mochila que llevaba y se coloca en la puerta.

—¿Nos vamos, jovencitos?

—Sabes que no puedo negarme estando su padre aquí. Eso ha sido juego sucio —dice Tara pasando por al lado de su hermana para encontrarse con los Meeks en la puerta—. Pero me la pienso cobrar.

—¡Vayan con cuidado! —se despide Sam.

—No te preocupes, los tendré bien vigilados.

La joven cierra la puerta se apoya sobre ella y suspira aliviada. Se sentía mejor teniendo a Tara lejos de la casa. Vuelve a la cocina para reencontrarse con Gail, Sidney, Kirby y Danny.

EL REFUGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora