Estuve esperando dos horas, ¡dos miserables horas!, algo que me caracteriza es mi poca paciencia, hace unos minutos comencé a dar vueltas por todas la celda.
¡Vamos! ni que tuviera claustrofobia.
Y todo por la culpa de el imbécil rubio teñido, ugh, ¡solo por que usé su monopatín!
Simplemente el podría haberme dicho calmado que se lo devolviera y listo. Pero no, me trajo a la policía. Que suerte la mía ¿no?
Paré de golpe al ver a un policía entrar con mi hermano, oh no, estoy en problemas.
—Señorita, tiene visita. —prácticamente tiró a mi hermano.
—Hey, más cuidado. —gruñó.
El gordo feo lo ignoró y se retiró.
—Enana, enana, dulce enana —cantó—. ¿Porque siempre te metes en problemas?
—¡Yo no hice nada! —grité—. Solo tomé un monopatín lo comencé a usar, cuando el dueño se me tiró encima y me trajo hasta aquí.
—¿El IO Hawk? —sus ojos se iluminaron.
—Si.
—Oh dios. ¿Porque no lo robaste? —me sacudió los hombros.
—¿Que? ¿Pero...? ¡Ya basta! —quité sus manos de mis hombros.
—¿Tan así de exagerado era el tipo? —asentí—. Tiene que ser un abogado gruñón que le compró un monopatín a su hijo por que no tiene tiempo para él.
—En realidad —mordí mi labio—. El dueño era Justin Bieber.
—¿Que? ¿El cantante canadiense, con millones de fans y uno de los famosos más millonarios del mundo? —asentí— Querida hermana, estás jodida.
—Que gracioso. —crucé mis brazos.
Alex, mi hermano, iba a hablar, pero el gordo policía entró, me esposó y me llevo junto a él.
—¡Hey! ¿Pero que haces gordo? —gruñí.
Y como obvio, solo me ignoró.
Alex venía atrás de nosotros, menos mal y no me dejó sola. Entramos a un salón enorme, vi a las personas que se encontraban en él. Ugh, el idiota oxigenado estaba ahí. A su lado estaba un señor con traje y al frente un Juez.
Oh ya entendí.
Este sería mi juicio. Y quise reír por la situación en la que me encontraba.
Me senté distanciada de los demás. Esto no era como se ve en las películas.
—Bien, como esto no es un mayor delito, solo conversaremos de lo sucedido y el castigo que le daremos a la Señorita. —comenzó a hablar el Juez.
Luego no lo escuché más, estaba más concentrada en el dolor que sentía en mis muñecas. Comencé a mover mis pies rítmicamente, ya estaba aburrida.
—Está bien, concluyendo con esta charla. Señor Bieber, usted elegirá el casitgo de la señorita.
Por favor que no sea nada grave.
Justin puso su mirada en mí. Sus ojos me miraban fijamente, pude notar como una leve sonrisa se escapaba de sus labios.
—Tengo una perrita que aún no está muy bien cuidada, digo, defeca y orina en cualquier lugar. Mi empleada se enfermó y necesito una urgente. El trato sería el siguiente, ella será mi empleada y niñera de mi perrita por un mes. Luego todo olvidado.
Bueno, no fue tan malo que digamos.
—¿Está usted de acuerdo, señorita?
—Sí, lo estoy.
—Bien, haré el papeleo. Luego se lo enviaré al señor Bieber para que los dos firmen.
El gordo policía vino hacia mi y me quitó las esposas, estuve a punto de sacar mi lengua, pero me contuve, ¿me vería muy ridícula? sí, creo que sí.
Luego de que me entregaran mis cosas que anteriormente me han quitado, salí junto a mi hermano.
—Oye tú, espera niña. —la voz del irritante rubio hizo que parara mi caminata.
—¿Que?
—Dame tu celular.
¿Pero quien se creía este?
—¿La tintura afectó tu cerebro, rubio? —escupí.
—Eh, calma ahí guapa, desde hoy eres mi empleada y por lo que tengo entendido, el jefe soy yo, y yo doy las ordenes.
Rodeé mis ojos y le entregué mi celular. Él comenzó a teclear en mi celular, para luego, alzarlo un poco. ¿Se está sacando una Selfie?
—Toma, hoy en la noche te enviaré un mensaje con la dirección de mi casa. Te quiero mañana temprano ahí, ¿vale? —me entregó mi celular.
—Está bien. —murmuré entre dientes.
—Adios. —se despidió con la mano, subió al auto y se fue.
—Ojalá que al auto se le corten los frenos. —sonreí maliciosamente.
Escuché reír a Alex, para luego rodear mi cuello con su brazo.
—Mejor te amarro a la cama, pequeña.
Golpeé su estomago con mi codo, inútil.
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