†CAPITULO 5: SANTA CONFESION†

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†CAPITULO 5: SANTA CONFESION†

Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. (Colosenses 3:5)

Pattaya [1960]

|Mediados de Octubre|

Jeff no podía concentrarse en el confesionario, ni siquiera le estaba prestando atención a lo que decía el feligrés del otro lado, quizá le estaba confesando el peor de los pecados y Jeff solo hacía un ruido con la garganta, en todo lo que podía pensar era en Barcode y en como... se dejó seducir, como su moral y valor se quebrantados en unos cuantos segundos, ni siquiera fue capaz de alejarlo. Se sentía tan decepcionado de si mismo, y con... coraje, a pesar de todo, coraje con él, no con ese descarriado joven, él era el adulto, él había tenido que hacer algo, pero en vez de eso, su cuerpo reaccionó de forma positivo y por los segundos que duró ese beso, Jeff sintió algo que jamás había sentido antes. Algo agradable.

Y fue fugaz, no perduró. Barcode lo besó ligeramente, de hecho, solo tocó su labio inferior, Jeff tenía los ojos abiertos y sorprendidos, aquello llamó la atención del chico y cuando se alejó, balbuceó algo y luego, salió corriendo, lo ultimo que escuchó Jeff fue la puerta siendo azotada, el eco tan mordaz... y quedo solo con la luz de las velas y unas infinitas ganas de sonreír y luego llorar, como si tuviera doce años.

Una semana después del beso, y no volvió a verlo... era lo mejor, él no podía olvidarse de ese beso y eso ya era lo suficientemente malo. No podía hablarlo con nadie, no con Mile, no con sus compañeros de seminario por cartas, con nadie porque no era cualquier cosa, podían... excomulgarlo, podían quitarle todo, no podía correr el riesgo por un error, por un momento de debilidad.

¡Podía ir a prisión!

Él era humano, y lo solucionaría, solamente que para su pesar, no sabía como hacerlo. Algo le dijo a la mujer, y luego dio paso a otra persona. Jeff se enderezó, dispuesto a atender esta vez. No podía seguir así.

– Padre, he pecado – dijo alguien del otro lado, un hombre.

Jeff suspiró – Cuéntame sobre tus pecados, hijo mío – dijo como siempre.

– Estoy llevando a un hombre comprometido al camino del deseo y la lujuria, ahora temo por su alma –

El sacerdote se paralizó, no le habría sorprendido escuchar eso de una mujer... se inclinó hacia adelante, observó unos labios abultados que conocía bastante bien a través de la rejilla del confesionario.... Oh, no.

– Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte, Romanos 7:5 – balbuceó Jeff como pudo

Hubo un suspiro del otro lado.

– La muerte... – repitió Barcode – No tiene que ver con la muerte, no sé si mi... amor por este hombre lo pueda llevar a tal situaciones así, padre, pero no puedo evitarlo... yo me estoy enamorando de él. – el joven volvió a respirar profundo – No puedo evitarlo, no puedo... no quiero, y sé que está mal.

A este punto, Jeff ya no podía respirar adecuadamente. Trago saliva y sostuvo el crucifijo que colgaba de su cuello. Dios, por favor, no me abandones ahora. Imploraba.

– Si no te arrepientes, a pesar de que sabes que está mal, no puedo ayudarte –

Hubo un sonido de agonía – No es lo busco estando aquí, ¿arrepentimiento? Claro que no, jamás me arrepentiría de besar al hombre que me gusta.

Jeff parpadeó, se mordió el labio inferior... Señor, por favor... no sueltes mi mano, no soy tan fuerte...

– No es correcto...

Las palabras se desvanecieron, Jeff miraba la ventanilla... podía ver los labios entreabiertos de Barcode, cerró los ojos.

– ¿Debo alejarme? – preguntó Barcode. – Jeff, ¿debo alejarme?

Su voz sonó... suave, agónica... como si le doliera hablar.

Jeff presionó más su crucifijo.

– ¡Por favor, di algo! – lloró Barcode del otro lado – No he dormido, no he comido bien, no soy yo mismo desde... desde ese beso, no sale de mi cabeza y sé como suena esto para ti, lo sé, por favor, solo... ¿Que está mal conmigo? – lloró más fuerte – Lo arruino todo. ¿Estoy poseído por algún mal? Dígame.

Jeff no lo soportó – Cálmate, esto no está bien – logró decir porque él tampoco estaba bien.

Escuchó sus débiles sollozos del otro lado. Tan cerca, pero tan lejos.

– ¿No está bien? Pero se siente como si fuese correcto – musitó – Se siente como... ¿Y si intentamos esto? Anhelo cada día volver a besarte, yo... sé que no está mal si nos hizo sentir tan bien, sé que piensas igual pero te da miedo que...

– Barcode – lo cortó Jeff con su última gota de valor – Esto es mi culpa, lo siento. Debí detenerte y en vez de eso, te confundí mal, pagaré por mi error, pero no puedo permitir que te arrastres por el camino del mal, no puedo permitir que... tu alma se vea ennegrecida por la banalidad.

Hubo silencio, uno agonizante.

– Yo... – Barcode tragó saliva – Me odias...

– Por supuesto que no – Jeff colocó una mano sobre la ventanilla, vio una lágrima gruesa bailar en el pómulo de Barcode, quiso atravesar y abrazarlo – ¿Cómo podría odiarte, Barcode? Si eres... hermoso.

La mano de Barcode viajó hacia la suya, sintió su calor desde el otro lado, palma con palma... tibia... Jeff cerró los ojos, presionó los dedos hacia adelante como si pudiera entrelazarlos con los de Barcode. La piel le ardía por contacto, porque Barcode despertaba cosas en él, cosas nuevas y que anhelaba descubrir en secreto, pero esa era la voz pecaminosa de su interior, que Barcode le enseñara un mundo de posibilidades, aunque supiera que lo correcto no era tener ese tipo de pensamientos.

Dejó de sentir la mano del joven... su calor desapareció, Jeff supuso que se había marchado y por un segundo se sintió decepcionado, relajó su peso en el respaldo de la silla, seguramente fue consciente de todo eso que Jeff no podía darle. Pero de nuevo, se encontró tan equivocado cuando Barcode se embulló y se sentó ahorcadas a él, con las mejillas mojadas por las lágrimas, los ojos inyectados en placer... lo tomó fuertemente con las mejillas y unió sus labios usando una técnica totalmente desconocida, una que involucraba la lengua.

Al principio, Jeff no supo que hacer, mantenía las manos en el aire y los ojos abiertos sintiendo la intromisión de Barcode, pero segundos después, rendido ante la deliciosa sensación y el infinito placer, terminó por rodearlo con los brazos, apretándolo contra su pecho y abriendo la boca para recibirlo y extraer de ese beso todo lo que necesitaba. 

Ay nuestro hermoso padre... rendido ante Barcode. 

¿Que creen que pasará? 


TAKE ME TO CHURCH - JEFFBARCODE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora