(10 años atrás) Winnie-the-Pooh

13 2 0
                                    

LAURIE

Arreglé mi vestido turquesa mientras esperaba junto a James en la acera. Aterrizaron en avión hacía una hora. El auto de la trabajadora social que cuidaba a Ciro en Alemania, aparecería en cinco minutos.

—Qué nervios —dije.

—Tranquila —posó la palma de su mano sobre mi espalda descubierta—. No tendrás otro ataque de pánico, ¿cierto? —bromeó conmigo.

—No. Ni siquiera me había dado uno antes de ese.

—¿En serio? —No me creyó—. ¿Ni por estrés académico?

—Bueno... Yo no los llamaría ataques de pánico, eran más unos mini episodios de odio hacia mí misma. Cuando algo me sale mal, a veces, me lastimo un poquito —me avergoncé de mí misma—. ¿Podrías decir algo? Me siento expuesta.

—¿Tus padres lo saben?

—Mi mamá, sí. Me descubrió enterrando la punta de un lápiz en mi pecho, habló conmigo, pero jamás me llevó con un psicólogo. Y mi hermano, bueno, cualquier cosa que a él no le afecte, no la pone como su prioridad. Por eso está tan obsesionado en destruir mi relación contigo; le afecta que yo sea feliz. Sé que suena mal, como una paranoia, pero no tengo duda, a Ian sólo le caigo bien cuando estoy dos escalones debajo de él.

—No me odies por lo que voy a decir, pero tu hermano es un hijo de perra.

—Lo sé.

—No siempre será así. Lo prometo.

—¿Por cuánto tiempo tendré que esperar para ver esa promesa cumplida?

—Dale veinte años y se calmará.

—¿Una promesa de veinte años? Será divertido esperar sentados —bromeé.

—¿Te gustan mis promesas con garantías?

—Sí —admití con una sonrisa escondida en el rostro.

James me atrajo a su cuerpo cuando tomó mi nuca. Lo abracé de costado y besé su cuello. Nadie me entendía como él. No encontraría a nadie que me hiciera sentir como él.

La bocina de un auto se escuchó. Vimos el objetivo en movimiento que aminoró su velocidad delante de nosotros. Sonreí con los nervios cosquilleando mis mejillas. Una mujer de cuarenta años, atuendo agradable y profesional, y pelo rubio cenizo, bajo de su auto.

—Hola —nos saludó—. Un gusto verlo, señor Brown.

—Sí.

La mujer me miró, pero no se alejó de su auto para ofrecer su mano cuando se presentó como:

—Soy Polly Wagner. ¿Señorita...?

—Laurie Rose.

—Brown —dijo James.

—Oh, ya veo —sonrió la mujer—. Felicidades.

—Soy feliz.

—No lo saben mis padres —dijimos al mismo tiempo.

Se me alteró el ritmo cardíaco. No sé de dónde me nació la pena que pensé extirpada de mi cuerpo. Creí que el shock estaba superado. Descubrir el certificado de matrimonio en su escritorio, me hizo sencilla la situación. Pero la culpa de no contar la verdad a mis padres —a mi papá, más que a nadie—, me ponía los pelos como escarpias.

Iban a matarme cuando se enteraran. Ian se encargaría de ello.

Pero hoy no era el día para preocuparme por eso. Mi subconsciente me instó a seguir concentrada en esto. Después de instalar a Ciro hablaría con James al respecto.

¿Sexo o Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora