LAURIE
Me encantaba trenzar mi cabello. No era una profesional, pero me iba bien cuando lo hacía sola. Mi larga melena castaña era lacia, pero a veces se ponía rebelde, por eso lo trenzaba con tres movimientos hábiles y sencillos que relucían aún más mis facciones jóvenes e inocentes.
Peinado: listo.
Me pinté los labios en un tono coral, mientras, mi campeón arreglaba su corbata delante del espejo de cuerpo entero de nuestro armario, el cual era casi del mismo tamaño que el de una recámara pero más pequeña.
Verifiqué la hora en mi reloj de pulsera: aún estábamos a tiempo.
Quería mis waffles con mantequilla y moras decorando mi plato. James me debía un desayuno después de la grosería que hizo esa mañana. Traté de no pensar en ello mientras me ponía de pie y alisaba el vestido veraniego que traía puesto.
Fui con él, lo abracé por la cintura y me pegué a su espalda ancha y maciza. Nuestros ojos se encontraron en el espejo y sonreí.
—¿Listo, mi James Brown?
Sus traviesos ojos me hicieron el amor.
—No me llames así a menos que quieras terminar con el culo en pompa, nena.
Me sonrojé.
Besé una parte de su espalda y aspiré su olor fresco y perfumado. «Mío». Ese traje súper elegante de película me puso emotiva, James jamás salía de casa si no iba bien peinado hacia atrás, con el clásico pañuelo en el bolsillo, y los ojos concentrados en su objetivo; o sea: en mí.
«Siempre he sido yo»
Era su mujercita.
Estaba para comérselo. Mi esposo era muy atractivo, varonil, fortachón y protector. Y lo que más me gustaba de él: era su estilo, su seguridad en sí mismo al caminar, su porte como el de una montaña, entre otras cosas. Era un hombre que ponía mis rodillas a temblar sólo con pararse detrás de mí y besar mi sien. ¡Ah!, y que era dulce, también podía ser inesperadamente caballeroso y amable cuando se lo proponía.
Me pregunté cuáles eran las cosas que más le gustaban a James de mí, mientras, sus manos tomaban las mías y su pulgar acariciaba mis nudillos con ternura. Mis ojos se achicaron cuando sonreí detrás de su espalda. Guió mis pasos delante de él hasta reemplazar mi figura por la suya frente al espejo. Sus brazos me envolvieron con amor, y sus labios presionaron mi sien en un beso sin fin hasta que...
—¿Qué es lo que más te gusta de mí? —le pregunté.
—Mi secreto, nena.
—¿Nunca vas a confiarme tus secretos?
—Te sorprendería las cosas que sabes sobre mí.
—Las que supongo, querrás decir —lo corregí.
—Chiss...
Me distrajo y me tomó por sorpresa cuando tiró hacia abajo las mangas de mi vestido, dejando expuestos mis pechos firmes tamaño naranjas enfrente del espejo de cuerpo entero. Ahogué un suspiro de placer, pero no bajé los ojos de la oscuridad de su mirada.
«No me va a intimidar. No me va a intimidar esta vez», me repetí.
—¿En dónde está el resto de tu ropa, amor?
—No está.
Mi desobediencia le molestó.
La brisa que se coló por la ventana puso mis pezones en punta.
Mi espalda se enderezó con orgullo, mientras, él observaba el rubor de mis mejillas descender peligrosamente por el valle de mis senos. Mi respiración cambió a un ritmo irregular cuando su mano aprisionó y estrujó uno de mis pechos. Ardí en deseo, pero no me atreví a pronunciar las palabras "mágicas" —como las solía llamar James—: «Quiero que me cojas» para poner fin a mi tortura.
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¿Sexo o Amor?
Novela JuvenilLaurie ha vivido con James Brown diez años de intenso matrimonio. Pero la llegada del joven y fresco fotógrafo Tremblay a las empresas «Adriel» de su marido, pondrá en juego el amor que siente hacia James. Laurie se cuestionará sus decisiones y el c...