Quizás, en otra vida y momento las cosas hubieran sido diferentes. Si tan sólo aquel niño que, como lienzo en blanco, fue rodeado y víctima de maltratos, y así, pintado con cientos de pinturas con distintas brochas. Pero cuando buscó ayuda nadie se atrevió a brindarsela, y ahora lo señalan y juzgan sin novedad, pues su nombre lleno de sangre, destaca en cada delegación de México y miles de folletos recorren las calles de aquel país, garantizando una gran cantidad de dinero por quién ofrezca información importante sobre su paradero.
Pero ¿Qué realmente es la venganza que se buscaba? Quizás su mente tan diferente a lo ordinario...pensando en cada movimiento futuro de quién quería derrivar en el tablero. Una máquina fría y con corazón gris.
Guillermo Ochoa, un joven de tan sólo quince años, de estatura alta, cabello largo con rulos, moreno claro, rasgos finos y en el aspecto de su personalidad, era un chico que era ciertamente misterioso, serio y frío, parecía ser alguien de carácter fuerte y firme, alguien de quien temer pero realmente es que cada día rogaba para no recibir abusos, maltratos y acoso por parte de ciertos chicos de su preparatoria. Sin embargo, nadie se esperaría que después de un tiempo el nombre de G. Ochoa sería de los nombres más temidos en todo México.
Guillermo era un chico que era muy tranquilo, trataba de llevarse bien con todos, a pesar, de que era muy introvertido, cuando lo conocías mejor era un chico muy dulce, noble, amable, detallista y cariñoso.
No obstante, Guillermo empezó a sufrir bullying en su preparatoria pues decían que era homosexual y cosas de más con el fin de molestarlo, sufría golpes, maltratos, violencia verbal, etc.
Aunque, Guillermo se sentia muy confundido pues a veces se quedaba mirando al vacío y se imaginaba a él matando a las personas que le hacían tanto mal, se sentía raro pero a la vez se le dibujaba en su rostro una sonrisa llena de satisfacción. Y casi siempre después de que imaginaba tal acto siempre dibujaba las caras de sufrimiento y agonía que su mente creaba de sus víctimas.
Todo pendía de un hilo. Pero ese día le hicieron cosas tan brutales y sin piedad a Guillermo que fue lo que dió luz verde para que ese chico de rulos comenzará su venganza.
Ese día Guillermo llegó a la preparatoria como cualquier otro día ordinario, entre sus manos sujetaba con fuerza su cuaderno de dibujos. Empezó a caminar entre los pasillos mientras miraba a todos de reojo y con los hombres encogidos. Fue hasta que todo se torno de color negro, con una venda habían tapado sus ojos para después ponerle una toalla con algo misterioso en su nariz para que al momento de que Guillermo inhalara cayera en un profundo sueño. Posteriormente, lo llevaron al baño, ahí jugaron con el roto y débil cuerpo de Guillermo, destrozaron su cuerpo mas de lo que ya estaba. Él era su juguete, su única diversión y entretenimiento.
Pasó cierto tiempo, aquellos adolescentes habían terminado de divertirse con el tan maltratado cuerpo de Guillermo y sólo lo aventaron hasta el último cubículo del baño con la cabeza dentro del inodoro. Era una escena triste, escalofriante y simplemente horripilante por el estado en el que está Guillermo. Después de aventar su cuerpo ahí, se marcharon sin dejar algún rastro alguno.
Pasaron algunas horas, las clases avanzaban y la vida de los demás sólo se movían al ritmo de las horas. Por otro lado, Guillermo apenas iba despertando, intentaba abrir sus ojos lastimados pero simplemente no podía, por medio de su boca sólo salía y entraba una pequeña brisa de aire, le dolía respirar por su nariz pues está no paraba de sangrar, tenía una sensación de que su cuerpo ardia y cada rincón de su cuerpo se enfriaba, sentía algunas punzadas de un dolor regular en su estómago y agregando que tenía una fuerza nula. Simplemente no podía retirar su cabeza de la taza del baño. Aparte, su cuerpo presentaba breves, pequeñas e intermitentes convulsiones. Se sentía prácticamente... muerto, era una sensación y sentimiento de desesperación el que lo inundada el no poder moverse y sentirse tan débil y cómo un muñeco de porcelana. No tenía fuerza ni para arrastrarse y que alguien lo viera, no tenía ni si quiera la fuerza suficiente para gritar y pedir auxilio, era como si le hubieran cortado las cuerdas vocales.
Luego de algunos minutos pudo lograr quitar su cabeza del inodoro y recargar su cuerpo contra la pared. Guillermo sólo estaba sentado e intentaba abrir sus ojos sin brillo, cosa que logró y miro hacia el techo provocando que la luz del lugar le lastimara. Después bajo la mirada y escuchó el rechinar de la puerta e intentó hacer cualquier tipo de sonido para que vinieran hacia él, pero aunque lo intentará era imposible que lo escucharán, eran muchos chicos y hacían gran bulla pero logro ver con su vista nublada que eran ellos y que iban hacia él, eran esos malditos enfermos que lo lastimaban día a día.
Con brusquedad esos adolescentes abrieron la puerta del cubículo en el que estaba tirado Guillermo.
-Me pone de muy buen humor que si te hayas quedado ahí como te lo ordene, ya ves que nos vamos entendiendo- mencionó Oribe Peralta, el líder del grupo que le hacía infierno e imposible la vida a Guillermo; mientras jalaba a Guillermo de su cabello para sacarlo del cubículo y recargarlo en la pared afuera de este y Guillermo apenas y pudo jadear. Por otro lado, los demás chicos sólo miraban de arriba a abajo a Guillermo.
-Ya estaba despierto- señaló Rafael Márquez, la mano derecha de Oribe.
-¿No dijiste nada, verdad?- cuestionó Oribe mientras fruncía el ceño.Por obvias razones Guillermo no podía responder, aparte se sentía aturdido, y sólo se les quedó mirando con su vista borrosa.
Oribe se enojó por la respuesta nula de Guillermo, así que le dió una patada en el estómago haciendo que Guillermo se quedará sin aire e hiciera como pez fuera del agua -¡Te estoy hablando idiota!-
Guillermo con un mirar perdido sólo movió su cabeza de izquierda a derecha.
-Que te costaba contestar...imbécil- continuó Rafa mientras pisaba con mayor fuerza una mano de Guillermo.
Guillermo agonizaba de dolor por dentro pero no podía expresarlo. Sólo miró hacia el piso, los mosaicos limpios y blanco observo como de su cuerpo salía sangre y dejaban rastro en aquel lugar.
-Ya nos vamos, que descanses Guillermito- declaro Oribe para después darle una cachetada a Guillermo que como consecuencia hizo que a Guillermo le saliera sangre.
Todos esos hombres salieron del baño y Guillermo sólo se quedó ahí, en medio de la oscuridad y frialdad del lugar. Guillermo no quería morir ahí y menos de esa manera, entonces decidió pararse de ese lugar y luchar una vez más por su vida y cobrar venganza por cada persona que le hizo daño en su corta vida.
Posteriormente, Guillermo se levantó cuidadosamente y se dirigió hacia los lavamanos y arriba de esos lavamanos estaban unos espejos, ahí pudo ver su cuerpo y rostro. Notó que estaba completamente pálido, sus labios tenían un color violeta, su cuerpo estaba lleno de salpicaduras de sangre y se veía sucio y seco, tenía una grandes ojeras, tenia cicatrices por todos lados. Ver su reflejo hizo que enloqueciera, dejo salir un grito y con una fuerza inexplicable golpeó el espejo haciendo que este se rompiera y pedazos del espejo cayeran por dónde sea, Guillermo después de esto volvió a caer en el suelo pues otra vez se había quedado sin fuerza.
Pasaron algunas horas más y la jornada de clases había acabado, tenía que marcharse en ese mismo instante.
Se levantó y camino mientras tambaleaba. Salió del baño. Caminó por un pasillo para ir por sus cosas y los demás jóvenes simplemente lo veían horrorizados. Guillermo ya se había acostumbrado a ser visto de esa forma, pero en ese momento sentía como todos lo miraban con cierta lastima y preocupación. Sólo llegó a donde había dejado sus pertenencias y se fue de ese lugar donde siempre fue odiado, mal visto, maltratado, etc.
Pero de algo estaba seguro, acabaría con todos...quería sentir cada una de las sangres de las personas que le hacían tanto mal derramarse por sus manos lastimadas y secas.
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𝐑𝐮𝐞𝐠𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬
Fanfiction𝔈𝔫 𝔩𝔞 𝔟𝔲𝔩𝔩𝔦𝔠𝔦𝔬𝔰𝔞𝔰 𝔠𝔞𝔩𝔩𝔢𝔰 𝔡𝔢 𝔐é𝔵𝔦𝔠𝔬, 𝔯𝔢𝔠𝔬𝔯𝔯í𝔞𝔫 𝔭𝔞𝔫𝔠𝔞𝔯𝔱𝔞𝔰 𝔠𝔬𝔫 𝔲𝔫 𝔯𝔬𝔰𝔱𝔯𝔬 𝔱𝔢𝔪𝔦𝔡𝔬. 𝔘𝔫𝔞 𝔰𝔢𝔯𝔦𝔢 𝔡𝔢 𝔡𝔢𝔣𝔲𝔫𝔠𝔦𝔬𝔫𝔢𝔰 𝔥𝔞𝔟í𝔞𝔫 𝔰𝔦𝔡𝔬 𝔞𝔩𝔢𝔯𝔱𝔞 𝔯𝔬𝔧𝔞 𝔭𝔞𝔯𝔞 𝔩𝔞 𝔭𝔬𝔟...