Las manecillas del reloj hacían un leve sonido, Guillermo sólo se concentraba en aquello mientras esperaba. La vida continuaba al ritmo de las horas, Ochoa sólo miraba pasar a médicos con camillas, a algunas personas rezando y suplicando por sus familiares.
Fue hasta que Guillermo fue llamado. Este siguió al enfermero que lo guiaba hacia la habitación de Edson.
-Bien...aquí es la habitación del paciente Edson, lo dejo- mencionó el enfermero antes de irse con un paso apresurado.
Ochoa tomó manija sucia con delicadeza y antes de abrir aquella puerta dejó salir una sonrisa de lado. Posteriormente, abrió la puerta haciendo un ruido horrible del rechinar de los tornillos.
En aquella habitación el silencio que entraba y salía era nulo, sólo se percibía el ruido de las máquinas a las que estaba conectado Edson y había unas flores, las cuales desprendían su olor único y dulce.
Guillermo se sienta en el sillón de esa habitación y coloca una de sus piernas sobre la otra mientras observa de forma detenida a Edson, al su parecer este sólo exagera pues fue sólo una cortada en la espalda baja. Ochoa pone los ojos en blanco y empieza a analizar todo el espacio.
Pero Edson empezó a despertar de una siesta, abrió los ojos con lentitud pero la luz lo cegaba y trataba de mirar hacia todos lados. Fue hasta que levantó su brazo izquierda y vió como entraba suero en él, su vena tenía ciertas pulsaciones con frecuencia. Volvió a bajar su brazo y logro ver sentada una silueta con rulos, en su mente rápidamente determinó que era Guillermo. Sus ojos los abría y cerraba para poder percibir mejor a Guillermo. Fue hasta que pudo lograr ver a aquel chico con una mirada siniestra, apretando los dientes, su piel completamente pálida y sus labios de un color rojizo.
Guillermo se había levantado del sillón y camino hacia la camilla donde se encontraba Edson -Veo que ya despertaste...- observó como a Edson se empezaba a desesperar, le aterraba estar cerca de Guillermo.
-¡Alejate de mí!- pidió Edson mientras sus ojos se abrían a la par y su cuerpo empezaba a sudar sin un control alguno, cada gota de sudor daba entender el terror que sentía Edson.
-Shhhhh...- Guillermo colocó uno de sus dedos largos y fríos sobre los labios de Edson. Guillermo al hacer eso hizo una "X" sobre los labios de Edson.
Edson se aterrorizó -¿Por qué hiciste eso?- cuestionó Edson con preocupación, está se notaba en sus ojos.
Ochoa dejo salir una pequeña risa y sonrió-No es nada por lo que tendrías que preocuparte- volteó a ver el monitor de signos vitales - Sólo exageras- regreso su mirada a Edson y trato de controlar su ira y todo lo que sentía en ese momento.
-¡estoy aquí porque me dió un pre-infarto!- declaró Edson mientras fruncía su ceño.
Guillermo no le dio ni la más mínima importancia a lo que dijo Edson -Rafael murió hoy- soltó aquella noticia con su voz hostil y ronca- Si que está loco el idiota de Oribe-
-¡¿Qué?! Él no pudo haber muerto- la reacción de Edson era de esperarse.
-Obvio que es broma idiota, a aquel lo tengo que cuidarlo como si fuera oro- dijo con una sonrisa.
-Ya te lo contarán luego...esperando que estés aún en esta vida- mencionó Guillermo para luego después mirar el reloj de su mano izquierda -Me tengo que ir- abrió la puerta de la habitación y salió haciendo un bajo ruido con sus zapatos.
-¡Ojalá te pudras Magaña!- gritó Edson con impotencia. Esto lo alcanzó a oír el contrario.
Caminó por lo pasillos mientras escuchaba a gente llorar, enfermeros corriendo por donde sea, los monitores hacían leves sonidos y a lo lejos se escuchaban las sirenas de las ambulancias.
Al llegar a la puerta principal del hospital, dió un suspiro y se dirigió a su casa. Durante el camino sólo balbuceaba algunas canciones mientras pensaba en como sería el siguiente día después de lo que ocurrió con Rafa.
Después de mucho tiempo, Guillermo llegó a su casa, pero notó que algo no estaba bien, las luces de la sala estaban prendidas.
Entró tratando de no hacer mucho ruido, no quería hablar en ese momento y sabía que probablemente estaban sus padres ahí. Estaba cerrando la puerta de casa y echo un vistazo a la sala, estaba los nuevos vecinos y sus padres, y era obvio que Lionel estaba ahí.
-Maldita sea- susurró Guillermo para si mismo, quería irse a su habitación y seguir con sus planes que tenía en mente.
Pero de repente un silencio rotundo cayó en aquella casa, la cual tenía un ambiente sombrío y ciertamente tétrico. Guillermo no se había dado cuenta que su desesperación y adrenalina habían hecho que hiciera demasiado ruido, jalaba la manija con fuerza tratando de poner la llave, su respiración era muy rápida y ruidosa, y agregando que hacia pequeños sonidos con su boca. Todos lo estaban viendo.
Guillermo tardo en darse cuenta del silencio que había en aquel lugar, hasta que se detuvo por un minuto y volteó su cabeza con brusquedad hacia la sala, sus ojos provocaban escalofríos y su rara presencia hacia que todo mundo se sintiera incómodo.
El padre de Guillermo era el único que sabía controlar su miedo y simplemente que trataba de entender a Guillermo. Por ello fue el que decidió hablar para que todo el ambiente se amenizará -¡Guille! Que bueno que llegas, ven a tomar algo con los nuevos vecinos-
Guillermo analizo con la mirada a cada una de las personas que había en aquella sala y cuando llegó a ver a Lionel sólo dio un suspiro.
-Buenas noches a todos- Guillermo después de decir eso hizo un reverencia y se subió a su habitación.
Todo eso fue raro para los presentes, incluso los padres de Guillermo se extrañaron de la forma que actuó su hijo. Sólo dieron un pequeño sorbo a sus cafés y siguieron platicando.
Por otro lado, Lionel sólo se asomaba a las escaleras una y otra vez. Realmente quería entablar una amistad con Guillermo, quería dar pequeños pasos con paciencia.
-Señor ¿puedo ir con su hijo?- cuestionó Lionel con su tono de voz dulce mientras señalaba el piso de arriba.
Todos se quedaron atónitos por la pregunta de Lionel ¿En serio quería conocer a Guillermo?
-Eh, si claro, ve- respondió el padre de Guillermo con preocupación.
A Lionel se le dibujó una sonrisa en el rostro y subió corriendo las escaleras. Se posicionó afuera de la puerta de la habitación de Guillermo y con un gentil golpe llamo a la puerta.
Guillermo no sabía controlar su ira y abrió la puerta con brusquedad y sus dientes se apretaban tanto al punto de doler -¿qué carajo quieres Lionel?-
Lionel al ver el comportamiento de Guillermo se asustó y quedó atónito, sus piernas temblaban -No nada...- suspiró Lionel para después intentar salir de ahí corriendo pero no fue posible. Guillermo tomó el brazo de Lionel con fuerza haciendo que sus uñas se clavaran y rasgaran en cierto punto en el brazo delgado de Lionel, era una sensación inexplicable tener una mano encima de Guillermo, es como si la piel se te quemara.
Guillermo jaló a Lionel hacia él y lo adentro a su habitación. Cerró la puerta con seguro y guardo silencio.
Lionel trato de mantener la calma y buscar formas de salir o defenderse si era necesario pero antes de que pudiera decir alguna palabra, Guillermo mencionó algo que atemorizó mucho a Lionel y sus ojos se abrieron a la par.
-Decidiste morir hoy Lionel Andrés Messi Cuccittini...- Así es, ya se sabia su nombre completo, pues aprovecho su espera en el hospital para tener todos los datos a su mano.
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𝐑𝐮𝐞𝐠𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬
Fanfiction𝔈𝔫 𝔩𝔞 𝔟𝔲𝔩𝔩𝔦𝔠𝔦𝔬𝔰𝔞𝔰 𝔠𝔞𝔩𝔩𝔢𝔰 𝔡𝔢 𝔐é𝔵𝔦𝔠𝔬, 𝔯𝔢𝔠𝔬𝔯𝔯í𝔞𝔫 𝔭𝔞𝔫𝔠𝔞𝔯𝔱𝔞𝔰 𝔠𝔬𝔫 𝔲𝔫 𝔯𝔬𝔰𝔱𝔯𝔬 𝔱𝔢𝔪𝔦𝔡𝔬. 𝔘𝔫𝔞 𝔰𝔢𝔯𝔦𝔢 𝔡𝔢 𝔡𝔢𝔣𝔲𝔫𝔠𝔦𝔬𝔫𝔢𝔰 𝔥𝔞𝔟í𝔞𝔫 𝔰𝔦𝔡𝔬 𝔞𝔩𝔢𝔯𝔱𝔞 𝔯𝔬𝔧𝔞 𝔭𝔞𝔯𝔞 𝔩𝔞 𝔭𝔬𝔟...