CAPÍTULO 50

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Tras descubrir las muertes de Gusano y Sapo, envolvimos los cadáveres en sábanas. Después de un rato para recuperarse, Lena volvió a tomar el control de la situación. Le pidió a Alex que se encargase de los cuerpos, ya que era el único que sabía qué hacer con ellos, mientras ella y Chase regresaban con Panther y le informaban sobre la nueva situación. A mí me envió a casa. Estuve un poco reticente, no quería dejarla sola, pero me convenció al decirme que en ese momento la mejor forma de ayudarla era yendo a casa para ver cómo estaban Tony y Rose. No sabía nada de ellos desde la mañana y ya era el final del día. Además, me hizo notar que las tensiones allí estaban bastante altas, especialmente después de descubrir a Sammy maniatado. Así que me resigné y me fui a su casa

Me alegró volver a ver a Tony y a Rose. Me sorprendió lo mucho que Tony había cambiado en tan solo un mes. Cenamos juntos y Tony no dejó de hablar sobre lo que le había sucedido durante ese tiempo. Mientras tanto, Rose se reía de las exageraciones del niño y me sonreía con cariño cada vez que le seguía el juego. Tarzán pasó toda la velada pegado a mi pierna, algo que me sorprendió, ya que siempre había seguido a Tony, especialmente durante las comidas, cuando podía robarle algo al chico sin que se diera cuenta. Por supuesto, Peter Pan estuvo tumbado en el sofá durante toda la cena, mirándonos con su habitual aire de indiferencia. Fue una velada muy agradable.

Cuando acosté a Tony, me confesó con los ojos turbados que se había asustado mucho cuando Lena y yo desaparecimos. Al escucharlo, no pude evitar abrazarlo y decirle que no debía tener miedo, que nunca nos marcharíamos, aunque no estuviera convencido de mis palabras.

—Lena dijo lo mismo —me respondió antes de darme un beso de buenas noches y acostarse.

Una vez que Rose y Tony se durmieron subí a la azotea con Tarzan. Lo necesitaba —y estaba claro que Tarzan también que el pobre se desahogó ahí mismo—. Había disfrutado mucho la cena, y no solo porque Rose cocinara muy bien, sino porque me había sentido a gusto, relajado. Había sido como si por fin hubiese dejado de ser la ficha que no encajaba en ningún rompecabezas para ser la que faltaba en este puzzle... y solo en este. Aquel pensamiento hizo que una sensación de vértigo tirara de mi estómago. Y rechacé la idea de inmediato. Lo que pasaba es que tenía cariño al niño y a Rose, nada más.

Dejé a Tarzan husmeando por la azotea y me subí al rellano que había sobre la escalera. En seguida mi vista se perdió en las tres torres. Sus aristas resplandecían en la oscuridad de la noche dándoles mucha más majestuosidad de la que ya tenían de por sí de día. Me amonesté por pensar así, eso era lo que ellos querían.

Cogí mi teléfono y comprobé que seguía sin tener ningún mensaje. El hecho de no tener noticias de ella me ponía nervioso. Jugueteé con el móvil en mis manos hasta que decidí distraerme y llamé a Mark. Le puse al día de los sucesos en La Rebelión y aproveché para preguntarle si había logrado contactar con Jason. Su negativa me preocupó. Estaban ocurriendo demasiadas cosas fuera de mi control. ¿Estarían relacionados los sucesos de La Rebelión con el incendio y la desaparición de Jason?

Seguía reflexionando sobre todo lo que estaba ocurriendo cuando el chirrido característico de la escalera de mano que subía hasta el rellano me alertó. No había escuchado ladrar a Tarzán ni había oído la puerta de la azotea. Mi cuerpo se relajó al ver a Lena subir. Saltó con facilidad el muérete que bordeaba el tejado. Mientras tanto, yo me quedé observándola. Bajo la luz plateada de la luna, su rostro se veía más delicado y frágil. Luego lo alzó y aquella fragilidad desapareció. En su mirada se reflejaba la determinación. Y unido a sus movimientos, era pura fuerza. ¿En qué momento había cambiado tanto? ¿En qué momento había cogido esa seguridad tan sobrecogedora y fascinante a la par?

La sonreí y ella respondió a mi sonrisa.

—¿Qué has hecho? ¿Envenenar al pobre Tarzán?

Su sonrisa se convirtió en una pequeña carcajada que hizo que un cosquilleo recorriera mi cuerpo.

Sector 0: La Rebelión (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora