El pitido ensordecedor de la máquina envolvió toda la habitación. Me levanté de forma brusca del colchón.
—¿Qué está pasando? —le pregunté a Jason alterado que tecleaba de forma frenética su teclado.
No me contestó, lo que hizo que un estado de pánico me embargase. Me acerqué a la máquina causante del ese sonido. La pantalla donde normalmente marcaba la tensión de Lena estaba en blanco, tan solo aparecía una pequeña linea, junto a ella una luz roja parpadeaba insistente. Dejé de prestar atención a la pantalla para posar mis ojos en Lena. Estaba tumbada en la cama con la cabeza cubierta de electrodos como en cualquier otra de nuestras sesiones. Justo en ese momento la puerta se abrió y apareció Mark en calzoncillos.
—¿Qué pasa? —preguntó alzando la voz para hacerse oír sobre el sonido agudo.
Ni Jason ni yo le contestamos. Jason seguía tecleando como un loco, mientras que yo buscaba el pulso de Lena. No pasó ni un segundo cuando comprendí la situación. Y en ese momento dejé de sentir. Todo a mi alrededor desapareció. Ya no escuchaba el pitido de las máquinas ni a Mark que seguía preguntándome. Solo podía escuchar mis latidos que resonaban en mi cabeza con fuerza y acelerados. Lena no tenía pulso. Lena estaba muerta.
En la última semana había tenido una mejora impresionante. Las enzimas de Brandon habían funcionado y consiguieron eliminar una parte importante del V12. La conducta de Lena también había cambiado. Se pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo, según Jason aquello era bueno, su cuerpo necesitaba recuperarse y dormir era la mejor forma. Los ataques habían desaparecido, en lugar de eso los ratos que estaba despierta los pasaba ausente, como si estuviera ida. Aquello me había preocupado pero Jason no le había dado importancia. Además las sesiones de relajación cada vez eran más fáciles y ya no era necesario que me pasara horas hablándola para tranquilizándola.
Por eso aquello no tenía ningún sentido. Lena se estaba recuperando. Lena debía estar bien.
Sentí como Mark me cogía por los hombros y me sacudía ligeramente. Aquello me hizo volver de golpe a la realidad. El pitido me taladró el cerebro. Lena no estaba bien. Lena estaba muerta.
—¿Qué está pasando? —me gritó Mark a la cara. Se le veía preocupado. Parpadeé desconcertado y cogí una bocanada de aire. Me había olvidado de respirar.
—No tiene pulso —dije casi en un susurró. El rostro de Mark empalideció—. Lena no tiene pulso. —Mi respiración se aceleró al comprender que aquello era muy real y todo el oxígeno que no había cogido hacía unos segundo entró de golpe. Eso y el olor rancio que siempre tenía la habitación de Lena hicieron que sintiera un ligero mareo.
Negué de forma tozuda. No. Otra vez no. Ella no se podía morir.
Dejé a Mark, que seguía en estado de shock, para acercarme a Lena y le susurré al oido:
—No pienso dejar que te mueras. No después de todo lo que hemos pasado, no sin que me perdones.
Tras decir eso posé mis labios en los suyos para llenar sus pulmones de aire. Hacía mucho que no ponía en practica aquella técnica. Fue una de las primeras lecciones que había recibido cuando entré a formar parte de La Organización, pero, a pesar de que me había visto en muchas situaciones extremas, nunca la había usado. Por suerte Aron obligaba a todos los miembros de la OLIC a hacer un curso recordatorio de supervivencia y una de las lecciones impartidas era la reanimación cardiopulmonar.
No sé cuánto tiempo estuve haciendo el masaje cardiaco y las respiraciones. El sudor corría por mi frente hasta mi mentón donde caía en el pecho de Lena. Y hubo en un momento en el que sentí un pinchazo en mi brazo herido. Pero aun así no cesé con el masaje. Alguien posó su mano en mi hombro, la aparté con rabia para continuar con mi cuenta de compresiones.
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Sector 0: La Rebelión (libro 2)
Science-FictionEn una Ciudad dividida por sectores y dirigida por un Gobierno dictatorial, Josh solo piensa en vengarse por la muerte de su prometida a mano de este. Sin embargo, su lucha se ve interrumpida por una joven que hace que sus ideologías se tambaleen y...