CAPÍTULO 17

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Después de nuestra última discusión Lena se cerró en banda. No quería hablar conmigo y me evitaba —todo lo que le era posible en un lugar tan pequeño—. Opté por dejarla espacio. Yo también necesitaba tiempo para pensar y organizar mi partida. Había decidido que me iría a vivir con Mark temporalmente hasta que encontrase unos perfiles seguros para los tres. Pero antes tenía que comprobar el estado de mi perfil actual, si podía seguir usándolo para cruzar el muro del Sector 3 o por el contrario había sido manipulado por La OLIC. Para ello necesitaba un lector de chips y solo conocía a una persona que podía facilitármelo: Lena. Estaba convencido de que en cuanto se lo comentase no pondría ninguna pega, al fin y al cabo, estaba deseando deshacerse de mí. Sin embargo no quería dejar las cosas así entre nosotros, quería arreglarlo antes de marcharme.

Dejé de pelar patatas para limpiarme con el antebrazo el sudor que cubría mi frente. Aquel calor era insufrible. Rose a mi lado seguía con su tarea tarareando de forma distraída una de sus canciones. Admiraba la habilidad que tenía de ignorar el bochorno de la casa. Mis ojos dejaron de observarla para posarse en un tarro que había en la encimera. Lo cogí y le eché un vistazo. Era un bote de vitaminas. Había visto que todas las mañanas Tony las tomaba. No es que me pareciese mal que el chico tomase vitaminas supletorias, era simplemente que me parecía muy joven para necesitarlas.

—¿Por qué Tony toma vitaminas? ¿Tiene algún problema médico? —pregunté a Rose que solía ser junto con Tony la persona que resolvía todas mis dudas en la casa. Rose se rio entre dientes.

—No, cariño. Tú y tu hermana también las tomabais cuando erais niños. 

A pesar de que Rose me confundía a diario con su hijo me seguía incomodando. Decidí ignorarlo, tenía curiosidad por saber más de la infancia de Lena. 

—¿Sí? —pregunté.

—Claro, todos los niños del sector las toman.

—¿Por qué? 

Me miró sorprendida y divertida.

—Por la alimentación —dijo—. Hay tan pocos productos frescos que muchas vitaminas y minerales esenciales para el crecimiento solo se adquieren mediante pastillas.

Rose continuó con su tarea. Yo, en cambio, seguí contemplándola. A lo largo de esos días me había dado cuenta de lo duro que era vivir en el Sector 4 y eso que en ningún momento había pisado la calle. Los cortes de agua eran constantes y apenas llegaba para realizar todas las actividades necesarias, en especial las duchas de los cuatros. Nos veíamos obligados a hacer turnos y con un tiempo limitado. Lo mismo pasaba con los cortes de luz, que añadían el calor cargante a la casa. También había echado de menos las comidas del Sector 2, que a pesar de lo bien que cocinaba la madre de Lena, se volvían repetitivas y basada en los mismos productos.

 Todo aquello me hizo pensar en Marian Pitts —la encargada de administrar los suministros de La Ciudad—, y de qué manera en una de sus cenas se burló de las quejas de uno de los representantes del Sector 4 por los nuevos recortes de verduras frescas. Era un invitado de segunda al que aceptaron para demostrar que sí se consideraba a los sectores inferiores, pero lo cierto era que no se escucharon sus propuestas y las pocas a las que prestaron atención tan solo lo hicieron para reírse de él.

«—Solo te estoy pidiendo que aumentes los suministros de verdura y frutas un uno por ciento. Creo que es una cantidad razonable considerando todo lo que el Sector 2 desecha». 

Había dicho el hombre con humildad pero solo recibió burlas y desprecio. En especial de Marian que contestó que no pensaba aumentar los suministros de algo tan valioso para que se alimentase a las bestias del Sector 4. Se me ensombreció el rostro al darme cuenta que realmente los mataban de hambre.

Sector 0: La Rebelión (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora