La diosa del desierto

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A cinco años de haber huido, Eugenia tenía una increíble reputación, admirable capitana, ambiciosa inventora, desalmada sicaria, fue por este último que el rey de Xek contrató en ese entonces a un grupo pirata que recién empezaba para ayudarles con las inmensas oleadas de monstruos, de sobrevivir y lograr lo esperado, tendrían grandes riquezas, siendo acompañada por un joven segundo principe Efrit Karsia y sus primeros soldados.

Claramente no se llevaron bien al inicio, Efrit no dejaba de insultar a la joven capitana con apodos como "Cerda de mar", "Gorda", "Bruja Horrible", "Engendro", hasta hacía ir a quien sería su segundo al mando a las reuniones con tal de no ver a Eugenia y su "desagradable apariencia". Aunque ella tampoco se dejaba rebajar, regresandole todos sus insultos "Pajarraco", "Bola de fuego mal hecha", "Ave de mal agüero", "Cerebro de Pollo", "Gallina", "Gallina sobrealimentada" y antes de que alguien se diera cuenta acababan peleando a golpes, no importaba el lugar.

En el palacio, en pleno desierto, en las calles de los pueblos, simplemente no podían llevarse bien.

-¡Ya basta!- gritó Annie separando a Eugenia de Efrit por onceava vez en el día.

-¡Esa cosa empezó!- gritó Efrit señalando a Eugenia.

-¡No es cierto! ¡Empezó el ave de mal agüero!- la familia real de Xek permitían el comportamiento de Eugenia, era su hijo quien había empezado está relación de odio desde el primer día.

-¡Suficiente!- ordenó el rey de Xek con un tono tan autoritario que hasta detuvo sus respiraciones -Segundo principe, aunque no lo desee. La señorita Read es una persona de suma importancia para la integridad del reino por lo que debes dejar de actuar de esa forma con ella- Efrit se sintió traicionado al oír eso y ver esa extraña sonrisa en el rostro de la pirata.

-En cuanto a usted, señorita Read. Le recuerdo que Efrit es el segundo príncipe de este país, debe respetarlo como tal-.

En el campo de batalla, los dos se limitaban a matar monstruos y apenas se dirigían la palabra, a pesar de lo jóvenes que eran podían liquidar a cientos de monstruos cada uno por su cuenta, lo único que podían admitir del otro era que tenía fuerza.

Fue en una de esas peleas a muerte que los dos se separaron del grupo y acabaron perdidos por el desierto, en un principio no dejaban de culparse el uno al otro pero al final del primer día se dieron cuenta (luego de casi morir) que se necesitaban entre ellos para sobrevivir. Descansaban por el día en pequeñas cuevas y formaciones rocosas abandonadas que encontraba Efrit sobrevolando la zona, en las noches Eugenia los guiaba de regreso a Xek guiandose a través de las constelaciones, ambos peleaban y cazaban juntos, pasando de una relación violenta y sin el más mínimo aprecio a una de amistad y respeto, aunque Efrit nunca le había revelado su rostro y ella tampoco le exigía verlo, muy diferente a otras personas.

Siempre oyendo con interés las aventuras que le contaba Eugenia, las islas a las que había llegado, los amigos que había hecho, pero nunca habló de su familia, hasta cierta noche donde hicieron una pausa para descansar.

-Eugenia... Perdón- dijo Efrit viendo con vergüenza al suelo de la cueva, la fogata que habían hecho iluminaba lo suficiente como para verlo avergonzado.

-¿Exactamente por qué?- le preguntó ella, viéndolo fijamente, era raro verlo en ese estado.

-Por todo... Por las peleas, los insultos... Todo eso... Ya ni recuerdo porque te veía así- sí Efrit se esforzaba en recordar simplemente no podía, Eugenia nunca hizo nada en su contra, en cambio ella tenía motivos más que suficientes para odiarlo y dejarlo a su suerte pero no lo había hecho, podrían decir que era en nombre de la supervivencia pero no le parecía motivo suficiente.

La Princesa Pirata (Fanfic De Las Joyas De La Princesa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora