Capítulo 24

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Feliz Día de Reyes 🤩🤩🤩🤩

Atte. MagicalLilyum

En Arbezela, Jaider de Secramise trabajaba arduamente por su imperio como de costumbre pero ya estaba harto, necesitaba descansar, necesitaba alivio, necesitaba consuelo, podría haber llamado a alguna de sus concubinas o a su emperatriz pero no tenía ganas de ver a alguna de ellas.

-Tú- señaló a uno de sus asistentes -Manda preparar mi caballo, voy a salir- su subordinado fue en camino y otro estaba por avisar a los guardias para preparar una escolta pero Jaider lo detuvo, quería estar solo y podía cuidar de sí mismo.

Mientras esperaba a su corcel, Jaider recordaba su vida en el palacio. Su padre, el emperador anterior, era un hombre severo y cruel con su familia, llegó a tener seis emperatrices:

A la primera le quitó su poder, se divorció y la sacó del palacio junto a su hija, su hermana mayor, nunca las conoció.

La segunda también dió a luz a una hija pero fue resultado de un amorío fuera del matrimonio, ella junto a su amante fueron ejecutados y la niña fue abandonada en un orfanato.

La tercera fue un matrimonio arreglado, murió dando a luz su tercer hijo, un varón pero el bebé murió poco después y la familia de la madre se llevó a las dos niñas que nacieron, la familia fue desterrada después.

La cuarta fue su matrimonio más corto, a cambio de dinero y cierta cantidad de poder se casó, era una mujer ruda, codiciosa, poco agraciada y nada sumisa. En cuanto le dió un hijo varón, se divorciaron y ella regresó a su país, no se supo más.

La quinta fue para darle una madre a ese niño pero también fue ejecutada supuestamente por adulterio.

La sexta fue la última y la que sobrevivió, crío al niño y fue emperatriz hasta que falleció.

Él era el hijo de la cuarta emperatriz y heredero al trono, se le había exigido ser una bestia para la guerra, un emperador de puño de hierro, un gobernante lo bastante sabio como para nunca perder, cuando fallaba recibía castigos tan dolorosos que podía pasar meses sanando sus heridas mientras estudiaba pero igual su espíritu salvaje nunca se apagó, era muy rebelde y actuaba como le viniera en gana.

Tiempo después su padre lo envío a una guerra a un país aliado, él apenas podía lidiar con ello, su primera guerra fue muy difícil de superar pero lo logró aunque para las expectativas de su padre había fracasado así que lo mandó encerrar en un calabozo de ese país, fue ahí que la conoció... Su primer amor...

El primer día recibió una comida horrible, como alguien de la nobleza se negó a comer semejante cosa, siguió así por tres días y tres noches.

-Oye, niño mimado- le dijo una voz al otro lado del muro, era una voz de mujer pero no era una a la que estuviera acostumbrado, su tono era más rudo y algo grave. -Tragate el orgullo y come, o no volverás a ver la luz del día-.

-Soy un principe, me niego a comer está bazofia- le respondió cortante.

-Claro, ya que tú orgullo te está alimentando muy bien ¿No?- dijo con sarcasmo la mujer -Creeme, en comparación a otras prisiones no está tan mal. Podrían servirnos algo peor o incluso nada pero lo hacen porque quieren que sigamos vivos-.

Jaider estaba fastidiado por su conversación simplemente suspiró y procedió a decir -No tengo porque escucharte, mujer criminal de poca monta-.

-Seré una criminal de poca monta pero al menos estoy aquí porque hago lo que quiero ¿Qué hay de tí? ¿Hiciste lo que querías y te atraparon o acabaste aquí por hacer lo que otros quieren?- el ojiamatista no respondió nada, la plebeya de la celda de al lado tenía un punto.

-No responder es también darme una respuesta así que me imagino que sí- contestó burlona. -¿Y cuál es su nombre "su alteza"?-.

-Soy "majestad"... Soy Jaider de Secramise I, príncipe heredero del Imperio de Arbezela- dijo como todo noble narcisista.

-Uwaa~ Que largo, te diré "Jay" y se acabó el cuento-.

Se frustró el entonces príncipe pero lo dejo pasar, no podía esperar mucho de alguien de una clase tan baja -¿Qué hay de tí? ¿Siquiera tienes nombre?- le preguntó Jaider con tono petulante.

-Claro que tengo, soy...-.

-¡CÁLLENSE A MENOS QUE QUIERAN UN CASTIGÓ!- gritó el carcelero desde su lugar pero rápidamente se vió intimidado por un fuerte golpe que deformó la reja de una de las celdas.

-¡¡¡VEN Y DIMELO A LA CARA!!! ¡A VER SÍ MUY MACHO!- gritó la mujer de la celda, el guardia ya no dijo nada, ni muerto se atrevía a ir donde la bestia estaba confinada.

-Soy Mary, llámame como quieras- volvió a estar calmada, Jaider lo pensó por un momento y solo se le ocurrieron dos apodos para alguien tan misteriosa y agresiva - "Crisantemo" o "Camelia" ¿Cuál te gusta?-.

-Me gustan las camelias, quiero ese-.

-Entonces te diré, camelia-.

En el presente estaba cabalgando con rumbo al panteón imperial, dónde la familia de Secramise era enterrada, con su autoridad como emperador mando enterrar a su amada Mary, sabía que ella deseaba ser cremada y sus cenizas esparcidas al mar pero no podía hacerlo y tampoco quiso hacerlo, no podía separarse de ella. En ese entonces fue todo un escándalo, normalmente las concubinas no tenían ese honor, eran entregadas a sus familias para que dispusieran del cuerpo o se les enterraba en el cementerio de nobles, una muestra más del amor que le tenía a ella.

El panteón se mantenía limpio y bien cuidado, un terreno sagrado para la familia imperial, su último lugar de descanso, hizo a un lado sus ancestros y siguió un camino hasta llegar a una cripta rodeada de bellas camelias rojas, la flor favorita de los kijin.

El emperador aún seguía ahogándose en su tristeza, extrañaba a aquella mujer de verdes cabellos y ojos con los colores de un arcoiris que cambió su mundo para siempre, sí hubiera podido en ese entonces la habría vuelto su emperatriz y nunca habría aceptado concubinas.

-Mi hermosa camelia de sangre, siempre pensé que en secreto eras una sirena- conversaba con la tumba del más fino mármol -Ese pensamiento se volvió cada vez más fuerte mientras te veía marchitar ¿Todo sería diferente sí te hubiera regresado al mar junto con Eugenia? ¿Mi miedo a nunca volver a verte fue lo que te mató? Daría todo por volver atrás y no cometer los mismos errores...-.

Tenía todo lo que alguien podría desear, dinero, poder, lujos y respeto, una rosa blanca que tuvo que aceptar por la fuerza, una rosa roja que disfrutaba y una margarita que lo calmaba pero... Qué no daría por volver a su juventud, al momento en que conoció al amor de su vida, abdicar el trono y ser libre junto a ella.

-Nuestra hija está bien, es tan parecida a tí... Tiene tu energía, tu sonrisa, tu astucia, tu fuerza de voluntad... Estarías orgullosa de ella ahora-.

Antes de darse cuenta ya era de noche y debía volver al palacio a cuidar todo lo que tenía, lo único que le quedaba por aferrarse en vida pero que cambiaría por una vida diferente al lado de su amada pirata y su hija.

La Princesa Pirata (Fanfic De Las Joyas De La Princesa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora