La Princesa Pirata (Fanfic De Las Joyas De La Princesa)

Eugenia de Secramise

En el imperio de Arbezela, antes de Ariana, había nacido una princesa de verde cabellera y brillantes ojos, hija de la primera concubina, Mary Smith, su nombre era Eugenia de Secramise, el emperador amaba tanto a esa niña que le dió el título de "Absoluta Princesa de la Sabiduría de Arbezela" para la alegría de su madre y para el disgusto de la emperatriz.

La niña se reveló como una verdadera genio, desde que empezó a caminar y a hablar leía una cantidad desmesurada de libros de temas muy complicados para su edad y antes de darse cuenta iba de un lado a otro llevando a cabo experimentos, la mayoría eran para ayudar de alguna forma a los sirvientes y caballeros del palacio de su madre o el principal, al igual que para sus hermanos. Era una niña querida y alabada pero uno de sus grandes problemas era su personalidad excéntrica, su actitud desafiante y su desinterés por las lecciones de modales.

Su madre pasaba todo su tiempo con ella, enseñándole todo cuanto podía y viéndola crear sus invenciones, era una niña que defendía su madre como sí de una bestia y su cachorro se tratasen.

Cuando nació Ariana el amor de quienes la rodeaban no cambio pero la emperatriz nunca la dejaba estar cerca de alguno de sus hijos, siendo tirada al estanque del palacio en una ocasión pero en lugar de callarlo decidió usar su ingenio y detonó una bomba con fetida en su palacio.

Ella nunca reconoció al emperador como su padre, aún menos al ver la diferencia con la que eran valorados Ariana, Ares y ella en comparación a sus demás hermanos, un día murió Ares, sin que Eugenia nada pudiera hacer además de llorar pues no solo era su hermano, era su mayor confidente a escondidas de sus madres, las cuales no se llevaban bien, habiendo más odio por parte de Roserice.

Y unos meses después su madre fue la que falleció, dejándole unas últimas palabras junto a un último deseo.

Aguantó su soledad por varios años pero...

Harta del acoso del emperador, las jugarretas de la emperatriz y los intentos de la rosa roja por ganarse su amor para volverla su hija y usarla como una marioneta... Harta de esa vida puso todo su ingenio en un plan, con ayuda de herreros y carpinteros del pueblo creó una ballesta de su tamaño en su habitación, lo primero que lanzó fueron explosivos hacía su ventana pues la emperatriz había colocado barrotes en ella.

En cuanto sonó la explosión todos los sirvientes entraron en pánico y los guardias pensaban que estaban bajo ataque, el emperador salió con espada en mano listo para pelear y defender su hogar, varios guardias informaron que el humo y destrozos provenían del palacio donde se quedaba la princesa Eugenia, más específicamente de su habitación, antes de que llegaran la niña recargó el arma con más explosivos y disparó hacía el enrejado del palacio, en la última cargó una pseudo flecha con soga, la disparó y se atoró en los restos de la reja de metal, tomó una mochila y con una soga de sábanas trenzadas se colgó y deslizó hacia la libertad, siendo seguida de cerca en la persecución por su padre quien deseaba saber los motivos de su hija, motivos que ella nunca le contó, era obvio a sus ojos.

Huyó de Arbezela en un barco, rompiendo el corazón de sus seres queridos, al menos eso parecía pero el emperador, la emperatriz y las concubinas eran las únicas que desconocían el plan de Eugenia, sus hermanos, los sirvientes y la mayoría de guardias del palacio de su madre eran concientes de sus sentimientos así como los secretos pensamientos la concubina Mary Smith, quien deseaba irse de ese horrible castillo e ir con su hija de vuelta al mar.