siete

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Nobara le dió alguna palmadas en la cabeza a Yuuji, consolándolo. Era viernes, el día donde empezarían las tutorías de cálculo con Gojo sensei.

Decir que estaba nervioso, era cuanto menos.

—¿Qué pasa para que tengas esa cara tan larga? —preguntó la castaña, alzando una ceja con la nariz arrugada. Megumi a su lado les echó un vistazo alzando la mirada sobre su libro.

—¿Estás segura que nadie más tiene tutorías con el profesor? —Nobara vió para donde iba, y rodando los ojos negó, irritada luego de que Itadori se haya pasado toda la semana preguntando eso, sin razón aparente.

—Si quieres, podemos esperarte hasta que finalices las clases extra —sugirió el Fushiguro a un costado, regresando su atención al libro.

Nobara gritó una exclamación:— Querrás decir "esperaré", Gumi. Nah-ah Yuuji, lo siento, pero es viernes y no planeo llegar tarde a casa.

Itadori rió, pero de inmediato negó el ofrecimiento del pelinegro.

—No te preocupes, gracias de todas formas. No olvides que hoy compartes tiempo de calidad con tu hermana. —Atinó a contestar, a lo que su amigo asintió, sin estar del todo seguro.

Después de ello cortaron con la conversación, continuando con la hora de autoestudio. Si Yuuji era honesto, era la "materia" más aburrida de todas, por lo que se pasó como mil años hasta que terminó, y con ello todos los estudiantes levantando sus bolsos del suelo para colgárselos y salir con desesperación por la puerta. Aquel era un escenario bastante recurrente cada último día de la semana.

Nobara recogió sus cosas y despidiéndose, salió por la puerta, seguida de Megumi, quien le dió un asentimiento antes de irse.

Itadori suspiró, también agarrando su mochila. Según recordaba, tenía que dirigirse hasta la oficina de Gojo.

Caminó fuera del aula, echándole un vistazo hacia la ventana: una vez más, empezaba a llover. Volvió la mirada y siguió por los pasillos, disfrutando del ruido de la llovizna. Con el corazón latiendo casi a toda velocidad y pasos algo nerviosos se dirigió hacia la zona de los profesores, fijándose como por cuarta vez que realmente eran las tres de la tarde.

Si era honesto, no tenía idea de dónde estaba el salón de Gojo; pero la sola idea de enviarle un correo preguntándole aquello lo avergonzaba demasiado, así que de inmediato desechó esa idea y se contentó por encontrarle con suerte.

Cuando estaba dispuesto a rendirse y realmente enviar ese email luego de dar vueltas y vueltas sin rumbos por la gran escuela de Jujutsu, se encontró con cierto hombre rubio al cual reconoció de inmediato. Nanami sensei también se dió cuenta de su presencia por el pasillo y alzando una ceja se acercó hasta él.

—¿Qué haces a esta hora por aquí, Itadori? —preguntó por educación, mientras se aferraba al asa de su maletín. Parecía que iba de salida.

Emmm, me preguntaba si podía indicarme cómo llegar a la oficina de Gojo sensei.

—Oh, ya veo, ¿tutorías? —el pelirrosa asintió, algo avergonzado. —Dirígete hasta el fondo, y da una vuelta hacia la izquierda. Está escondido, pero es un lugar bastante visible. —El hombre empezó a continuar con su camino, pero antes se detuvo y giró su cabeza brevemente:— Por cierto, suerte con ello. Satoru puede llegar a ser un desgraciado con las pruebas.

Y con eso, se fue.

Yuuji tragó saliva asustado. Ahora estaba más nervioso que antes. Que Nanami dijera quello siendo él mismo un bastardo lo aterraba más.

Exhaló para calmarse, antes de seguir, obedeciendo las indicaciones que Kento había mencionado. No tardó mucho antes de encontrarse con una puerta que llevaba el nombre del peliblanco. Desde afuera, no podía ver nada. Golpeó leve con sus nudillos, y una voz desde adentro indicó que pasara. Yuuji sintió su cuerpo tensarse y su rostro teñirse de rojo.

Midnight Mess  ☇ GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora