Era la tercera cerveza de Megumi. A su paladar, era como si se tratase de agua. Pasar la mayoría de los años de su infancia junto a Toji no habían sido particularmente favorables. Cierto albino solía regañarlo por beber sin reparos, alegando que sabía asqueroso y que era dañino para la salud. Le había hecho caso y había empezado a abstenerse, excepto por dicha noche.
Nobara las pagaría caro por su pésima idea. Pero sobre todo, por haberlos dejado solos y fugarse con Maki.
Observó a Yuuji, quien ya había terminado casi toda la primera cerveza. No parecía haberle gustado, pero se había empeñado en tomarla. Por supuesto, había tratado de quitarle la lata, pero el pelirrosa era un verdadero testarudo cuando se lo proponía y un escurridizo de primera. Su amigo estaba algo ido y el pelinegro tomó la decisión de tirar las bebidas y cuidar de él. Ya era hora de irse. Estaba claro que Kugisaki no volvería a aparecer. Y era la hora en la que las hienas empezaban a ver babeantes como un trozo de carne al solecito de su lado, por lo que a más de alguna les lanzó una mirada helada.
Exhaló tratando de calmarse, notando que estaba por hacerse de madrugada y de alguna forma también estaba algo ebrio. Veía borroso. No estaba en sus cinco sentidos.
—Escucha Itadori —llamó, tomando el antebrazo del pelirrosa para hacerse escuchar— ¡Yuuji! —El mencionado volteó, con una boba sonrisa que resignó al Fushiguro:— Es hora de irnos. Iré al baño, ve yendo a la salida, está hacia la izquierda. ¿Entendido? Te veré ahí, no tardo.
El borracho de su amigo asintió y por un momento Megumi dudó en dejarlo solo. No iba a tardar, por lo que no debería ocurrir nada. Con ello se tranquilizó, soltando el antebrazo de Itadori y yendo hacia los sanitarios. No tomaría ni tres minutos.
Pero aquello no fue así porque había una enorme fila para entrar. El pelinegro maldijo y cuando por fin salió de los baños, Yuuji no estaba. En su mente nublada, frunció el ceño y buscó por cada rincón, la entrada, la salida, en la pista de baile. Las luces bajas solo empeoraban la vista y Megumi empezó a preocuparse.
Fue cuando entonces, pudo atisbar un color rosado en medio de la multitud. Podía reconocer ese tono donde fuera, por lo que empezó a acercarse en su dirección, cerca de la salida. Entonces, se detuvo.
Al lado de Yuuji había alguien, una persona muy alta que estaba de espaldas. Solo podía ver el enorme torso ancho y bien trabajado que de alguna forma se le hacía bastante familiar. El porte de tal hombre era imponente y le indujo una actitud recelosa. Su amigo en comparación se miraba como un conejito frente a un enorme lobo feroz. Trató de ir en su dirección de nuevo, pero una sensación de cautela lo hizo parar cuando la figura masculina al lado de Itadori agachó la cabeza para rozar sus labios contra los de su amigo de manera seductora.
Luego se fijó en que tenía cabello blanco. Uno muy particular.
Megumi solo conocía a una persona con tal característica y casi todo parecía concordar con aquella imagen. Se sintió confundido, irritado y temeroso (en especial si lo atrapaba colado en tal fiesta) por todas partes. Cualquier paso en falso podría ser contraproducente ya que ni siquiera estaba seguro de que realmente era quien pensaba. La ebriedad le hacía razonar más lento y sus movimientos empezaban a ser torpes.
El hombre sostuvo la cintura de quien creía era Itadori, abriendo su boca con un dedo mientras lo contemplaba de una manera que le pareció a Fushiguro lasciva y de ferviente deseo. Tenía que ayudar a Yuuji.
Trató de pasar entre el mar de gente, estando a unos diez metros de distancia de la puerta. Quien sea que fuera le iba a dar tremendo golpe para que soltara a su solecito.
Pero sintió que alguien lo detuvo por la muñeca con fuerza. Irritado, Megumi giró el rostro, notando una figura más alta que él que sonreía ladino.
—¿A dónde vas tan rápido, Gumi? —El pelinegro tembló levemente, sorprendido ante la presencia de aquel chico.
Quiso soltarse de Sukuna, pero él lo impidió. Empezó a sentir algo en su garganta. No era buen augurio.
—Suéltame. —Dijo, tratando de eliminar sus pensamientos que habían empezado a desbordarse, sus hormonas pidiendo quedarse con el hombre tatuado y su mente pidiendo alejarse ante tal síntoma que ya conocía. —Tengo que ir a la salida a separar a esos dos.
Ryomen alzó una ceja, mirando hacia aquella dirección:— ¿Eh? ¿A ese par de idiotas que se están metiendo la lengua hasta la garganta? Yo los veo bastante felices. —Exclamó, su tono envuelto en usual desinterés. Pero algo pareció suscitarle extrañeza porque regresó su vista hacia ellos:— Oye, el alto se parece a tu...
Fue cuando Megumi vomitó sobre los abdominales de Sukuna. Después de eso, el Fushiguro solo fue consciente del grito del tatuado (nada masculino, por cierto), su propia vergüenza y una pantalla negra que se apropiaba de su vista. Se había desmayado.
Actualización doble, yaaay!
Seguiré subiendo capítulos,
no se me preocupeeeen.
Que ahora empieza lo bueno
a partir de acá y la relación
entre Yuuji y el maldito de Gojo
empieza a desarrollarse :$La siguiente parte de los recuerdos
saldrá mucho más adelante ya que
eso es pov de Satoru. Paciencia🥹
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Midnight Mess ☇ Goyuu
FanfictionYuuji tenía que admitir que colarse a una fiesta que requería mayoría de edad definitivamente no era buena idea. ↳ gojo x yuuji ↳ yuuji tiene 17, pero ya va para los 18 ↳ AU los personajes son de Gege Akutami, n...