diecisiete

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Yuuji estaba feliz. El fin de semana sintió una extraña alegría desde el día que salió con las piernas hechas gelatina de la oficina de Gojo. Para ser uno de sus primeros acercamientos sexuales, había sido mágico. En especial porque fue con la persona que le gustaba —y que con tanta dificultad lo había admitido para sí—.

Pero a pesar de ello, sabía que no eran nada. Tenía una leve esperanza que persistía luego de que sensei le dijera que compartían un mismo sentimiento. Quizá... quizá era el mismo. ¡Por qué era tan difícil! Quiso abofetearse con un pescado. Satoru era incomprensible, tan difícil de leer como de saber siquiera lo que sentía. Amor no, estaba seguro. Muy dentro de sí, esperaba que no solo estuviese jugando con él.

Gojo era extrañamente proactivo a su alrededor, pero sabía que eso no significaba nada. Sintió la necesidad de enviarle un mensaje a sus amigos y expresar cómo se sentía, pero se arrepintió en el último momento.

No quería dar muchos detalles y mucho menos, avergonzarse frente a ellos con su enorme ingenuidad. Porque sí: estaba siendo ingenuo. ¿Pero quién podía culparlo? El hombre de los sueños de cualquiera le daba atención, le besaba y admitía sentir algo por él. ¿Pero exactamente qué? A Yuuji le aterraba la respuesta, así como los posibles escenarios.

Su buen humor se disolvió al darle tantas vueltas al tema. Ese no era su estilo. Lo suyo era ser más directo, yendo al grano para deshacerse de las dudas. Estaba seguro de ser un iluso, un tonto... pero el lunes lo aclararía todo, se decidió. Podría terminar decepcionado y triste. O peor, con un corazón roto.

Aún así, tenía las ilusiones al tope.

El domingo pasó rápido y pronto, el día de clases comenzó

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El domingo pasó rápido y pronto, el día de clases comenzó. Salió del departamento en el que vivía con su abuelo, despidiéndose de él. Esa mañana sentía numerosos nervios y todo el trayecto hasta el instituto Jujutsu fue como la ida a una ejecución. Su corazón golpeteaba y el sudor en sus manos le incomodaban de sobremanera.

Ser adolescente apestaba.

No encontró a sus amigos en el trayecto, pero sí cuando entró al salón. La primera hora era lengua extranjera, con Nanami, quien entró al aula como siempre y les advirtió que la siguiente semana habría examen. El pelirrosa no pudo evitar removerse al recordar lo que había hecho el viernes con Gojo sensei por las notas se ese futuro examen. Inevitablemente, se sonrojó.

Ni Nobara ni Megumi se percataron, a lo que Itadori lo consideró una victoria. Ese día iba demasiado bien y la hora de cálculo se acercaba de manera acelerada. Ver a Satoru sería como aventarse de un avión sin paracaídas. Arriesgado. Y tremendamente estúpido. No lo habría enfrentado desde lo que ocurrió en su escritorio y de solo pensarlo, la respiración le fallaba.

Había tenido sábado y domingo para procesarlo, pero no era suficiente. Los sentimientos que calaban en su corazón eran muy pesados. Mierda. ¿Desde cuándo eran tan cursi? 

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⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

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Midnight Mess  ☇ GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora