Para Yuuji, el resto de la hora fue un infierno. Se sentía incapaz de realizar el examen, no podía quitarse de la cabeza que se había despertado en una cama con su nuevo profesor hacía dos días. ¿Qué tipo de mala suerte era aquella?
Gimió derrotado mientras mordisqueaba el lápiz y miraba su examen casi vacío. Sabía que estaba por sonar el timbre e irremediablemente tendría que enfrentarse al hombre cuando le entregara la prueba.
Sintió un escalofrío recorrerle cuando pensó aquello. Itadori mentiría si dijera que aquello no lo ponía nervioso.
Tragó saliva cuando le pasó el pensamiento fugaz de echarle un vistazo a su nuevo sensei. No tendría por qué darse cuenta, solo alzaría brevemente el rostro y en menos de un segundo regresaría la vista a su examen. Se excusó de que quería verlo para asegurarse de que definitivamente era el hombre de aquel bar. Sí, solo era por ello.
Con el corazón tan acelerado como era posible, alzó muy lentamente su mirada, contemplando al peliblanco, quien se encontraba apoyado en el escritorio mientras revisaba unas hojas y sus lentes se deslizaban por el puente de su nariz. Incluso desde lejos, Yuuji era capaz de notar las largas y espesas pestañas claras que Gojo sensei tenía.
Sintió sus mejillas enrojecerse, recriminándose mentalmente de que ya había pasado más de un segundo observándolo. Consciente de ello, estaba por retirar la vista cuando se percató de que el hombre había empezado a despegar la mirada de las hojas y estaba dirigiéndola a él.
El pelirrosa, espantado con la idea, volvió sus ojos a su examen, mientras tragaba nervioso. ¿Lo había notado el hombre? Si era sincero, no le apetecía saber. Aquello solo le ocasionaría vergüenza hacia sí mismo.
Cubrió su rostro con sus manos, suspirando ruidosamente. Solo le pediría a Megumi que entregara su examen por él y así de simple evitaría a su nuevo profesor.
Yuuji cerró la canilla del lavamanos, fijando su vista en el espejo del baño. Había salido disparado del salón luego de que el timbre anunciara el final de la hora.
Si era completamente honesto, Itadori no sabía cómo sentirse. Estaba avergonzado, cohibido y culpable, más que nada luego de haber sido descubierto. En ese momento realmente sintió pesada la magnitud de sus actos, maldiciendo en voz baja al recordar que las clases que más llevaba a la semana eran de cálculo.
Exhaló resignado, saliendo del sanitario para dirigirse al comedor donde ya estaban sus amigos. Lo único que podía hacer sería tratar de evitar a Satoru lo más posible.
Con eso en mente trató de no desanimarse, caminando por los pasillos de la gran escuela Jujutsu mientras divisaba una melena castaña a lo lejos. Sonrió inconscientemente, a punto de alzar la voz para llamar la atención de Nobara y hacerse escuchar en el largo corredor cuando una voz lo interrumpió.
—Itadori Yuuji, ¿cierto? —El mencionado se congeló, sintiendo su cuerpo estremecerse al reconocer aquella voz despreocupada y masculina. Yuuji se giró muy poco, solo para ser capaz de mirarlo con su visión periférica. —Asumiré que eso es un sí, —el hombre sonrió divertido con una mezcla de sensación que Itadori no fue capaz de descifrar—, necesito que me acompañes al salón de nuevo. Es acerca de tu examen.
El pelirrosa tragó saliva nerviosamente, titubeando con voz baja:— No tardará mucho, ¿verdad?
Su sensei negó, todavía con aquella actitud ligera que a su vez lucía peligrosa. Itadori se dio por vencido, aceptando y siguiendo sus pasos largos, costándole un tanto seguirle el ritmo. Satoru era mucho más alto que él.
—No te asustes tanto, no te voy a reprender ni nada parecido, —el hombre repentinamente habló, sobresaltando al más joven. El peliblanco ni siquiera volteó a verlo, por lo que optó por no responder.
Cuando llegaron al aula designada para la materia de cálculo, Satoru le indicó sentarse frente al escritorio. Sin mucho reparo, Itadori obedeció, colocándose frente al hombre y rehuyendo de su mirada tanto como pudiese. Sin darse cuenta, mordió su labio inferior con cierta ansiedad, utilizando toda su fuerza de voluntad para evadir los recuerdos de aquella noche.
—Bueno, Itadori. Sé muy bien que has de estar confundido de por qué te traje aquí, —empezó a hablar su nuevo sensei, mientras sostenía unas hojas que estaban en el escritorio. —Tu examen fue uno de los primeros que revisé y quería preguntarte por qué está en blanco. —Hizo un ademán con la cabeza para señalar dicha prueba. Yuuji tragó saliva sintiendo sus mejillas hervir.
—No está del todo vacío, tiene mi nombre y... —el pelirrosa echó un rápido vistazo a las hojas—, el primer ejercicio.
Gojo rió bajo, mientras alzaba los manos sobre su cabeza. Inconscientemente Itadori dirigió su mirada a ese lugar, percatándose de la impresionante forma en la que el brazo se ceñía sobre la tela, notándose su musculatura bien definida.
—Vale, me tienes. —Satoru mencionó, mientras regresaba sus manos hacia las hojas luego de un par de segundos. —Pero un solo ejercicio de treinta. Creo que aquí tenemos un problema. —El hombre regresó a la seriedad, pero sin retirar por completo aquel timbre despreocupado en su voz tan característico según Yuuji recordaba. —Por lo que leí, Megumi es tu tutor por sus buenas notas, ¿cierto?
Itadori asintió, sin saber a donde iba todo aquello.
—Y aunque ciertamente has mejorado, —su sensei prosiguió, haciendo contacto visual, —el aumento ha sido mínimo. Necesitas mejorar en cálculo, Yuuji. Así que dime, ¿qué puedo hacer por ti, mmm?
El pelirrosa tartamudeó una incoherencia, con el cuello y sus orejas completamente rojos.
Dios, a veces en serio odiaba ser un adolescente hormonal que hilaba todo a cierto tema en específico.
ESTÁS LEYENDO
Midnight Mess ☇ Goyuu
FanficYuuji tenía que admitir que colarse a una fiesta que requería mayoría de edad definitivamente no era buena idea. ↳ gojo x yuuji ↳ yuuji tiene 17, pero ya va para los 18 ↳ AU los personajes son de Gege Akutami, n...