diez

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—Yuuji, sabemos que algo te pasa. —Nobara se cernió con una mirada perspicaz, bebiendo de su malteada con premura.

El trío de amigos había quedado de verse el domingo a petición de Megumi. Itadori se había sorprendido, pero no le había dado mucha importancia, dispuesto a una salida. Le serviría para despejarse... de dejar de pensar en lo que había sucedido con su sensei.

—¿Así que eso creen? —trató de aparentar seguridad, pero su voz delató un leve temblor que sus amigos no pasaron por alto.

Megumi no decía nada, pero se encontraba bastante atento a sus reacciones. Se encontraba sentado frente a él, al lado de la castaña. Estaban en una cafetería, por lo que la distancia era corta y Yuuji sabía que eso no le beneficiaba en absoluto para mentir. Sus muecas y el tartamudeo lo delataban en un santiamén.

—Sí, y no nos puedes hacer tontos, ¡sabemos de qué se trata! —el pelirrosa tragó con fuerza, aferrándose al envase de su bebida. Nobara se inclinó hacia él, observando hacia los lados antes de susurrar para que solo los tres lo pudiesen escuchar:— Problemas en el paraíso, ¿cierto?

Itadori sintió su mandíbula desencajarse, y con un sonrojo que invadió su rostro trató de negarlo, moviendo las manos nerviosamente.

—¡No! ¡No es un problema de amoríos! —se atropelló con la voz, continuando—. Bueno... —desvió los ojos, tratando de enmendar y haciendo el acoplo de todas sus fuerzas para ignorar las miradas notorias de sus amigos de que no le creían nada. —Es complicado.

—Ya, claro. —Masculló Kugisaki, dándole un gran sorbo a su malteada.

Megumi exhaló, casi harto y sin más paciencia.

—Tiene que ver con Gojo-sensei, ¿no? —rompió la voz del pelinegro el ambiente, con un tono indescifrable.

Ante la mención de aquel nombre Yuuji sintió su corazón dar un vuelco y abriendo la boca para expresar estupefacción se escuchó a sí mismo y a Nobara al mismo tiempo:— ¿Qué?

El pelirrosa observó en dirección a su amiga, topándose con su expresión perpleja que terminó por avergonzarlo. Al percatarse que Itadori no contradecía la afirmación de Megumi, Nobara gritó.

“¡NO ME JODAS!

La castaña suspiró con fuerza, pasando sus manos por su rostro en un estado de frustración e incredulidad

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La castaña suspiró con fuerza, pasando sus manos por su rostro en un estado de frustración e incredulidad. Yuuji se veía nervioso y movía sus manos entre sí en un gesto algo ansioso. Kugisaki trató de relajar su expresión. No estaba enfadada. No con su lindo amigo, al menos.

—¿Cómo fue qué pasó, Itadori? —el mencionado alzó el rostro a punto de abrir la boca—. Sin excusas. —El pelirrosa la cerró de inmediato, con un bonito rojo coloreando sus mejillas.

—N-no sé. Ni siquiera es correspondido. —Farfulló, haciendo muecas que simulaban pucheros. —¡Y no es que esté enamorado o algo por el estilo! Si acaso solo siento cierta atracción... Es todo.

Nobara no se veía confiada, pero la confesión de Yuuji tenía sentido. Apenas llevaban una semana conociendo a dicho hombre adulto. Sería una barbarie si el pelirrosa pudiera desarrollar sentimientos, así que descartó la posibilidad. De sensei... No estaba convencida respecto a sus intenciones.

Megumi mantuvo silencio, suspirando cuando Kugisaki dio una sarta de advertencias. (Y maldiciones incluidas al, —en sus palabras—, pervertido viejo que se atrevía a poner su ojo en el solecito de ellos).

—Nada bueno puede salir si te envuelves con un desgraciado así. La diferencia de edad es abismal, Yuuji. —Nobara casi se sube a la mesa para sacudir los hombros de su amigo y hacerlo entrar en razón. —Y aparte... Sé que estás omitiendo algo, Megumi. Desde la fiesta has estado actuando todo taciturno y extraño, ¡Si tienes que decir algo dilo ahora!

El pelinegro se asustó un poco cuando su amiga se volteó hacia él con violencia, dándole una mirada retadora. Había regresado a su costado y estaba esperando por una respuesta suya. Sintió cierta culpa y responsabilidad bajo ese escrutinio tan iracundo que solo ella era capaz de realizar.

Inseguro de lo que debía hacer, el Fushiguro tragó saliva suspirando rendido:— Fue en la fiesta. Itadori y Gojo, mi padre, salieron juntos del bar. —Dudó un poco—: Besándose.

Por supuesto, había soltado una gran bomba. Fue fácil percatarse al ver la expresión, tanto de la castaña como de Yuuji, quebrada al escuchar la palabra: “padre” y “beso” juntas.

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(perdón TT)

Midnight Mess  ☇ GoyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora