Capítulo 10

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—¿Te encontrás bien?

—Si, si, no me siento bien

Nathan y yo estábamos cocinando, de vez en cuando cocinábamos juntos y como Nathan ha estado tan sensible me he ofrecido a ayudarlo más y más. De la nada él empezaba a llorar sin control o a tener una increíble ira que desquitaba con los vegetales, haciendo que muchas veces comiéramos puré o sopa porque había picado tanto los vegetales que ya no servían con la comida que hacía.

De esa manera, Nathan había tenido un ataque de ira de nuevo, comenzó a golpear los vegetales con su cuchillo y luego comenzó a llorar, parecía que estaba teniendo una crisis. Me sentí mal al verlo, muy mal. Mientras lloraba comenzó a cortar más fuerte por lo que me acerqué lentamente y le quité el cuchillo de la mano mientras él seguía llorando. No se veía triste, se veía frustrado porque la maldición lo hacía llorar y eso dificultaba todo.

—Sos un buen amigo

Me sentí mal al escucharlo. No sentía que era un buen amigo, mucho menos con Nathan pero aun así apreciaba el comentario. Terminé de cocinar por ambos y cuando nos sentamos a comer noté que todo estaba extraño. No me gustaba la sensación que sentía desde que descubrí mí maldición. Todo estaba tenso y se sentía como si fueran unos segundos antes de llover. Encima luego se le sumaban todos mis otros pensamientos que se incrementaron muchísimo, era muy difícil estar en la misma habitación con alguien cuando no podía parar de pensar en lo atractivo que era y en cosas que ni siquiera debería pensar sobre mi novia. Odio esta maldición y odio que no haga más que incrementar mi dolor corporal y mis pensamientos intrusivos e hipersexuales.

—Chicos, chicos- —dijo Eos entrando por la puerta, haciendo que volteara a verla asustado— ¿Estoy interrumpiendo algo? —preguntó viéndonos.

—Mierda —dije nervioso para alejarme.


Esta vez estábamos sentados uno al lado del otro, ya que quería asegurarme que él no se lastimara por accidente al tener una rabieta o algo, me daba un poco de risa pensar que ahora yo era quién lo cuidaba. Estábamos sentados el uno al otro y eso hizo que estuviera demasiado cerca suyo, incluso nuestras caras estaban muy cerca, no sé si él lo notó pero me sentía completamente hipnotizado por él, en medio del almuerzo él había comenzado a llorar así que yo estaba aún más cerca limpiando sus lágrimas. Voltee a ver a Eos ansioso, ella se veía confundida pero unos segundos después ella sacudió la cabeza y habló de nuevo.

—Anyways, necesito un poco de ayuda ¿Podrían venir? —preguntó hamacándose en el marco de la puerta, aunque era obvio que no era una verdadera pregunta si no que necesitaba que fuéramos "¿Por qué nosotros?"

Ambos asentimos y salimos del departamento, ni Nathan ni yo habíamos mencionado lo que pasó, aunque Nathan estaba tocando su mejilla donde yo le había limpiado las lágrimas. Cuando cruzamos la puerta ahí también estaban Flor y Liz, las dos se animaron cuando nos vieron pero sus sonrisas se transformaron en confusión al ver a Nathan con los ojos rojos. Les dije que no era muy importante y aunque creo que puede malentenderse, lo entendieron. Ellas estaban extrañas, Liz no se veía tan feliz ni brillante como siempre, su ropa era simple y ancha al igual que no tenía nada de maquillaje o accesorios en ella, se parecía a mi. Sé que se parece a mi porque somos gemelos pero se parecía MUCHO a mí, lo cual estaba mal. Flor no estaba tan diferente, pero sus alas estaban caídas y parecían inservibles ya que al girar solo estaban golpeando el cuerpo de Flor y entre sí, además que ella estaba perdiendo el equilibrio seguido.

—Bien, ya casi estamos —dijo Eos para cerrar la puerta— solo hay que ir por Sol y-

—Yo voy –dije interrumpiéndola— si querés puedo ir yo —Eos me vió unos segundos y sentí bastante vergüenza pero ya lo había dicho.

La CicatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora