Sacrificio

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La tormenta que se avecinaba sería sin duda una muy fuerte, pues las primeras gotas ya así lo anunciaban, pero el jinete y su pequeño dragón siguieron adelante a pesar de que Arrax era un poco torpe aun para volar en las tormentas.

A solo ya una pequeña distancia de su destino Lucerys apretó con más fuerzas las riendas, quería llegar aun más rápido, aun a sus espaldas no escuchaba los rugidos molestos de los dragones de su bando, por lo que intuyo que Helena lo estaba cubriendo, ella debió entender su desesperación.

Esperaba que si bien no lo dejara actuar en libertad completa al menos le diera unos momentos de ventaja antes de que Caraxes o Meleys fueran por él.

Al poner a su dragón en tierra, soltó un suspiro se ajusto la capa que ya estaba empapada por la lluvia y se trato de tranquilizar, un par de guardias se acercaron a él, pidiendo la razón de aquella visita, saco entonces del fondo de su ropa un pergamino que esperaba hacer pasar por uno de su hermano, pero los guardias se negaron a tomarlo.

_ ¡Soy el príncipe Lucerys Velaryon y vengo en nombre del rey para hablar con lord Boros Baratheon! _

Los guardias volvieron a verse entre sí, sin saber que hacer, entonces un tercer guardia salió al encuentro, Lucerys repitió su mentira de ser un enviado, y este si que lo dejo pasar, tal vez ahora si entendiendo la importancia de que Lucerys estuviera ahí.

Basto caminar tan solo dos pasos para escuchar y ver aun a través de la tormenta a Vhagar, esta parecía que lo vio también, tal vez era una forma de alertar a su jinete de la llegada del enemigo ese era el momento, el momento de dar marcha atrás tomar a Arrax y regresar a casa diciendo que pudo presenciar con sus propios ojos a Vhagar en Bastión de Tormentas, donde seguramente Aemond ya había logrado llevar a lord Boros al lado verde, pero Lucerys se apretó más la capa en sus hombros y siguió caminando, él debía ver a Aemond y comprobarlo.

Lo guiaron hasta el bastión central del complejo, Lord Boros, sus hijas y su maestre estaban al frente, rodeados de una cantidad absurda de guardias, todos ellos lo miraban con antelación, como si el fuera a enloquecer y ordenar a Arrax matarlos a todos, sintió una mirada a su izquierda y al voltear ahí lo vio.

Aemond estaba parado luciendo tan magnánimo como siempre, una característica que Lucerys sabía había copiado de su padre hace muchos años, Lucerys le dio una sonrisa cansada, pero en cambio el mayor le dio un gesto de desdén, la segunda espina se clavo en su corazón, la primera fue enterarse de la aparente traición.

_ ¿Qué es lo que trae al príncipe en una noche de tormenta a mis dominios? _

Lord Boros cansado del juego de mirada entre ambos hablo, Lucerys tomo valor, pero antes de hablar.

_ ¡La princesa Helena Targaryen, señora de Invernalia! _

Los ojos entonces estaban en la recién llegada, que camino hacia el menor en el centro de todos.

_ Volaste tan rápido que fui dejada atrás _ dijo con enojo disfrazado de reproche

Lucerys la vio como si quisiera disculparse.

_ Ahora tengo a tres Targaryen bajo mi techo, me temo que eso no es del todo bueno _

_ Lord Baratheon _ saludo la mujer

_ ¿A que han venido? _ dijo un poco harto, casi clavando las uñas en su asiento

Lucerys dio un paso al frente y saco el pergamino nuevamente, este fue tomado por el maestre a lado del lord y leído por él, el hombre abrió los ojos con sorpresa.

_ Hemos venido para asegurarnos mi lord que esta del lado correcto en este desafortunado conflicto, mi rey esta seguro que recordara el juramento a mi madre hace unos cuantos años atrás _

Los negros siguieron los sueños (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora