Capítulo 2

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Thomas se llevó las manos a la frente y después miró al techo como si éste le fuese a susurrar lo que debía decir.


-Le dije a mi padre que podía valerme por mí mismo, que ya no necesitaba de ellos. Pero él se negó a aceptarlo, me dijo que era un idiota, una persona totalmente inútil dentro de la familia.-Lanzó un suspiro y se mordió la comisura del labio inferior.-Siempre han intentado moldarme como él quiere... mi madre no hace nada para detenerlo, nada. Pero yo sé que me quiere, que busca lo mejor para mí... bueno, ella me lo decía todos los días desde que tengo memoria. Pero yo no puedo complacer a mi padre, ¿entiendes? No puedo.


Le sonrió a Dylan irónicamente mientras sentía como los ojos le ardían por las lágrimas. Odiaba llorar, llorar lo hacía ver y sentirse débil, y tenía miedo de serlo.


-Yo... no puedo continuar, Dylan. Lo siento.

-Oh, sí, disculpa. Está bien, Thomas. Lo entiendo.


Thomas le recorrió el rostro con la mirada y se percató de la profunda tristeza que estaba instalada en los ojos del castaño... era como si realmente se hubiera preocupado por él.


-Puedes quedarte los días que tú quieras aquí.-Continuó Dylan-Si ese era el favor que me ibas a pedir, está bien, eres y serás bienvenido siempre a esta casa, ¿va?

-Muchas gracias, Dylan.-Agradeció el rubio tallándose los ojos-disculpa por toda esta mariconería... yo...

-No vuelvas a decir eso-interrumpió O'Brien con el ceño fruncido -llorar no es ninguna mariconería, es la forma más pura de sacar tus problemas desde adentro del alma, yo lo hago muchísimas veces y no me avergüenzo de decirlo.


Thomas le miró y esbozó una sonrisa torcida, y Dylan le devolvió el gesto para después darle una palmada en el hombro.


-Bueno, Thomas. Trae tu ropa o lo que sea que traigas para ir acomodándolo de una vez en tu nueva habitación.

-Oh, también eso. No traje absolutamente nada, más que mi celular y mi auto.


Dylan volteó a ver a Thomas con expresión de incredulidad.


-¿Y qué piensas hacer mientras encuentras trabajo? Yo no creo ganar lo suficiente para ambos... pero bueno, intentaré ganar un aumento, sí, eso.

-Oye, oye, tranquilo-dijo Thomas en tono burlón- Estás hablando como si fueras el amo de la casa y yo tu esposa.


El castaño lo miró sin expresión alguna y después comenzó a reír como loco.


-Muy buena esa, esposa mía.-Dijo aún entre risas-Pero en serio... ¿Qué vamos a hacer?

-Obviamente antes de abandonar mi casa pensé en eso Dyl... disculpa, Dylan, y pues tengo una cuenta de ahorro en el banco. No te preocupes por eso, además sólo será por hoy. Mañana saldré a buscar un departamento.


-Oh, bien. Te diría que fueras por él y que nos fuéramos de compras, pero siento que es mejor que descanses, pronto anochecerá. Te traeré algo de ropa para dormir y yo me iré a cambiar. Tu habitación será la que está al fondo del pasillo, ve, en un momento te busco.

Serendipia. (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora