Capítulo 5

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Thomas aguardaba recostado en el sofá. Cuando escuchó los pies del castaño golpeando la gruesa madera de las escaleras, inmediatamente se puso de pie, listo para marcharse al lago con el morocho.

Pero Dylan pasó de largo sin siquiera prestarle atención a Sangster.


-¿Nos vamos?-Thomas tenía el entrecejo levemente fruncido.

-No, yo iré solo.

-¿A dónde?-volvió a preguntar.

-A ningún lado... Tú, sólo espérame aquí, ¿está bien?-Dylan tenía la voz débil y se escuchaba quebrada.


Thomas se sorprendió, pues nunca había visto a su amigo actuar de esa manera tan extraña. Pero tal vez lo único que necesitaba en ese preciso instante era estar solo; de forma que no le dio mucha importancia y sólo atino a encogerse de hombros para después retirarse a dormir, comenzaba a hacerse tarde.

Se recostó sobre la cama y el sueño comenzó a debilitarlo hasta que ya no pudo mantener los ojos abiertos.

Su sueño se vio interrumpido por el timbre de su celular, se despertó de golpe. Estaba cubierto de sudor y tenía el pulso acelerado; había tenido pesadillas sobre Dylan, y al ver el nombre de éste en la pantalla sintió como su corazón le daba un vuelco. Sus manos temblaban. Su corazón latía bajo su pecho con tanta fuerza que sentía su cabeza palpitaba y rezó con toda el alma porque Dylan estuviese bien.


-¿Dyl? ¿Qué pasa?-su voz se escuchó más aguda de lo que esperaba. El miedo le causaba un nudo en la garganta.


Escuchó al joven muchacho sollozar a través del auricular, su estómago dio un vuelco y sus manos comenzaron a temblar con más intensidad que antes.


-Dylan... ¿Qué tienes? Habla, amigo. ¿Dónde estás?

-Tom, ven por mí... por favor-dijo con la voz entrecortada y colgó.


Inmediatamente se puso de pie y se colocó los zapatos.

No sabía en donde se encontraba Dylan, pero si era necesario: recorrería todo el país hasta encontrarlo.

Se montó al auto y condujo lentamente por si Dylan se encontraba cerca y no pasarlo desapercibido. Llevaba conduciendo ya veinte minutos y comenzaba a alejarse considerablemente de la casa cuando distinguió al castaño sentado en la acera de lo que parecía ser un bar. Tenía la cara entre las palmas de sus manos y sus hombros subían y bajaban al ritmo de su respiración entrecortada.

Thomas estacionó el auto junto a la acera de enfrente a Dylan y corrió hacia él.

No sabía que era lo que tenía. Y le preocupaba porque parecía tratarse de algo muy malo.


-Hermano, ¿estás bien? Yo... disculpa por demorarme, debí haber llegado ant...


Pero antes de que pudiese terminar la frase el chico de cabello oscuro lo atrajo hacia su cuerpo y lo envolvió en un fuerte abrazo, recargando su rostro en el hombro de Sangster y sollozó con más fuerza. El rubio lo rodeó con los brazos en un cálido abrazo. No quería soltarlo pero pronto se despegaron uno del otro y Thomas jaló del brazo al chico de ojos color avellana.

Serendipia. (Dylmas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora