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Min Yoongi es el nombre del más pálido de todos en la casa. Seokjin se lo presentó.

—Él es Min Yoongi —anunció cuando el susodicho hizo presencia en el despacho. Todavía presionando el apósito en la muñeca de Jungkook y sin eliminar la boba sonrisa que hace unos momentos le había sacado una cana verde al, aparentemente, único humano—. Mi asistente personal y encargado de la casa hasta el momento... Él te dirá lo que sea que te vaya a decir, joven Jungkook.

Su muñeca fue tomada por las grandes y huesudas manos de Yoongi.

—Vayamos afuera a tratar la herida.

Le dijo y por eso ahora están en el salón principal de la mansión, sentados en el sofá más grande color vino. Jungkook siente sus labios secos cuando Yoongi retira el pañuelo de su lugar. Se percata de que el olor a óxido que emana su brazo le hace un apretón en su esófago, el reflujo en su garganta le quema.

—Quiero vomitar —habla por fin. El otro levanta sus gatunos párpados y le clava sus ojos negros.

—No lo hagas —sentencia.

El pequeño orificio dejó de supurar sangre hace un rato, pero el dolor agudo le recorre las venas y no le abandona. Yoongi se da cuenta, abre la boca asomando la punta de su lengua, dispuesto a posarla sobre la herida abierta; pero Jungkook se zafa de su agarre con bestialidad y toma el primer cojín que encuentra para cubrirse.

—¡¿Qué crees que haces, imbécil?!

Yoongi se había quedado estático, jorobado, con la mano en el aire y la boca semi abierta. Aclara su garganta componiendo su postura. Tiene treinta y un años y todavía le cuesta lidiar con mocosos humanos. Taehyung, el moreno de antes, es su principal dolor de cabeza.

—Iba a lamerlo.

—¿Qué mierda...? Dios, no bromees conmigo, sunbae. —Jungkook sigue alejándose cada vez más—. Tam... ¿También eres uno de esos? —susurra señalando el fondo del lugar, refiriéndose a la bestia, animal, bruja o lo que sea que es Kim Seokjin. Su ceño fruncido le causa gracia mas no se ríe, en cambio, suspira.

—Sí —afirma con naturalidad—. Mis fluidos ayudan a cesar el dolor...

—Iré al hospital —bisbisea colocándose sus lentes y poniéndose de pie. Aturdido—. Esto es ridículo. Iré al hospital —avisa más fuerte—. No volveré —inspira todo el aire que puede y después de soltar el cojín, se encamina al perchero donde su chaqueta de cuero descansa.

—Jungkook, te recuerdo que tienes un contrato sellado con tu sangre y tu firma legal.

—¿Y? Me vale, es solo un papel, ¿qué pueden hacerme? ¿Demandarme? —Se mofa colocándose la chaqueta, el frío acondicionado comienza a calarle los huesos. Está débil, supone que es por toda la mordida y esa mierda. ¿Lo iba a lamer para apaciguar su dolor? Qué buen chiste—. No les convendría, existen pruebas de que la víctima soy yo, y entonces, yo los acusaría de... de... de... ¡fenómenos! No, no son fenómenos son... ¡son vampiros! Jodidos chupa sangre.

Hace el ademán de ir a la puerta pero Yoongi le toma por el brazo.

—Está bien si no quieres cesar el dolor —su voz no es amable, suena más amenazante—, pero tienes que volver, Jeon. Por tu bien.

—No me digas, ¿beberán toda mi dulce sangre para saciarse y botarán mi cuerpo al río Han cuando no quede más? —Se suelta de Yoongi, se retira una manga de la chamarra y le muestra su brazo entero tatuado—. ¿Ves esto, sunbae? —dice marcando su bíceps, el susodicho frunce su rostro—. Esto es la muestra de todo el dolor que puedo aguantar, ¿sabes? No les tengo miedo.

La búsqueda de la inexistente fortuna (Unlucky Mansion) ⟫ JINKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora