°Director° ²

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Director Depp.

-Puedes sentarte y hacerlo. -le ordeno y Linn solo tarda un momento en tomar la silla que hay justo delante de mi escritorio. Se sienta en el borde y sus manos siguen jugando con su falda. Linn es una chica tan hermosa y, aunque se supone que un director nunca tiene favoritos, ella siempre ha sido especial. Muy especial. No es la primera vez que la envían a mi despacho por su comportamiento; lo que sucede es que es la primera vez que he llegado tan lejos desde que cumplió dieciocho años. Joder, finalmente. -Recuéstate. -apoyo el codo en la silla y me llevo los dedos a los labios mientras la observo.

-Sí, director. -asiente y hace lo que le ordeno.

-Cierra los ojos. -le digo suavemente. Una vez cerrados, me paso la mano por delante de los pantalones y empiezo a frotarme la creciente erección. -Ahora abre las piernas. -muy despacio, las abre y su falda de cuadros, que ya se ha subido más de lo que permite el código de vestimenta, sube por sus suaves muslos. Veo el triangulito de bragas que cubre su coño, y hay una mancha húmeda. No sé si es de antes o desde que se sentó. -Dime en qué estabas pensando antes. -mi voz es tranquila mientras me froto lentamente la mano por la parte delantera del pantalón.

-Estaba afuera... desnuda. -traga saliva y se lleva la mano a la rodilla.

-¿Y qué hacías afuera? -me relamo mientras sus piernas se ensanchan y veo más de ese bonito triángulo.

-Estaba sin sostén. -mis ojos se dirigen inmediatamente a sus tetas y veo el contorno de sus duros pezones.

-¿Para que te viera todo el mundo?

-No. -menea la cabeza mientras su mano recorre el interior de sus muslos. -Me preguntaba... -traga saliva de nuevo cuando sus dedos tocan sus bragas. -Cómo seria que me las chuparan. -mi mano se detiene en mi polla, y puedo sentir su pulso firme y fuerte como si toda la sangre de mi cuerpo bombeara hacia mi polla.

-Y eso te ha mojado. -mis dedos alcanzan el botón de mis pantalones, y lo más silenciosamente posible abro la parte superior de ellos. Intento resistirme, pero ya sé que no puedo.

-Sí. -gime mientras traza sobre su punto húmedo.

-Tira de ellas hacia un lado. -susurro, y justo cuando su dedo engancha el algodón blanco, mi propia mano agarra mi polla. Los labios de su coño están húmedos e hinchados, y su clítoris asoma. Joder, ojalá pudiera olerlo, y se me hace agua la boca de pensarlo. -Enséñame cómo te tocas. -mi voz suena muy baja en la habitación, pero también podría resonar porque me esfuerzo por oírla emitir el más mínimo sonido. Sus dedos se dirigen con seguridad y rapidez a su clitoris y empiezan a frotarlo arriba y abajo. Los mueve con rapidez, y mi polla palpita en mi mano en respuesta.

Está tan preparada para un polvo rápido como una mujer adulta, y gruño al pensarlo. Entonces la veo introducirse los dedos en el coño y casi me vuelvo loco. Se los mete hasta el fondo y se masturba como yo se lo haría. Fuerte y rápido. ¿Cómo es que esta dulce adolescente está tan ansiosa por recibir una polla? No hace más que rogarlo. ¿Quién podria culparme?

Sus ojos se abren y mi mano se detiene para que no vea lo que estoy haciendo. Por suerte, mi silla está debajo de mi escritorio, así que mi polla está oculta. Todo esto está muy mal, y no quiero que vea cuánto lo estoy disfrutando. Nunca antes había hecho algo así, pero ya sé que no será la última vez que tenga a Linn en mi despacho antes del último día de clase.

-Necesito frotarme con algo. -dice mientras sus dedos vuelven a su clitoris y empiezan a frotarlo arriba y abajo.

-¿Qué...? -me aclaro la garganta cuando me vienen a la cabeza imágenes de ella follándome la pierna. -¿Qué sueles usar?

-Mi almohada. -se queja y mira hacia mi escritorio. -¿Puedo usarlo?

El borde de mi escritorio es de madera lisa y pulida. Asiento y se levanta y se pone en posición. Se acerca a la esquina redondeada con un borde decorativo. Hay una pequeña flor que nunca había tenido en cuenta hasta este momento. Al verla ahora, me doy cuenta de que probablemente sea perfecta para montar.

Se baja las bragas hasta las rodillas y abre las piernas para que la esquina redondeada quede entre ellas. Pero en cuanto lo hace, se le cae la falda y no puedo mirar.

-Sujetala. -ladro con más dureza de la que pretendia, pero la levanta rápidamente.

Cuando se levanta la falda, veo que tiene el clitoris apretado contra la florecilla, y sus caderas empiezan a moverse. Empuja mi escritorio suave y lentamente, de un lado a otro, y ya puedo verla dejando un rastro de crema resbaladiza en él.

-Sí... Así. -dice mientras empuja sus caderas hacia delante y sus labios hinchados se abren.

-Mirame. -le ordeno y mantiene la mirada fija en mí mientras la observo. Mis manos agarran los brazos de la silla con tanta fuerza que temo que se partan en dos, pero no me muevo ni un milímetro. Tengo la mandíbula bien apretada y no puedo apartar los ojos de ella, que se abalanza sobre mi escritorio mientras emite pequeños gritos de placer.

-Ah... Sí... -su voz suena como un gemido mientras jadea y luego frena las caderas. Con otros dos rápidos empujones, su cuerpo cede y veo cómo se corre. Intenta recuperar el aliento mientras retrocede a trompicones y los dos vemos el desastre que ha dejado en mi escritorio. -Lo siento. Lo limpiaré.

-No. -sacudo la cabeza pero no hago ademán de levantarme porque mis pantalones siguen abiertos. -Ya puedes volver a clase.

-Si, señor. -dice y luego alcanza sus bragas.

-Me las quedaré. -le digo y le tiendo la mano. Cuando me mira interrogante, señalo el escritorio con la cabeza. -Para limpiar el desorden.

-Oh... -sus mejillas toman un color rojo y asiente mientras camina a mi lado. Le tiendo la mano y ella la coloca suavemente en la palma. Para mi sorpresa, se inclina y me da un beso rápido en la mejilla. -Gracias, director Depp. -dice antes de coger su mochila y salir de mi despacho.

En cuanto se cierra la puerta, me acerco a la esquina del escritorio que aún brilla por su liberación. Me agacho, lamo la flor y pruebo el dulce sabor de su coño. Con sus bragas en la mano, las acerco a la punta de mi polla y me corro sobre ellas. Estaba tan jodidamente lleno que ni siquiera tuve que masturbarme. Todo lo que tuve que hacer fue saborear el regalo que ella me dejó y ya estaba bombeando una carga en el algodón blanco. Me tambaleo hasta mi asiento y cierro los ojos mientras repito lo que acaba de hacer la pequeña Linn. Una sonrisa se dibuja en mi cara porque ya tengo un plan para mañana.

One Shots [+21] «Johnny Depp»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora