°Ohana° ¹

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Letty.

Miro por la ventana cómo empieza a nevar mientras mi laptop está olvidada frente a mí. Este es mi lugar favorito para sentarme porque desde aquí puedo ver a la gente ir y venir.

La pequeña cafetería de la esquina es la más concurrida. La gente siempre es la misma. Veo tantas caras iguales que a algunas incluso les he inventado su propia historia. El único que no me interesa mucho es Harris, al menos así lo llamo yo. Siempre está coqueteando con la guapa camarera, y a ninguno de los dos parece importarle el anillo de oro que lleva en el dedo. Es vergonzoso, ¿no? Pero a mí qué me importa.

Mi madre ya ha pasado por un nuevo esposo desde que dejó al único hombre al que he llamado padre: Christopher Depp. Él ha estado ahí en todos mis primeros recuerdos. Lo echo de menos, pero más que eso, lo que más echo de menos es a mi hermano Johnny. Aún sueño con él, pero a medida que pasa el tiempo, su rostro se desvanece cada vez más de mi memoria.

Ya ni siquiera soy una Depp. La vida que una vez conocí me fue arrebatada en una noche, mientras mi padre y mi hermano estaban fuera de casa.

Sabía que algunos de sus negocios no eran legales, pero me cuidaban de lo que no querían que viera. Sigo siendo un poco ingenua, pero operaban al margen de la ley y lo que hacían dejaba una buena paga.

Todo eso cambió en una noche, cuando mi madre me sacaba de la cama enloquecida diciéndome que teníamos que irnos. Me dijo que Christopher iba a matarla, y aunque yo no quería pensar que él haría eso, sus discusiones podían llegar a ser intensas. Cuando la cosa se ponía fea, siempre corría a buscar a mi hermano Johnny. Él me dejaba meterme en su cama y acurrucarme. A veces pensaba que disfrutaban peleándose, pero me asustaba.

Los quería a los dos, pero hacían que la idea del matrimonio fuera ridícula.

La noche antes de que mi madre me sacara de la cama, ella y Christopher tuvieron una de sus peores peleas. Mi madre era un desastre de borracha, y gritaba sobre una puta con la que él estaba. Mi padre le replicó que ella no tenía derecho a hablar. No se equivocaba. Algunas veces me pareció verla salir de una de las habitaciones de la casa con uno de los hombres de mi padre. Llevaba el pelo despeinado y los labios pintados de carmín.

En esos momentos, iba a la habitación de Johnny y me metía en la cama con él. Me alegraba mucho de que estuviera en casa porque la mayoría de las veces, durante ese último año, estaba fuera trabajando por la noche. Una parte de mí se preguntaba si estaba con las putas de las que gritaba mi madre y por eso trabajaba tan tarde.

La última noche que estuve en casa, intenté dormir con él, pero me rechazó. Me dijo que volviera a mi cuarto. No tenía ni idea de que no volvería a verlo. Al día siguiente, tanto él como mi padre estuvieron fuera de casa todo el día y, cuando me fui a la cama esa noche, aún no habían vuelto. Fue entonces cuando mamá me despertó y me dijo que teníamos que irnos.

No pude llevarme nada, excepto el pequeño conejito rosa que Johnny me regaló el día de mi decimotercer cumpleaños. Siempre lo tenía encima de la cama. Siempre lo llamaba Bob.

Mamá estaba lista para irse y tenía el coche lleno de cosas. Cuando vi unas bolsas llenas de dinero, supe en ese momento que si mi padre no quería matarla ya, lo haría en cuanto la encontrara.

Perdí la cuenta de cuántos días viajamos. Pasamos del coche al tren y luego al autobús. Parecía interminable hasta que finalmente aterrizamos aquí. Me había roto el corazón, pero mi madre seguía adelante con mucha facilidad.

Salió con varios hombres antes de casarse y luego divorciarse rápidamente porque tenía la vista puesta en otro. Cada uno es más rico que el anterior y es casi impresionante cómo puede atraerlos. Me ha mantenido escondida, así que a menudo me siento incómoda cuando hablo con alguien. Me moriría si intentara coquetear con un hombre.

El más reciente, Aaron, me da escalofríos. Me mira por demasiado tiempo y siempre me está haciendo preguntas e intentando hablar conmigo. Si fuera por mí, me mudaría. Soy mayor de edad, pero realmente no es una opción porque no tengo dinero y ni siquiera puedo conseguir un trabajo. Mi madre me ha dicho muchas veces que nos encontrarán y me matarán primero para hacerla sufrir antes de acabar finalmente con su vida.

Al principio me costó creerle, pero empezó a contarme historias de las cosas que hacían mi padre y mi hermano. Por eso no me dejaban entrar en el sótano. Ahí llevaban a la gente que les había hecho algún daño o habían sido desleales. Me hizo preguntarme si algunos de mis recuerdos no eran lo que realmente pasó. Nunca recordé que fueran crueles conmigo, pero ella me asustaba con historias que me hacían cuestionar mis propios paradigmas.

Decía que Johnny estaba resultando ser peor que mi padre. Lo vi alguna vez gritarle a uno de los chicos que entraban y salían de la casa, y todo su comportamiento cambió. En esa fracción de segundo se volvió irreconocible, pero nunca fue dirigido hacia mí. De hecho, cuando se dio cuenta de que estaba ahí, de pie en las escaleras, fue como si una máscara volviera a su sitio, y me dedicó una sonrisa antes de soltar al hombre que tomaba del cuello. El tipo cayó al suelo, pero rápidamente se puso en pie y salió corriendo de la casa.

-¡Oh! -jadeo, incorporándome más cuando veo a un gatito blanco solo y acurrucado contra un cubo de basura al otro lado de la calle. Está nevando y hace mucho frío. Sin pensarlo, me calzo las botas y me pongo el abrigo largo. Solo llevo puesto el pijama, pero seré rápida. Mi madre se enojará porque he salido sola de casa, pero no voy a dejar al gatito ahí afuera. Aaron la sacó, y estoy sola por la noche en casa.

Después de desconectar la alarma, abro la puerta principal y aprieto los dientes cuando me golpea una ráfaga de viento helado. La nieve se está convirtiendo en hielo, así que me agarro a la barandilla cuando casi resbalo en las escaleras en mi prisa por bajar a la acera. Se me empañan las gafas y tardo un segundo en ver, pero cuando lo consigo miro a ambos lados para comprobar si hay coches. Después de asegurarme de que no hay coches, cruzo la calle para salvar al gatito.

-Hola, cariño, ¿estás bien? -le digo mientras me inclino y lo acaricio. -¿Estás atrapado? -veo un pequeño gancho conectado al collar del gatito en la base del bote de basura. -¿Por qué alguien te engancharía aquí y te dejaría? -desengancho al gatito y lo acerco para que entre en calor. No parece desnutrido y parece un gatito sano. -¿Quién te haría algo así?

-Yo. -dice una voz grave, y entonces un brazo me rodea la cintura por detrás. Todo mi cuerpo se pone rígido justo cuando una aguja me pincha en el cuello. Es entonces cuando el mundo se vuelve negro.

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Pinche Letty pendeja weeee, la secuestraron por ir a salvar un gatito JAJAJAJAJAJA

#TodasSomosLetty

One Shots [+21] «Johnny Depp»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora