capítulo diecinueve

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Estaba entre los estudiantes más reconocidos de la clase, muchas veces se cruzaba con él cuando buscaba un libro de la materia de biología.

Una vez le preguntaron a Lisa si le gustaba, si llegó a llamarle la atención aquel francés que en algunos momentos, le dedicaba una sonrisa, y ponía pequeños papeles de ''¿estás bien?'' que ella apenas podía responder.

Se llama André, y cuando Lisa contestó que si le llamaba la atención... al siguiente día lo encontró en la cama que compartía con Rosé, sin camisa.

.

La frente por obviedad la tenía fría, su corazón latía con tanta fuerza, el cuerpo era como si hubiera sido tirado hacia agua con electricidad y apenas había logrado levantarlo para poder escapar del dolor.

Del dolor cargado de nervios que disparaban su sistema, de las piernas que le temblaban, de pecho que subía y bajaba, de los labios temblorosos y de sus pupilas de seguro dilatadas por la realización.

Y la puerta se encontraba allí justo, su cuerpo había sido movido por las grandes manos tatuadas de él, llevándola justo dónde quería, su boca entreabierta para ver con miedo aquella puerta y paredes que ocultaban una realidad que con gusto le gustaría mostrar, pero sabía que estaba mal.

¿En qué estaba pensando JungKook? Pero esto era culpa de Lisa, por ser una descarada, por esperar este momento, pero no de esta manera, no de la manera más exhibicionista posible.

Sabe que ella no puede pasar por esa puerta porque está cerrada con llave, pero de solo saber que se encuentra allí esperando a que JungKook le abra, hace que todo se le revuelva, que el placer que siente se esconda para asustarla.

Se remueve contra el gran cuerpo que tiene detrás de ella, aprisionándola como un palo dulce al que si quiere estruja hasta romperlo en pedazos.

Podía sentir la erección chocar contra su trasero oculta bajo el vestido que ella por esfuerzo había tratado de arreglar, pero estaba atrapada entre su esposo y la vergüenza.

La nuca se le eriza cuando el aliento de él choca contra su piel, los labios rozaban su piel, las manos apretaban su cadera con tanta fuerza, como si fuera una hoja de papel. Había pasado su boca por su hombro desnudo para tirar de lado su cabello rubio, los ojos color avellana se abren dándose de nuevo cuenta dónde estaban.

La inexperiencia en esta tipo de cosas es clara, casi se le sale un gemido de sus labios cuando las manos de su esposo bajan hasta sus muslos de nuevo, apretándole la piel, sacándole un jadeo, no podía creer que JungKook sea capaz de hacer algo así.

Las palabras salen temblorosas, casi como si no pudiera hablar, su fobia ya no estaba en su cuerpo, torturándola como una ave atrapada en una red oscura y roja.

-J-JungKook... N-No hagamos e-esto...-ella lleva sus manos hacia las muñecas de él, su delgado cuerpo se siente como si hubiera corrido tres maratones.

-Dijiste que no rompiera con ella...-susurra su esposo, ladeando una sonrisa, sus ojos oscuros fijos en la puerta con cierta burla.

El hecho que, la casualidad sea grande es una de las cosas que más le divierten. Y JungKook estaba lejos de ser una buena persona que se preocupa por los demás, era alguien egoísta, y cuando una mujer se mostraba como lo era realmente, eso solo lo hacía quedarse hacia atrás para entonces compartir su verdadera máscara.

Ella pidió que no rompiera con Rosé, que prácticamente le fuera infiel de una forma tan descarada, que hiciera lo que quisiera con ella, como si no valiera un peso. La forma en la que lo sabía todo, la forma en la que sus ojos color avellana le mostraban una parte vengativa que le agradaba.

❝the other woman❞ liskook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora