❝the other woman❞ liskook.

capítulo veintinueve

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Tal vez era la envidia que recorría sus dedos, pero no recordaba la última vez que fue feliz, y que ese sentimiento se compartiera bajo las gotas de lluvia que golpeaban su rostro. Tenía envidia de que él no fuera quien la entregaría ante los juzgados.

Orgulloso de verla recibir su premio.

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Antes de los golpes que le propinaba la vida misma, antes de sentir la traición en la punta de su lengua, y sobre todo antes de caer ante el significado del amor.

Su padre era más que nada un empresario que buscaba derrumbar los barrios pobres de Seúl, casado con Elizabeth Brown una poderosa modelo que participaba en eventos importantes de marcas de modas, específicamente una que se encontraba abriéndose paso en aquel mundo, pero importante llamado “Hansel”.

Su rostro era el de una muñeca, y a pesar de los rumores que la gente esparcía sobre ella, en su corazón había el trato que los empleados querían en un jefe. Era increíble, una mujer tan perfecta, no había quejas en su forma de actuar, tampoco en su apariencia, era como si un ángel hubiera conocido al señor Jeon.

Su camino en la fama era humilde, no tenía ni un padre ni una madre que la guiara en sus decisiones, y pasó por pura suerte fue que conoció al ceo más importante del país. Su padre le había hecho un vestido con lo poco que obtuvieron de la tela de esa marca, si no hacía nada para atraerlo entonces lo perdería todo.

Sin embargo tenía aquella luz o ángel que la protegía de todo mal, JoHun se enamoró de ella en el primer momento que pisó la sala, se enamoró de la gracia en sus palabras, en cómo los ojos se le arrugaban cada vez que sonreía.

Y nunca lo habían visto de aquella forma, él era un hombre serio que no buscaba relaciones formales. Sus padres querían que se casara y él no le veía sentido algo tan estúpido, simplemente disfrutaba de la riqueza de sus manos, y como todo lo obtuvo de aquella manera en el que su padre se sintió orgulloso.

Y Gustavo había mentido, no cabía duda de que JungKook poseyó la dirección de JoHun.

Cuando los Jeon se enamoran, no hay nadie que pueda detenerlos en obtener su objetivo, no importa cuántos años pasen, o cuán egoísta pueda verse su decisión, si esa persona era la indicada entonces llegaría a sus manos.

Quizás Elizabeth no tenía el dinero suficiente para impresionar a sus padres, pero nada de eso importaba si el que lo hacía reír era él, la defendió a capa y espada de los comentarios atroces que su madre lanzó, y no cabía duda de que Elizabeth se había ganado un puesto en la familia.
Por eso se casan a los veinticinco años de edad, y ella veinticuatro.

No cabía duda que todo el mundo adoraba a su esposa, era la indicada, la adecuada, y la amaba. Tanto, que ocultaba las intenciones atroces en sus planes, como sus manos estaban manchadas de sangre, si ella se enteraba de lo que lo poseía, nunca más lo amaría.

Pero Elizabeth no era ninguna tonta, conoce las actitudes sospechosas de su esposo, y no era algo que se podía ocultar, no cuando la madrugadas pasaban a ser cada vez más despiertas en sus ojos.

Su esposo le estaba mintiendo en sus salidas, en sus llamadas y mensajes. Se preocupó de que quizás ya se aburrió, que su cuerpo ya no era deseable, tal vez estaba haciendo algo mal en el matrimonio.