capítulo veinticinco

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Ella pensó que durante aquel accidente, nadie la había visto, pero resulta que Jaehyun había mirado directamente hacia arriba, había visto el cuerpo delgado caer.

Era cuestión de saber si dejar su rencor para salvar una vida.

.

Podía oler en sus fosas nasales la sangre metálica, sus muñecas sujetadas alrededor de una cuerda, tenía tierra en todo su cuerpo, su uniforme militar destrozado por los constantes látigos.

Sus ojos oscuros se abrieron lentamente para poder detallar el donde estaban.

Hubiera él preferido que dejaran a Kim JiSoo libre, esa mujer estaba atrapada bajo las vendas y las cuerdas, no le hicieron daño, ella temblaba y lo miraba cada vez que llegaban en otro día más, venían con lo que sea para poder ver como él deslizaba lágrimas bajo sus ojos.

Pero JungKook en ningún momento lloró, su cabeza daba vueltas por todas partes, había una constante imagen negra que no paraba de latir en su mente una y otra vez. Lo golpearon, a patadas, a puñetazos, lo amenazaron y trazaron un cuchillo por su abdomen y espalda.

Morían de rabia porque nunca cayó ante la debilidad del dolor, sobrevivió a horas de tortura, enterrándolo vivo, para luego sacarlo y hundirlo en un tanque de agua. Él solo miraba hacia un solo punto, sin saber que era lo que pasaba por esa cabeza.

Pensaron que había llegado su final.

Por eso Hei, el ruso, el principal líder que estaba llevando a cabo esta grande guerra, se echó a reír y al final, le lanzó una patada en su espalda para corroborar que sí moriría en un lugar como este, solo en Dresden, donde bajo la tierra habían cuerpos destrozados por sus hombres.

Solo él esperó un segundo, solo un segundo más. JiSoo sollozó cuando le golpearon el rostro con una bolsa llena de billetes pesados, su cuerpo cayó inconsciente.

JungKook esperó otros segundos más, vio como terminaban con las personas que quedaban allí, los inocentes que no lograron salir.

Esperó otros segundos, sus dedos sacaron la navaja y empezó a cortar, hizo una cuenta regresiva en su mente, ejecutarlos uno por uno.

No falló en ningún momento, hubo un silencio, solo la tierra lejana se escuchaba.

Liberó una mano y luego la otra que sostenía ya la cuerda, se desenredo, tenía las manos llenas de sangre, tuvo que herirse a sí mismo para esto. Miró con sus ojos grisáceos cargados de un plan en especificó, miró a JiSoo por varios segundos más.

Hasta que tomó la radio de su chaqueta anti balas que se escondía debajo de las los bolsillos de las navajas—los desgraciados les quitaron todas sus armas—.

—Aquí...—su voz salió ronca, no había comido, ni bebido agua, sus labios estaban resecos.

Detuvo la comunicación y se levantó, su mirada captó el Kerambit que estaba debajo de una mesa y la tomo entre sus dedos, filosa y letal como él se estaba convirtiendo, era perfecta.

JiSoo abrió sus ojos lentamente, sangre recorriendo su cabeza, sus labios de corazón partidos y secos, sus ojos cafés no pudieron creer lo que estaba viendo. A su líder y capitán vivo y parado como si nada, ve la sed de sangre que tiene cargada en sí mismo y ella intentó hablarle, pedirle que huyeran de una vez.

Como se nota que no lo conoció lo suficiente cuando estaban en el cuartel.

JungKook sale de la pancarta, decidió contarlos para así hacer más divertido este fin de semana, un cinco de abril, a las putas tres de la mañana, tampoco dejó de detallar ese reloj del brazo de ese hijo de puta que lo encerró como si él fuera poca cosa.

❝the other woman❞ liskook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora