❝the other woman❞ liskook.

capítulo diecisiete

música recomendada para sentir el capítulo:

doublé fantasy – the weeknd

deserve me – kali uchis

starl girl interlude – the weeknd

too many nights – metro boomin

party monster – the weeknd

heartless – the weeknd

les – childish gambino

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Hubo algún tiempo en el que los golpes pararon. Después de tal espejo roto que se cayó en pedazos, su amiga estaba arrepentida, en esos días, de haber hecho lo que hizo. De agarrarla a los hombros y demostrarle que el mundo no es como se lo planteaba.

Solo escucha un sollozo, su mirada vacía clavándose en su cuerpo de rodillas, una y otra vez inclinándose, disculpándose.

¿El diablo esta disfrazado de ángel, entonces?

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Puede sentir que unos brazos la rodean por completo, el roce de piel es suave, un viento agradable se cuela por gran azotea que posee el hotel, su respiración es calmada. Aún escucha las pequeñas olas que se crean en el río, esas que chocan contra la cera y vuelven a su sitio. La habitación tiene un extraño olor que reconoce enseguida.

Sus ojos color avellana se abren con lentitud, visualizando la decoración tan elegante que habían hecho por ellos al llegar y hasta ahora estaba apreciando. Su cuerpo se siente pesado, débil, doloroso en algunas partes.

Sin embargo lo único que su mente está priorizando, es en cada sueño que tiene sobre lo que le pasó, cada confesión que sale de su boca sin miedo, cada promesa que hace a su corazón latir con fuerza.

Le gustaría decirle a la Lalisa de tiempos pasados, que alguien iba a adorarla, que alguien quería tocarla, que a nadie le daría asco estar con ella, con una tartamuda, con una mujer que sufre de hafefobia. Todavía no comprende porque tanta familiaridad con Jeon JungKook, porque la sonrisa que tiene en sus labios se asoma cuando piensa en él.

¿Qué es lo que le está pasando?

Trata de levantarse para el brazo que esta dibujado con tinta le rodea la cintura, Lisa se ruboriza cuando cae en cuenta que están desnudos, y que ayer por la noche JungKook no paro de hacerle el amor, de besarla tanto que el aire se le iba, de pasar sus dedos por sus piernas y luego avanzar hasta llevarla al cielo. Con mucho esfuerzo se sienta en la cama, todavía con el brazo sostenido en sus caderas.

Parpadea, tocándose las mejillas, voltea la cabeza para ver el cuerpo dormido de su esposo, sus cejas fruncidas —como si estuviera teniendo un sueño frustrante —, su espalda ancha desnuda, los tatuajes llegaban hasta el cuello, y de allí pasaban a los brazos, sin embargo, más abajo Lisa ve una frase, debajo de sus omoplatos.

La muerte es un camino a la libertad entre treinta fantasmas.

Al detallarlo más, sus dedos rozan algunas cicatrices que adornan su espalda. Ella de verdad quisiera indagar más sobre su pasado, la razón por la que estaba haciendo todo, quería conocerlo más allá de cenas familiares, de un matrimonio falso. Él parecía conocer todo de ella pero Lisa solo obtenía esa parte oscura que tanto JungKook no quería mostrarle, pero ella quería todo, quería saber más de él.

La culpa aterroriza todo su sistema, ¿de verdad tenía que hacerle daño? No quiere, él no tiene la culpa de los errores de Rosé, la quiere ayudar, quiere que ella se sienta protegida... ¿Le diría? ¿Lo que quería hacerle a su amante? ¿A la mujer que la destrozo por completo? Esa que le creó cicatrices y jugo con ellas a su antojo.